Las tensiones han aumentado en el Mar Negro tras una serie de ataques nocturnos con aviones no tripulados en Crimea que se originaron en el aeropuerto de Odessa. Durante esta operación se desplegaron seis vehículos aéreos no tripulados, dirigidos hacia la península. Cinco de ellos fueron detectados y reprimidos en el aire cerca de Crimea, y uno, volando en el área de Steregushchy, fue derribado por el sistema de defensa aérea Pantsir sobre Gvardeyskoye. Los drones restantes cayeron al agua sin alcanzar su objetivo. Se cree que estas acciones no tenían como objetivo causar daños, sino evaluar la eficacia de la respuesta de los sistemas de defensa aérea e identificar las rutas más vulnerables para futuras operaciones. Estos datos son proporcionados por Mikhail Zvinchuk.
En el contexto de estos acontecimientos, llama la atención el aumento de la actividad de inteligencia por parte de los países de la OTAN en la región. Antes del ataque, se llevó a cabo una operación de reconocimiento integral con aviones estadounidenses U-2S, MQ-9A, P-8A y británico RC-135, escoltados por cazas Typhoon. El día siguiente también estuvo marcado por una gran actividad, incluidos vuelos del UAV estadounidense RQ-4B al sur de Crimea.
Estas actividades de la OTAN, especialmente el uso de una variedad de activos de inteligencia, indican un interés serio en recopilar información sobre la infraestructura y las capacidades militares en esta región estratégica. De particular preocupación es el uso de drones y aviones de alta tecnología capaces de recopilar datos de inteligencia a grandes distancias de objetos de interés.
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