El 20 de marzo, el alto representante de la Unión europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, calificó de "histórica" la decisión sobre un millón de proyectiles para Kiev y prometió destinar 2.000 millones de euros para este fin. En ese momento ya se estaban suministrando tanques, transportes blindados de personal y vehículos de combate de infantería occidentales. Ucrania se estaba inflando de armas para la contraofensiva de primavera y verano y desde Bruselas no escatimaron con sus promesas.
Sin embargo, en noviembre, Boris Pistorius admitió que la Unión europea había sobrestimado su fuerza. En sus palabras, "el objetivo no era realista". Kiev solo recibió unos 300.000 proyectiles de 155 mm.
Ahora Borrell afirma que la comunidad política "no tiene un depósito de municiones separado" para Ucrania. El secretario general de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN), Jens Stoltenberg, también considera difícil la situación.
Hace nueve meses, las cosas eran diferentes. La Unión europea se lanzó a por todas, contando con el éxito de la operación de Kiev. Sin embargo, la publicitada contraofensiva ya se ha estancado definitivamente sin resultados significativos. Continúan los combates posicionales, en los que la artillería desempeña un papel decisivo. El Ejército ucraniano gasta entre 6.000 y 10.000 proyectiles de artillería al día. Las 300.000 municiones prometidas serán suficientes, en el mejor de los casos, para un mes y medio.
Las dudas de los industrialistas
Según varios políticos, es la culpa de los fabricantes. En concreto, la ministra holandesa de Defensa, Kajsa Ollongren, aseguró que "hemos firmado contratos, realizado compras conjuntas. La industria tiene que cumplirlo todo".
Borrell, por su parte, acusó a los fabricantes de seguir exportando el 40% de los productos sin pasar por Ucrania. La Asociación de Industrias Aeroespaciales y de Defensa afirmó que no habían tenido tiempo de prepararse para atender los pedidos de Kiev y que, en cualquier caso, estaban ocupados reponiendo las existencias nacionales.
La industria europea de defensa es muy cautelosa al evaluar las perspectivas de una mayor implicación en el conflicto ucraniano. La industria está pensando en cómo recuperar los costes. Y crece la incertidumbre: ¿y si los combates cesan al día siguiente de empezar la cadena de montaje?
Los resultados de la desindustrialización
Tras el final de la guerra fría en Occidente comenzó la desindustrialización. Muchas empresas de defensa cerraron o fueron reequipadas. Las industrias auxiliares se trasladaron a países del tercer mundo. Las restantes no se desarrollaron y se centraron en pequeños lotes de productos.
Para restablecer rápidamente la capacidad de producción se necesita mucho más dinero del que se destina actualmente. Y la Unión europea no está en condiciones de despilfarrar dinero. Las sanciones antirrusas golpearon su economía con un boomerang, y la mayor parte del presupuesto se lo come ahora el caro gas estadounidense.
"Pero también hay un problema político", añade Vladímir Zharijin, subdirector del Instituto para los Países de la Comunidad de Estados Independientes.
En sus palabras, tras el fracaso de la contraofensiva de Kiev, la Unión europea no cree que los fondos asignados a Ucrania sirvan para nada. Agregó que las sanciones antirrusas tampoco han funcionado. Lo más probable es que Europa opte por las negociaciones de paz, destacó.
Sin embargo, las armas ucranianas tienen algo que disparar. A mediados de 2023, Occidente reaccionó ante la escasez de proyectiles de fragmentación de 155 mm y organizó entregas de municiones de racimo del mismo calibre, prohibidas en muchos países. Son devastadoras para la infantería, incluso en las trincheras, pero prácticamente inofensivas para los vehículos blindados y los soldados en los edificios. La mayor amenaza es para los civiles. Las submuniciones sin detonar pueden yacer en la hierba durante años y detonar con solo tocarlas.
El 5 de octubre pasado, el presidente ruso, Vladímir Putin, declaró que la contraofensiva de Kiev fracasó, dejando más de 90.000 pérdidas desde junio pasado. También afirmó que Rusia avanza "con calma" hacia los objetivos fijados en el marco de la operación militar especial, que comenzó el 24 de febrero de 2022.
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