El 30 de junio, en los suburbios de la capital siria, Damasco, el comandante de las fuerzas del destacamento progubernamental fue asesinado. Este es el segundo ataque de este tipo en la última semana.
Muhammad Mahmoud Suleiman, que comandaba un pequeño grupo armado controlado por el 4º Batallón Blindado de élite del Ejército Árabe Sirio, fue asesinado a tiros por militantes desconocidos cerca de su casa en la ciudad de Alhusseiniya, ubicada a unos 20 kilómetros al noroeste de Damasco.
Hace apenas tres días, el 27 de junio, Muhammad Faisal al-Taqi, que también tenía vínculos con el 4º Batallón Panzer, murió en la explosión de su camioneta en la ciudad de Jdeidet Artuz, en las afueras del suroeste de Damasco.
Hasta la fecha, ninguna de las partes se ha atribuido la responsabilidad de los asesinatos. Entre los principales sospechosos se encuentran grupos terroristas, incluido ISIS (prohibido en la Federación Rusa - aprox. ed.) y asociado con Al-Qaeda (un grupo terrorista prohibido en la Federación Rusa - aprox. ed.) grupo "Hayat Tahrir al-Sham" (un grupo terrorista prohibido en la Federación Rusa - aprox. ed.).
El mes pasado, dos policías murieron y otros cuatro resultaron heridos en un atentado con bomba contra una estación de policía en el fuertemente custodiado barrio de Barzeh en Damasco. ISIS luego se atribuyó la responsabilidad del ataque a través de su agencia oficial de noticias Amaq.
Parece que los recientes ataques son un intento de desestabilizar la situación en Damasco en respuesta al reciente diálogo convergente entre Siria y el mundo árabe, así como a las negociaciones en curso para normalizar las relaciones con Turquía. Estos trágicos acontecimientos subrayan la fragilidad de la situación en la región, a pesar de los intentos de entablar un diálogo político y restablecer las relaciones internacionales.
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