La Administración estadounidense, presidida por Joe Biden, reiteró el lunes su firme apoyo a Taiwán para que eleve su capacidad defensiva, y urgió a China el cese de su “presión y coerción militar” después de que los aviones del Ejército Popular de Liberación realizaran el mismo día 56 vuelos sobre la zona de identificación de defensa aérea de Taiwán (ADIZ) en medio de tensiones latentes, que siguieron a 16 vuelos el domingo, 39 el sábado y 38 el viernes.
“Tenemos un interés permanente en la paz y la estabilidad en todo el estrecho de Taiwán. Es por eso que continuaremos ayudando a Taiwán a mantener una capacidad de autodefensa”, señaló la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, en una conferencia de prensa.
La vocera destacó el compromiso de Washington hacia Taipéi de “sólido como una roca” y subrayó que la postura de Estados Unidos respecto al conflicto entre China y Taiwán no ha cambiado y mantiene su defensa de la isla. “Continuaremos observando la situación muy de cerca”, advirtió.
Los comentarios de Psaki se produjeron después de que el Ministerio de Defensa de Taiwán denunciara que, desde el viernes, habían entrado más de cien cazas en el espacio aéreo de la isla —sobre la que Pekín reclama soberanía—, lo que supone la mayor incursión china jamás registrada en esa zona.
A su vez, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China remarcó el derecho de Pekín a llevar a cabo esos desplazamientos aéreos y recordó que “Taiwán pertenece a China” y “Estados Unidos no está en posición de hacer comentarios irresponsables”.
“Es necesario que Estados Unidos deje de apoyar a las fuerzas separatistas que se manifiestan a favor de la independencia de Taiwán y que dé pasos concretos por salvaguardar la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán”, resaltó el lunes la portavoz de la Cancillería China, Jua Chunying.
Pekín realizó dicho despliegue masivo de sus fuerzas aéreas cerca de Taiwán después de que una fragata británica HMS Richmond pasara el lunes por el estrecho de Taiwán, en una medida destinada a desafiar el reclamo de Pekín sobre la vía fluvial estratégica.
El gigante asiático ha condenado en múltiples ocasiones la presencia militar de potencias como Estados Unidos y Europa en sus aguas sureñas, y acusa a Washington de tratar de dominar el mar de China Meridional y militarizar la zona.
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