Armamento
"El portaaviones moderno es un símbolo global del dominio estadounidense, su hegemonía, paz e incluso imperio", opina en un artículo el especialista en asuntos marítimos y seguridad nacional Robert Farley. El experto, que también es profesor de la Escuela de Diplomacia y Comercio Internacional Patterson de la Universidad de Kentucky, cree que la importancia de estos buques ha sido exagerada.
Farley recuerda que "desde los años 1940 en la comunidad de defensa de EE.UU. se ha debatido sobre la posibilidad de que los portaaviones resulten un poco inútiles". El especialista destaca que ya a finales de la Segunda Guerra Mundial varias novedades tecnológicas –misiles guiados de precisión y submarinos, por ejemplo– comenzaron a poner en duda las capacidades de defensa de los portaaviones.
Farley destaca que durante el período de la Guerra Fría Washington concentró sus esfuerzos en la creación de 'súper portaaviones', tendencia que comenzó con la nave USS Forrestal (CV-59) en 1955 y ahora continúa con el USS Gerald R. Ford (CVN-78). Pero el experto subraya que en estos buques extraordinariamente caros "se concentra un grado enorme de capacidad de fuego en una (potencialmente vulnerable) plataforma".
Amenazas potenciales
La primera amenaza potencial para los portaaviones reside en los torpedos, opina Farley. El especialista admite que la inexistencia hasta la fecha de ataques a portaaviones con torpedos modernos de momento resulta difícil predecir el resultado con certeza.
Otra amenaza para los portaaviones, según Farley, es un misil autodirigido que tenga un sistema bastante avanzado para detectar y distinguir entre varios blancos a larga distancia.
Las pequeñas lanchas Go-Fast también pueden resultar letales para los portaaviones, asegura el experto recordando el ejercicio del Pentágono Millennium Challenge 2002, en el marco del cual tales lanchas causaron un daño grave a la Armada de Washington. Asimismo, el profesor de la Escuela de Diplomacia y Comercio Internacional Patterson de la Universidad de Kentucky recuerda que dicho ejercicio se realizó tras un ataque de Al Qaeda contra el destructor USS Cole en 2000.
La última fuente de amenaza para los portaaviones consiste en el uso de misiles balísticos, asegura el especialista estadounidense en su artículo. Además de poder resultar destructivo para un portaaviones, este tipo de misiles pueden poner fin "al menos" a las misiones que tengan encomendadas únicamente por causa de la energía cinética.
Pese a todo ello, Farley apunta que "lanzar cualquier cosa contra un portaaviones es una operación costosa y difícil". En cualquier caso, concluye el experto, antes de planear un ataque contra este tipo de buques hay que preguntarse si es posible y merece la pena hacerlo.
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