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jueves, 24 de diciembre de 2015

Finlandia introduce la "flexibilizacion cuantitativa" para el pueblo, o lo que es lo mismo, la Renta Básica, es decir, "regalar" dinero de manera libre y sin ningún compromiso salvo que lo gasten.

¿Es este el tan anhelado "Reset económico" del que muchos amantes de los temas esotéricos hablan?, es decir, el reseteo de la economía mundial para ingresar a una nueva economía; una nueva manera de hacer economía y crear riqueza, supuestamente mas justa para todos.

Esta practica "económica" es hecha con el fin de reactivar la economía, pues si la gente gasta, habrá mas circulación de dinero y, por lo tanto, mas creación de empleos, productos y servicios, es decir, creación de riqueza, riqueza real y no ficticia como son las acciones sobre-valoradas de las empresas que cotizan en las bolsas de valores.

Esta flexibilizacion cuantitativa par el pueblo, es una estrategia propuesta desde hace varios años por prestigiosos economistas como Max Kaiser y otros (entre ellos yo).  Parece que por fin un gobierno nacional hace caso de ella.   Seguramente no tardara en ver los beneficios de ello, principalmente sus ciudadanos de a pie.

Tal vez es la justicia de la revolución, pero lo cierto es que los gobiernos han salvado desde el 2008 a los grandes oligarcas y banqueros, salvándoles de la banca rota a través de la llamada flexibilizacion cuantitativa para ellos, es decir, salvaron sus bancos y empresas regalandoles enormes cantidades de dinero, dinero que por supuesto salio del mismo pueblo, pues al ser dinero emitido por el banco nacional es dinero deuda, deuda que se carga al pueblo.   Pero parece que por fin alguien ha entendido que eso fue injusto y criminal, y parece que esta rectificando, al menos en Finlandia si.

¿Será el "Jubileo" financiero para todos?, no lo creo, pero habrá que esperar.

Renta básica a la finlandesa


El país nórdico proyecta dar 800 euros mensuales a todos sus ciudadanos

Calle Aleksanterinkatu, en el centro de Helsinki MAHLUM / CREATIVE COMMONS

Si todo va como está previsto, cada ciudadano finlandés mayor de edad recibirá del Estado una renta básica de 800 euros al mes antes de que concluya la década. El país nórdico se convertirá así en el primer socio de la Unión Europea en poner en práctica una medida que hasta el momento sólo se ha ensayado a nivel local o regional. La experiencia finlandesa puede servir de referencia a aquellos países que buscan nuevas formas de combatir el paro, reducir las desigualdades y apuntalar el Estado de bienestar.

El Instituto de la Seguridad Social de Finlandia (KELA) llevan meses trabajando en el proyecto, que cuenta con un amplio apoyo entre las fuerzas políticas. Antes de marzo de 2016, los expertos deberán presentar varias opciones al Gobierno, que elegirá una de ellas para dar comienzo a la fase de prueba en 2017. Los ciudadanos participantes en el ensayo serán elegidos por sorteo.


El director de KELA, Olli Kangas, ya ha adelantado que la prestación que recibirá cada finlandés será de 800 euros al mes. Todos los ciudadanos mayores de edad tendrán derecho a recibir esa renta, cuya percepción sería incondicional y no estaría sujeta a impuestos.

¿Cuáles son los objetivos del Gobierno finlandés? Principalmente, reducir una tasa de paro inusualmente alta, que afecta al 10% de la población activa y al 22% de los jóvenes. Uno de los defensores de la renta básica es el primer ministro, Juha Sipilä, líder de la coalición de centroderecha que gobierna Finlandia desde la primavera pasada. Sipilä piensa que la iniciativa también ayudará a reducir la burocracia y simplificar el complejo sistema de Seguridad Social finlandés.

Aún quedan por despejar importantes interrogantes sobre la renta básica; uno de ellos, el modo de financiarla. Algunos expertos sostienen que la medida ahorrará a la Hacienda pública miles de millones de euros; otros piensan que costará más o menos lo mismo que las actuales prestaciones sociales, y hay quienes creen que acabará siendo inasumible para las arcas públicas. Teniendo en cuenta que la población adulta finlandesa es de 4,9 millones de personas, la renta básica le costaría al Estado 46.700 millones de euros al año, una cifra ligeramente inferior a la recaudación fiscal prevista para 2016. En principio, la renta básica reemplazaría a todas las demás ayudas sociales, incluyendo las prestaciones por desempleo, pero algunos expertos subrayan que será muy difícil eliminar por completo ayudas como las destinadas a los hijos o la vivienda.

¿Y por qué 800 euros? Los promotores del proyecto consideran que la renta básica no debe desincentivar a un ciudadano a buscar trabajo. Actualmente, con 800 euros al mes es muy difícil que una persona sola puede pagar vivienda, alimentación y vestido en la zona metropolitana de Helsinki. Una prestación de esa cantidad, dicen sus defensores, animaría a quienes están en paro a aceptar, al menos, trabajos temporales. En estos momentos, sostienen, hay finlandeses que prefieren quedarse en casa y no trabajar antes que perder el derecho a recibir determinadas prestaciones sociales. Los promotores de la medida esperan que sumando dos ingresos –la renta básica más un salario, por bajo que sea- una persona pueda vivir dignamente.

Según una encuesta encargada por los responsables de la Seguridad Social, el 69% de los finlandeses está a favor de la renta básica. Al contrario de lo que sucede en España, donde la medida es defendida principalmente por los partidos de izquierda -PSOE, Podemos e Izquierda Unida la llevan en sus programas electorales-, en Finlandia cuenta con más apoyos en sectores conservadores. Los sindicatos se oponen a la idea porque creen que traerá consigo una bajada de salarios y beneficiará a las grandes empresas.

Quienes defienden la renta básica creen que es necesaria para afrontar el hecho de que nunca más volverá a haber trabajo para todos, al menos en las condiciones conocidas hasta hace unos años. Argumentan que los avances técnicos eliminan puestos de trabajo a un ritmo mayor del que lo crean y que, por motivos medioambientales, ya no va a ser posible aumentar sin límite la producción. Una alternativa sería reducir el tiempo de trabajo (y con ello los salarios) para que más gente tenga empleo; otra, pagar a quienes se involucren en actividades no estrictamente productivas (arte, cultura, asistencia social…) a través de una renta básica. Finlandia parece decidida a abrir camino.

Con información de El Diario.es

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