De tanto jugar a la diplomacia "primitiva y de cocina", tal como lo calificó el presidente ruso Vladímir Putin, a Donald Trump se le chamuscó la carne que Barack Obama puso en el asador.
Las medidas paleolíticas de Obama acaban de recibir un mazazo siete meses después. Algo de agua corrió debajo del puente desde aquel 29 de diciembre de 2016 en el que Barack Husein se sirvió de argumentos peliculeros de serie B para expulsar a diplomáticos rusos, una ficción que hablaba de espionaje y manipulación en las elecciones presidenciales de EEUU.
Mientras el Kremlin trataba de que esas aguas se calmaran y se volvieran cristalinas como las de un manantial, desde el Capitolio, en Washington, la removían cada vez más, con palos, piedras, y otros extras. Y la Casa Blanca hacía lo propio con el derribo de un avión sirio, en territorio sirio, y el ataque con 59 misiles en el país árabe, so pretextos también inventados, para luego acusar a Rusia de exacerbar el conflicto virulento en Siria, como una de las excusas para aplicar nuevas sanciones, y que todo se vuelva un huracán incontrolable.
Hay que querer muy poco a un pueblo para denigrarlo tanto como lo hizo Obama con sus ciudadanos, al dejarles ver que Moscú había decidido su voto por ellos. Que ellos, como si fueran ignorantes ovejas de un rebaño, cavernícolas del primer mundo, habían sucumbido al hechizo de Rusia para decidir su futuro en las urnas. Después de todo, los chanchullos – léase injerencias – que hizo el partido de Obama, el Demócrata, — que de eso tiene poco —, para dejar fuera a Bernie Sanders, poco tienen que ver con el Kremlin.
No en vano, quien fuera presidenta del Partido Demócrata, Debbie Wasserman Schultz, debió dimitir al quedar al descubierto mediante la filtración de 19.252 emails por parte de Wikileaks, todas las trampas que la propia Dirección del Partido Demócrata (DNC por sus siglas en inglés), hizo para echar a Bernie Sanders de su carrera hacia la Casa Blanca.
Pero estas trampas, sólo merecieron las alabanzas de los implicados. Tras conocer la renuncia de Wasserman Schultz, Clinton le agradeció su "liderazgo de cinco años", y Obama la llamó por teléfono para agradecerle su trabajo. Efectivamente: había hecho muy bien el trabajo de echar a patadas a Sanders. Eso demostró tres cosas: la medida de los escrúpulos de Clinton y Obama; la injerencia del propio Partido Demócrata en las elecciones de EEUU; y que el Kremlin no tuvo nada que ver con eso.
Entonces Obama tuvo que inventarse una cortina de humo. Agitar los ánimos antirrusos e inventarse una historia que ni él se la cree, para fundar la expulsión de 35 diplomáticos rusos a los que responsabilizó de interferencia en las elecciones de EEUU, — perdón, ¿dónde nos perdimos?— , y el secuestro de dos mansiones diplomáticas rusas en suelo estadounidense.
Mientras el Kremlin trataba de que esas aguas se calmaran y se volvieran cristalinas como las de un manantial, desde el Capitolio, en Washington, la removían cada vez más, con palos, piedras, y otros extras. Y la Casa Blanca hacía lo propio con el derribo de un avión sirio, en territorio sirio, y el ataque con 59 misiles en el país árabe, so pretextos también inventados, para luego acusar a Rusia de exacerbar el conflicto virulento en Siria, como una de las excusas para aplicar nuevas sanciones, y que todo se vuelva un huracán incontrolable.
Hay que querer muy poco a un pueblo para denigrarlo tanto como lo hizo Obama con sus ciudadanos, al dejarles ver que Moscú había decidido su voto por ellos. Que ellos, como si fueran ignorantes ovejas de un rebaño, cavernícolas del primer mundo, habían sucumbido al hechizo de Rusia para decidir su futuro en las urnas. Después de todo, los chanchullos – léase injerencias – que hizo el partido de Obama, el Demócrata, — que de eso tiene poco —, para dejar fuera a Bernie Sanders, poco tienen que ver con el Kremlin.
No en vano, quien fuera presidenta del Partido Demócrata, Debbie Wasserman Schultz, debió dimitir al quedar al descubierto mediante la filtración de 19.252 emails por parte de Wikileaks, todas las trampas que la propia Dirección del Partido Demócrata (DNC por sus siglas en inglés), hizo para echar a Bernie Sanders de su carrera hacia la Casa Blanca.
