En un comunicado emitido el lunes, los países miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) dejaron claro la toma de una postura más crítica hacia China, so pretexto de los “desafíos sistémicos” que representa para el orden internacional y la seguridad del bloque militar.
En su intervención en la cita, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, hizo hincapié en que la creciente presencia militar de China, desde los países bálticos hasta África, supone una amenaza para la OTAN, por lo que la Alianza Atlántica debe mantenerse vigilante.
“China se está acercando a nosotros. Los vemos en el ciberespacio, vemos a China en África, pero también vemos a China invirtiendo fuertemente en nuestra propia infraestructura crítica”, denunció Stoltenberg.
Arremetiendo contra el desarrollo del arsenal nuclear de Pekín, criticó el incremento del número de cabezas nucleares y sistemas de entregas sofisticados. “Lo que importa es que tenemos una posición clara de los 30 aliados sobre China. Esto es un largo camino recorrido para la OTAN, porque hace 18 meses no había ni siquiera una referencia (hacia el país asiático)”, indicó la máxima autoridad del organismo.
En la reunión también se abordaron varios otros temas como el retiro de las tropas de Afganistán, la ciberseguridad y las tensiones en relación con Rusia, entre otros.
Durante el discurso formulado en la cumbre por el presidente de EEUU, Joe Biden, él instó a los países occidentales a enfrentar “el autoritarismo y el creciente poderío militar” del gigante asiático.
Pese a su postura hacia China, no se puede olvidar que la Alianza Atlántica mantiene nexos económicos fuertes con el país asiático. El principal socio comercial europeo de China es Alemania que, según cifras proporcionadas por Berlín, en 2020, los intercambios comerciales entre ambos países se estimaron en más de 257 mil millones de dólares.
Durante mucho tiempo, los aliados de la OTAN han determinado entre sus objetivos principales, la disuasión a Rusia, pero los desarrollos en los últimos años, como las inversiones chinas en puertos europeos y los ejercicios militares con Rusia, han provocado especial inquietud del Occidente hacia el pujante avance del gigante asiático.
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