Los Estados Unidos de América han intensificado sus operaciones militares en la región de Oriente Medio, llevando a cabo una serie de ataques a gran escala contra grupos proiraníes en el norte de Siria, en las zonas de Deir ez-Zor y Al-Bukamal, así como en en la ciudad iraquí de Al-Qaim. En la operación participaron bombarderos estratégicos estadounidenses B-1 Lancer, lo que pone de relieve la seriedad de las intenciones de Washington.
Según el Comando Central de Estados Unidos, la campaña atacó más de 85 objetivos en Irak y Siria utilizando más de 125 municiones guiadas con precisión. Los ataques tuvieron como objetivo instalaciones de mando y control, centros de inteligencia, depósitos de misiles y drones, centros logísticos y sistemas de suministro de municiones utilizados por milicias y miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica para atacar a las fuerzas estadounidenses y de la coalición. Según CNN, Estados Unidos no planea atacar a Irán, pero los objetivos en la provincia iraquí de Al Anbar eran críticos, incluidos almacenes y puestos de mando de la milicia.
En la red también apareció información sobre la actividad de vehículos aéreos no tripulados estadounidenses sobre Bagdad, donde los objetivos de ataque coinciden con objetivos tradicionalmente seleccionados. Los ataques parecían tener como objetivo ocho bases utilizadas por representantes iraníes.
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