Pero estas trampas, sólo merecieron las alabanzas de los implicados. Tras conocer la renuncia de Wasserman Schultz, Clinton le agradeció su "liderazgo de cinco años", y Obama la llamó por teléfono para agradecerle su trabajo. Efectivamente: había hecho muy bien el trabajo de echar a patadas a Sanders. Eso demostró tres cosas: la medida de los escrúpulos de Clinton y Obama; la injerencia del propio Partido Demócrata en las elecciones de EEUU; y que el Kremlin no tuvo nada que ver con eso.
Entonces Obama tuvo que inventarse una cortina de humo. Agitar los ánimos antirrusos e inventarse una historia que ni él se la cree, para fundar la expulsión de 35 diplomáticos rusos a los que responsabilizó de interferencia en las elecciones de EEUU, — perdón, ¿dónde nos perdimos?— , y el secuestro de dos mansiones diplomáticas rusas en suelo estadounidense.
Y a falta de un día para cumplirse los siete meses del golpe sobre la mesa de la cocina que dio Obama con esas medidas, llega la respuesta rusa. No sin mediar una gran paciencia de parte del presidente Vladímir Putin, quien todavía no ha respondido a las sanciones antirrusas, — aún no aprobadas del todo —, pero que galopan a lomo de las guerras intestinas del "todos contra Trump" desatada en las entrañas del poder del "Estado profundo" de EEUU.
En este sentido, el analista militar Juan Aguilar observa que "ya es bastante conocida la paciencia que suele tener el presidente ruso, no sólo en este tema, sino también en muchos temas internacionales. Ha aplicado un principio de prudencia y de tomar las cosas con perspectiva, y claro, a la perspectiva la da el tiempo. La reacción actual (de Rusia), sigue siendo suave, sigue siendo la aplicación de un principio de correspondencia diplomática".
Pero estas medidas de Rusia, tomaron por sorpresa a la administración Trump. Para el periodista, esto es así pues "lo que pasa es que extraña que se produzcan, porque como hasta ahora (en EEUU) se han acostumbrado al silencio del Kremlin, piensan que nunca va a pasar nada".
A cambio de los 35 diplomáticos rusos expulsados de EEUU, Rusia decidió, sin utilizar la palabra "expulsión", que la presencia de estadounidenses al servicio de Embajada y Consulados debe emparejarse, en número idéntico, con el de funcionarios rusos en suelo norteamericano: 455.
Para Aguilar "hay una cuestión que efectivamente (…) no sabemos por qué, — lo podemos sospechar —, EEUU tiene tantos funcionarios en la Federación de Rusia. A uno se le pasa por la cabeza 'a qué se dedicarán'. Ya sabemos a lo que se dedican en otros países, entonces pues la sospecha aumenta. No se justifica".
"Para qué quieren tanto personal en Moscú, en San Petersburgo y en otras ciudades, conociendo además a lo que se suelen dedicar los funcionarios norteamericanos allí donde están sus Embajadas. Recordemos aquel famoso chiste que existía en los años ’60:
'¿Por qué no hay nunca un golpe de Estado en los EEUU? Pues porque allí no hay embajada americana'.
En este sentido, el analista militar Juan Aguilar observa que "ya es bastante conocida la paciencia que suele tener el presidente ruso, no sólo en este tema, sino también en muchos temas internacionales. Ha aplicado un principio de prudencia y de tomar las cosas con perspectiva, y claro, a la perspectiva la da el tiempo. La reacción actual (de Rusia), sigue siendo suave, sigue siendo la aplicación de un principio de correspondencia diplomática".
Pero estas medidas de Rusia, tomaron por sorpresa a la administración Trump. Para el periodista, esto es así pues "lo que pasa es que extraña que se produzcan, porque como hasta ahora (en EEUU) se han acostumbrado al silencio del Kremlin, piensan que nunca va a pasar nada".
A cambio de los 35 diplomáticos rusos expulsados de EEUU, Rusia decidió, sin utilizar la palabra "expulsión", que la presencia de estadounidenses al servicio de Embajada y Consulados debe emparejarse, en número idéntico, con el de funcionarios rusos en suelo norteamericano: 455.
