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sábado, 8 de abril de 2017

Siria: la falsa bandera y ‘caja china’ de Trump



Hasta ayer, Estados Unidos tenía un presidente ‘rebelde’ con el Establishment, pero no más. A 77 días de su gobierno, Donald Trump había acumulado casi nada más que dolorosas y vergonzosas derrotas en su intento por comenzar a sacar adelante algunas de sus propuestas de campaña.

Sus órdenes ejecutivas contra migrantes, el muro fronterizo, el ‘Obamacare’, su reforma fiscal, etc., se han topado con pared en el Poder Judicial, encontrado resistencias al interior de su propio gabinete e incluso se han ganado la abierta oposición de miembros del Partido Republicano, que lo llevó al poder.

La administración Trump, para decirlo en sus propios términos, es un desastre y lo sabe. Es en este contexto que tenemos que entender el sorpresivo bombardeo contra Siria.

Se trata de un acto de agresivo y desesperado gracias al cual, pudo de un solo golpe distraer la atención de los ciudadanos y de los grandes medios de comunicación que le son adversos; unir a buena parte de los Demócratas y Republicanos en el Congreso para apoyarlo; tener una ‘victoria’ (la única que tendrá) al cumplir sus primeros 100 días como presidente; acabar de una vez por todas con la falsa versión de que los rusos lo llevaron al poder y que es un títere de Vladimir Putin, etc.

Esta ‘caja china’ –como algunos le llaman aquí al recurso que utilizan los gobernantes para desviar la atención -, Trump se la sacó de la manga gracias al supuesto ataque químico del gobierno del presidente sirio, Bashar al-Assad, contra la población civil.

No obstante, este hecho ocurrido el martes en la localidad siria de Jan Sheijun, fue sólo el pretexto perfecto para que de la noche a la mañana Trump ordenara el lanzamiento de casi 60 misiles Tomahawk contra objetivos militares en ese país, en particular, sobre el aeropuerto desde donde acusan se habría lanzado el ataque químico.

Y es que aunque EU y sus aliados han responsabilizado al gobierno sirio por este condenable acto, no hay certeza acerca de su autoría. A decir verdad, tiene todos los tintes de un ataque de ‘falsa bandera’, es decir, de un golpe muy bien planeado por parte de ‘alguien’ muy interesado en reavivar el conflicto estadounidense contra Al-Assad y su aliado: Rusia.

Apenas el miércoles le decía en mi artículo ‘El oro y la reforzada alianza Rusia- China’, que una improbable unión entre Rusia y EU sería invencible, abonaría a la paz mundial y detendría en definitiva el avance del yihadismo. Quizá por eso poderosos intereses detrás de los líderes políticos visibles en Occidente están muy interesados en sabotear cualquier posible buen entendimiento entre ambas potencias militares.

Es absurdo pensar que Assad, tan cerca de derrotar a los rebeldes sirios y al Estado Islámico (ISIS) en su territorio, con toda intención hiciera una estupidez como la de atacar con armas químicas a su propia población, a sabiendas de los graves problemas que esto la acarrearía. Nadie puede avalar el uso de armas químicas bajo ninguna circunstancia –ni siquiera Moscú lo apoyaría en eso-, así que era la justificación ideal para lanzar una respuesta militar estadounidense.

Una investigación seria para determinar quién utilizó gas tóxico en Jan Sheijun tomaría semanas o hasta meses, pero Trump –malherido en el orgullo- decidió que fue Assad. Punto. La oportunidad le cayó como anillo al dedo.

Trump ya no se acuerda de cuando en 2013 le insistía en Twitter a Barack Obama que se mantuviera fuera de Siria, y en la necesaria aprobación del Congreso antes de cualquier posible agresión.

Así que el presidente ‘antisistema’, ha capitulado ante el Establishment –el verdadero poder detrás del poder- en un tiempo récord. Su cobardía, ineptitud y poca inteligencia lo han hecho doblar las manos para hacer lo que a aquellos altos intereses conviene, con tal de mantenerse en el cargo y lo dejen (des)gobernar.

No es casualidad que la cabeza más visible de ese poder, Hillary Clinton, horas antes del bombardeo sobre Siria, dijera durante una entrevista reproducida por NBC News que EU ‘debería eliminar sus aeródromos y evitar que (Assad) pueda usarlos para bombardear gente inocente y lanzarles gas sarín’. Trump ha obedecido al pie de la letra esas órdenes.

Lo malo es que ahora, la escalada de las tensiones podría en el extremo conducir a un indeseable enfrentamiento armado entre EU y Rusia de pronóstico reservado, pero de desastre asegurado.

El presidente Putin ha hecho saber su disgusto y ha suspendido el memorando de entendimiento que tenía con EU sobre seguridad aérea en Siria. Esto significa que en el futuro, podría usar las defensas rusas –quizá las más avanzadas y poderosas del mundo- contra los tomahawks o aviones americanos.

El ministro de Defensa ruso ha acusado que el bombardeo estadounidense fue preparado con mucha antelación, y han enviado una fragata armada con misiles de crucero Kalibr a su base en Siria.

Por desgracia, el Medio Oriente se está volviendo a calentar. Ojalá que la ‘caja china’ de Trump se quede en eso, porque de insistir en derrocar a Assad por la vía armada, se estaría metiendo con Rusia, y con Rusia, más vale nunca meterse. Sería un gravísimo error que podría terminar pagando toda la humanidad.

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