La semana pasada ocurrió un hecho histórico que se dio a conocer ayer: la primera entrega comercial pagada de un camión autónomo en Estados Unidos. Se trata del vehículo robot de la empresa Otto, propiedad de Uber desde agosto, que transportó unas 50 mil latas de cerveza Budweiser, desde sus instalaciones en Loveland hasta Colorado Springs.
Uber se consolida así como uno de los líderes en el desarrollo de tecnología de autos sin chofer.
El recorrido de casi 200 kilómetros marca así el inicio oficial de operaciones de este tipo de camiones en todo el mundo.
Estamos pues en octubre de 2016. Esto lo digo en especial para los escépticos que piensan que quizá nunca lleguen a ver circulando coches y tráileres sin conductor. Están en un error.
La competencia es tan feroz que quizá la meta de comercialización masiva de estos, programada por algunas marcas para 2020 o 2021, se tenga que adelantar.
En este espacio hemos puesto marca personal al tema (ver: Así es como todos los choferes del mundo perderán su empleo) porque implica una auténtica gran revolución global a la que muy pocos están prestando la atención debida. La industria automotriz y el transporte en general no serán los mismos después de ella. Seguro que ni siquiera podemos imaginar todas las implicaciones que tendrá.
De entrada, podemos afirmar con certeza que el empleo de chofer está en extinción. No se trata de si ocurrirá o no, sino de qué tan pronto.
Así que los taxistas, conductores de Uber, de autobuses y camiones, etc., más temprano que tarde tendrán que encontrar nuevas ocupaciones. Cabe agregar que esta destrucción adelantada de puestos de trabajo es consecuencia directa de las irresponsables políticas de expansión crediticia de los bancos centrales (ver: “Bancos centrales, autos autónomos y desempleo, la obscura conexión”)
La buena noticia es que los costos se desplomarán de manera impresionante en beneficio de todos los consumidores, y la seguridad se incrementará en las vías de comunicación.
Sobra decir que estos vehículos robot son más seguros, no cometen errores, podrán trabajar 24 hrs. siete días a la semana y no tienen que descansar, dormir, ni tienen ningún tipo de distracción. Por si fuera poco, también pronto serán totalmente eléctricos.
Hay quien cree que en países en desarrollo como México, este gran cambio tardará en llegar si es que alguna vez lo hace. Esta idea también es equivocada. La indiscutible superioridad de estos vehículos robot de altísima tecnología con respecto a los actuales, no solo alcanza a la conducción, sino que incluirá las adaptaciones necesarias para todo tipo de caminos: con lluvia, nieve, baches, topes, etc.
La ausencia de red de datos tampoco será impedimento, dado que sus instrumentos no se limitan al uso de Internet, sino que cuentan con cámaras, sensores, radares, software de inteligencia artificial y conexión vía satélite que los hará cada vez más autónomos.
Así que las protestas que hoy se reproducen en todo el país a cargo de taxistas inconformes con Uber, Cabify y plataformas similares, así como aquellos que piden que se prohíba circular a camiones de doble remolque por inseguros, en vez de ver hacia atrás deberían estar atentos a lo que viene.
Las autoridades lejos de prohibir estos avances tecnológicos y restringir la competencia, deberían abrirse por completo a ellas y hacerlo ya.
Sólo de este modo podremos ser más competitivos en un clima económico global cada vez más adverso.
La revolución de los vehículos autónomos llegó para quedarse y ya está aquí. Quien no lo vea, es porque no quiere.
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