Para Aguilar "hay una cuestión que efectivamente (…) no sabemos por qué, — lo podemos sospechar —, EEUU tiene tantos funcionarios en la Federación de Rusia. A uno se le pasa por la cabeza 'a qué se dedicarán'. Ya sabemos a lo que se dedican en otros países, entonces pues la sospecha aumenta. No se justifica".
"Para qué quieren tanto personal en Moscú, en San Petersburgo y en otras ciudades, conociendo además a lo que se suelen dedicar los funcionarios norteamericanos allí donde están sus Embajadas. Recordemos aquel famoso chiste que existía en los años ’60:
'¿Por qué no hay nunca un golpe de Estado en los EEUU? Pues porque allí no hay embajada americana'.
Y el chiste realmente expresa una realidad. La realidad es que las Embajadas norteamericanas en todo el mundo, y sus funcionarios, sirven a políticas muy marcadas decretadas por la Secretaría de Estado", apunta el experto.
El número exacto de diplomáticos y técnicos de EEUU que debe abandonar Rusia — en la Embajada en Moscú, así como en los Consulados Generales de San Petersburgo, Ekaterimburgo y Vladivostok —, se desconoce, pero ya se habla de cientos, que oscilan, dependiendo de las fuentes, entre 150 y 700.
Aguilar explica que "en cuanto al número de diplomáticos (de EEUU que deben abandonar Rusia), pues lo mismo. Lo dejamos en el mismo número de diplomáticos. ¿Qué ahora se tienen que ir 200 o 300? Pues que cojan el avión y se vayan. Es así de claro, sobre todo cuando tú has expulsado diplomáticos. Cuando de alguna forma ha habido que retirar al embajador ruso de Washington (Serguéi Kisliak), porque lo estaban implicando en una especie de conspiración absolutamente delirante respecto a las elecciones norteamericanas, y ha habido que cambiarlo, más allá de si le tocaba o no. Lo prudente era cambiarlo. Y así con todo", enfatiza el periodista al explicar el accionar de la política norteamericana.
La nota del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia además lanza una advertencia: "En caso de que el gobierno estadounidense tome nuevas acciones unilaterales para reducir el número de nuestros diplomáticos en EEUU, responderemos de forma simétrica".
Asimismo, Rusia suspende desde el 1 de agosto el uso por la Embajada de EEUU de una casa de campo (dacha) situada en Serebrianiy Bor, y de los depósitos en la calle Dorózhnaya, en Moscú.
"Hay una serie de propiedades diplomáticas embargadas o confiscadas en EEUU (…) que son de propiedad rusa, y lo que se hace es un principio de correspondencia: hacer lo mismo con propiedades norteamericanas en la Federación de Rusia", concluye Juan Aguilar.
El número exacto de diplomáticos y técnicos de EEUU que debe abandonar Rusia — en la Embajada en Moscú, así como en los Consulados Generales de San Petersburgo, Ekaterimburgo y Vladivostok —, se desconoce, pero ya se habla de cientos, que oscilan, dependiendo de las fuentes, entre 150 y 700.
Aguilar explica que "en cuanto al número de diplomáticos (de EEUU que deben abandonar Rusia), pues lo mismo. Lo dejamos en el mismo número de diplomáticos. ¿Qué ahora se tienen que ir 200 o 300? Pues que cojan el avión y se vayan. Es así de claro, sobre todo cuando tú has expulsado diplomáticos. Cuando de alguna forma ha habido que retirar al embajador ruso de Washington (Serguéi Kisliak), porque lo estaban implicando en una especie de conspiración absolutamente delirante respecto a las elecciones norteamericanas, y ha habido que cambiarlo, más allá de si le tocaba o no. Lo prudente era cambiarlo. Y así con todo", enfatiza el periodista al explicar el accionar de la política norteamericana.
La nota del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia además lanza una advertencia: "En caso de que el gobierno estadounidense tome nuevas acciones unilaterales para reducir el número de nuestros diplomáticos en EEUU, responderemos de forma simétrica".
Asimismo, Rusia suspende desde el 1 de agosto el uso por la Embajada de EEUU de una casa de campo (dacha) situada en Serebrianiy Bor, y de los depósitos en la calle Dorózhnaya, en Moscú.
"Hay una serie de propiedades diplomáticas embargadas o confiscadas en EEUU (…) que son de propiedad rusa, y lo que se hace es un principio de correspondencia: hacer lo mismo con propiedades norteamericanas en la Federación de Rusia", concluye Juan Aguilar.
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