Vladimir Putin anunció el
desarrollo de una arma electromagnética que aplicada directamente sobre
el sistema nervioso central afectará a una persona hasta reducir su
voluntad propia.
El apocalipsis zombie, que tan presente ha estado en el imaginario colectivo más reciente, ve incrementada sus probabilidades de ocurrencia luego del anuncio que hiciera la semana pasada Anatoly Serdyukov, ministro de defensa ruso, sobre el desarrollo de una nueva arma electromagnética que atacará directamente el sistema nervioso central del objetivo.
El presidente ruso Putin confirmó a su vez la noticia y aseguró que se trata de “alucinantes pistolas psicotrónicas que efectivamente pueden convertir personas en zombies” (sic).
Según parece el dispositivo funcionará a partir de ondas de baja frecuencia (similares a las de los hornos de microondas) que dirigidas hacia una persona pueden afectar sus células cerebrales, con el supuesto fin de conseguir un tipo de control mental.
“Sistemas de armas de alta tecnología como este pueden compararse en efectos a las armas nucleares, pero serán más aceptables en términos de ideología política y militar”, comentó Putin al respecto
Las armas psicotrónicas no dejan huella y, por tanto, no se puede acusar a quienes las usan de los daños que producen pero son numerosas las patentes e investigaciones secretas que están aflorando a la luz revelando una lamentable realidad que muy poca gente conoce: las llamadas armas psicotrónicas son una realidad. De hecho más de 400 personas de medio mundo se han agrupado en una asociación que asegura aglutinar a víctimas de esos dispositivos, aparatos que pueden llevar incluso a la muerte a quienes son blanco de ellos y que algunos quieren utilizar discretamente para deshacerse de personas incómodas para los grupos de poder., desarrolladas en parte por el Ejército de USA, son conocidas gracias a determinados trabajos periodísticos.
Las últimas investigaciones sobre el control y la manipulación del cerebro han posibilitado el desarrollo de las terribles armas psicotrónicas. Su base científica reside en el descubrimiento de que el ser humano es un organismo electromagnético cuyo «funcionamiento» se puede alterar mediante señales de ondas en determinadas frecuencias. Precisamente, los primeros que anticiparon el peligro de esta clase de armamento fueron los físicos atómicos, aunque serían psiquiatras, psicólogos y neurólogos los responsables de hacerlas realidad durante la segunda mitad del siglo XX.
El 4 de septiembre de 1955, el coinventor de la bomba atómica y eminente físico Robert Oppenheimer advirtió del peligro que supondría el uso de estas tecnologías: “Los científicos no hemos prestado suficiente atención a nuestras responsabilidades con la sociedad (…) Desde mi punto de vista, los psicólogos no son del todo conscientes del poder que poseen. El progreso en su campo de estudio puede abrir una terrorífica posibilidad: la capacidad de controlar los pensamientos, sentimientos y comportamientos de una determinada población. A medida que progresan en conocimientos, intuyo que estos profesionales ofrecerán la disculpa de que los utilizarán con humanidad; una excusa ridícula comparada con la responsabilidad que van a afrontar”.
El pasado año el ejército de USA desclasifico unos documentos relativos al estudio y uso de armas no letales y sus efectos biológicos, en concreto una “pistola de rayos” que causa fiebres artificiales o incluso que alguien escuche voces en su cerebro.
Los documentos fueron desclasificados por el acta de libertad de información y actualmente están disponibles en la página Web del Departamento de Defensa. El informe titulado “Bioefecto de las Armas no Letales” está fechado en 1998 y detalla cinco proyectos diferentes sobre la “maduración” de tecnologías no letales haciendo uso de microondas, laser y sonido, principalmente dirigidos para el control de multitudes y otras aplicaciones.
Algunas de las ideas como el impulso electromagnético que provoca convulsión en los humanos como si de episodios epilépticos se tratara, son solo ideas conceptuales, pero otros como la pistola de “rayos” se ha probado con humanos. Esta pistola provoca lo que se conoce como “Efecto Frey”, que con ayuda de una estrecha gama de microondas induce sonidos audibles en los oídos de una persona. El proyecto fue tan bien acogido que en 2004 la Marina de USA financió las investigaciones del llamado “Efecto Frey”.
Menos exóticas son las armas que usan laser para deslumbrar o sonidos tan potentes que son capaces de mermar el equilibrio de una persona. Ambas han sido utilizadas ya en conflictos bélicos, el primero por ejemplo en Irak y el segundo en los ataques de “piratas” en las costas de Somalia. Por el contrario, en todo el informe no aparece ninguna mención a la utilización en conflictos de los prototipos que producen fiebre artificial o sonidos en la cabeza.
Dejando a un lado posibles usos no confirmados, es cierto que el poderoso movimiento militar de USA es proclive a experimentar con humanos, su biologia y como ya hizo con el proyecto MK-Ultra, con su psique. Incluso algunos expertos como Steve Wright de la Universidad de Reino Unido, afirma que estas últimas “armas” podrían ser usadas como armas de tortura.
El apocalipsis zombie, que tan presente ha estado en el imaginario colectivo más reciente, ve incrementada sus probabilidades de ocurrencia luego del anuncio que hiciera la semana pasada Anatoly Serdyukov, ministro de defensa ruso, sobre el desarrollo de una nueva arma electromagnética que atacará directamente el sistema nervioso central del objetivo.
El presidente ruso Putin confirmó a su vez la noticia y aseguró que se trata de “alucinantes pistolas psicotrónicas que efectivamente pueden convertir personas en zombies” (sic).
Según parece el dispositivo funcionará a partir de ondas de baja frecuencia (similares a las de los hornos de microondas) que dirigidas hacia una persona pueden afectar sus células cerebrales, con el supuesto fin de conseguir un tipo de control mental.
“Sistemas de armas de alta tecnología como este pueden compararse en efectos a las armas nucleares, pero serán más aceptables en términos de ideología política y militar”, comentó Putin al respecto
Las armas psicotrónicas no dejan huella y, por tanto, no se puede acusar a quienes las usan de los daños que producen pero son numerosas las patentes e investigaciones secretas que están aflorando a la luz revelando una lamentable realidad que muy poca gente conoce: las llamadas armas psicotrónicas son una realidad. De hecho más de 400 personas de medio mundo se han agrupado en una asociación que asegura aglutinar a víctimas de esos dispositivos, aparatos que pueden llevar incluso a la muerte a quienes son blanco de ellos y que algunos quieren utilizar discretamente para deshacerse de personas incómodas para los grupos de poder., desarrolladas en parte por el Ejército de USA, son conocidas gracias a determinados trabajos periodísticos.
Las últimas investigaciones sobre el control y la manipulación del cerebro han posibilitado el desarrollo de las terribles armas psicotrónicas. Su base científica reside en el descubrimiento de que el ser humano es un organismo electromagnético cuyo «funcionamiento» se puede alterar mediante señales de ondas en determinadas frecuencias. Precisamente, los primeros que anticiparon el peligro de esta clase de armamento fueron los físicos atómicos, aunque serían psiquiatras, psicólogos y neurólogos los responsables de hacerlas realidad durante la segunda mitad del siglo XX.
El 4 de septiembre de 1955, el coinventor de la bomba atómica y eminente físico Robert Oppenheimer advirtió del peligro que supondría el uso de estas tecnologías: “Los científicos no hemos prestado suficiente atención a nuestras responsabilidades con la sociedad (…) Desde mi punto de vista, los psicólogos no son del todo conscientes del poder que poseen. El progreso en su campo de estudio puede abrir una terrorífica posibilidad: la capacidad de controlar los pensamientos, sentimientos y comportamientos de una determinada población. A medida que progresan en conocimientos, intuyo que estos profesionales ofrecerán la disculpa de que los utilizarán con humanidad; una excusa ridícula comparada con la responsabilidad que van a afrontar”.
El pasado año el ejército de USA desclasifico unos documentos relativos al estudio y uso de armas no letales y sus efectos biológicos, en concreto una “pistola de rayos” que causa fiebres artificiales o incluso que alguien escuche voces en su cerebro.
Los documentos fueron desclasificados por el acta de libertad de información y actualmente están disponibles en la página Web del Departamento de Defensa. El informe titulado “Bioefecto de las Armas no Letales” está fechado en 1998 y detalla cinco proyectos diferentes sobre la “maduración” de tecnologías no letales haciendo uso de microondas, laser y sonido, principalmente dirigidos para el control de multitudes y otras aplicaciones.
Algunas de las ideas como el impulso electromagnético que provoca convulsión en los humanos como si de episodios epilépticos se tratara, son solo ideas conceptuales, pero otros como la pistola de “rayos” se ha probado con humanos. Esta pistola provoca lo que se conoce como “Efecto Frey”, que con ayuda de una estrecha gama de microondas induce sonidos audibles en los oídos de una persona. El proyecto fue tan bien acogido que en 2004 la Marina de USA financió las investigaciones del llamado “Efecto Frey”.
Menos exóticas son las armas que usan laser para deslumbrar o sonidos tan potentes que son capaces de mermar el equilibrio de una persona. Ambas han sido utilizadas ya en conflictos bélicos, el primero por ejemplo en Irak y el segundo en los ataques de “piratas” en las costas de Somalia. Por el contrario, en todo el informe no aparece ninguna mención a la utilización en conflictos de los prototipos que producen fiebre artificial o sonidos en la cabeza.
Dejando a un lado posibles usos no confirmados, es cierto que el poderoso movimiento militar de USA es proclive a experimentar con humanos, su biologia y como ya hizo con el proyecto MK-Ultra, con su psique. Incluso algunos expertos como Steve Wright de la Universidad de Reino Unido, afirma que estas últimas “armas” podrían ser usadas como armas de tortura.
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