12 de marzo 2012 | 06:25
Cuando hace un año, Japón se vio golpeado por un terremoto enorme de
magnitud 9 seguido de un devastador tsunami que destruyó gran parte de
Fukushima en la Isla Honshu, pocas personas comprendieron en aquel
momento que serían las explosiones de los reactores de la planta nuclear
Dai-Ichi las que generarían verdadera preocupación global. No solo
desde el punto de vista de la seguridad nuclear, sino también por haber
indicios de serias derivaciones políticas de este accidente, que ha
demostrado ser mucho más grave que el evento de Chernóbyl en la ex-URSS
en 1986.
Ya se han registrado preocupantes niveles de radioactividad en
distintas partes del Japón y en la región del Pacífico, a medida que la
contaminación fue arrastrada por los vientos, el agua y penetró en
suelos y napas de agua, afectando sembrados, localidades, alimentos,
instalaciones industriales y sus productos de exportación. Las
explosiones de la planta Dai-Ichi también descargaron toneladas de
desechos radioactivos en el Océano. Luego de un año, aún prevalecen
muchos puntos oscuros sobre este evento catastrófico
En un interesante artículo publicado en la revista estadounidense-japonesa 'Hyphen',
titulado “El mundo se encuentra impotente ante la contaminación de
Fukushima”, el ex-director general del 'The Japan Times Weekly' y
consultor en materia de lucha contra los efectos de la radiación, Yoichi
Shimatsu, explica que puede que detrás del desastre de Fukushima se
oculten más cosas de lo que aparecen a primera vista.
Por ejemplo, existen rumores que señalan un potencial encubrimiento al
máximo nivel decidido a minimizar la verdadera gravedad de este desastre
nuclear. En consonancia con los intereses del lobby favorable a la
energía nuclear, la información y el debate sobre este caso han quedado
mayormente paralizados. Sin embargo, la opinión pública japonesa y
mundial manifiesta creciente preocupación ante la falta de información
clara y oportuna, tanto de las autoridades japonesas como de entes
internacionales acerca del verdadero alcance de la contaminación.
Fukushima es un ejemplo de masivo ocultamiento por los medios de
difusión occidentales en torno al verdadero peligro para la población,
especialmente en la zona del Pacífico Norte desde Japón hasta
Norteamérica.
En su artículo, Shimatsu señala que “no
se está debatiendo con precisión sobre los peligros a la salud pública
mundial dado que los gobiernos se encontrarían imposibilitados ante la
monstruosidad nuclear que han creado. Luego de asegurarle al mundo
durante décadas que la energía nuclear no es peligrosa, ahora queda
demostrado que las cosas no son así, tras los efectos inesperados luego
del colapso de los reactores en marzo 2011, abriéndose así una caja de
Pandora que supera la imaginación de los científicos de las grandes
corporaciones y los ingenieros burócratas, quienes ahora solo reaccionan
con un silencio confuso”.
Luego, señala que los desafíos incluyen “una creciente amenaza a la
salud reproductiva humana consecuencia de la ingestión de isótopos
radioactivos provenientes de alimentos, agua potable y la respiración,
que resultarán en abortos masivos y una declinación poblacional en
Japón, tendencia que podrá extenderse a nivel mundial”, y que incluiría “mutaciones
de patógenos contagiosos tales como la gripe aviaria, dados los
desordenes genéticos tanto en microorganismos como en especies
portadoras que ocasionará, incluyendo en animales domésticos y vida
silvestre”.
Pero existen otros aspectos preocupantes provenientes de la catástrofe
de Fukushima que estarían siendo silenciados. Por ejemplo, el entonces
primer ministro japonés Naoto Kan jamás aclaró por qué razón impuso un
hermetismo total en torno a las primeras reuniones de su gabinete de
emergencia, ni porqué su gobierno ordenó al operador de Dai-Ichi, la Tokyo Electric Power Company (TEPCO)
que no abandonara el reactor No.1 luego de las explosiones del 15 de
marzo, que se supo fue para evitar reacciones en cadena, según indica
una investigación realizada por la entidad Rebuild Japan Initiative Foundation.
Este tipo de secretismo de máximo nivel junto con el contenido
peligrosamente elevado detectado en distintos lugares del isótopo
Cesio-137 (y 134) como en la ciudad de Osaka a 600 kilómetros de
distancia (niveles 100 veces mayores que los normales, según un informe
del Instituto de Salud Pública de Osaka del 19 de mayo de 2011),
señalarían que el reactor Fukushima No. 1 podría haber sido utilizado
para reprocesar uranio de calidad militar.
De demostrarse la veracidad de esto, ello conformaría una clara
violación por Japón del tratado de No Proliferación de Armas Nucleares,
en cuyo caso se esperaría que la Agencia Internacional de Energía
Atómica (AIEA) a cargo del japonés Yukiya Amano y los gobiernos de EE.
UU. y Reino Unido, al menos investigarían y procurarían levantar el velo
sobre estos puntos oscuros. Pero, no: pareciera que todos están
demasiado ocupados en inventar pruebas sobre la inexistente amenaza
nuclear iraní. La AIEA, en su postura muy favorable a los intereses de
EE. UU., Reino Unido y sus aliados, apenas si ha prestado alguna
atención a lo que ocurre en Fukushima.
Según fuentes anónimas dentro de la agencia de no proliferación de EE.
UU., se sospecha de la existencia de uranio altamente radioactivo que
correspondería a ojivas nucleares norteamericanas desmanteladas y
almacenadas en piletones de combustible gastado en Fukushima, pudieron
haberse encendido luego que el terremoto dejara fuera de servicio las
bombas de agua. La serie de detonaciones que ocurrió no permitió que
los equipos de reparación pudieran acceder a los controles del núcleo
del reactor, que eventualmente se derritió perforando sus cámaras de
contención, lo que hizo que tomara contacto directo con el suelo debajo
del mismo. Buena parte de ese material nuclear enriquecido provendría de
los arsenales militares de EE. UU., según un acuerdo secreto del año
2006 entre los gobiernos de George W. Bush y Shinzo Abe de Japón.
Los operarios de emergencia en la planta también informaron que
recientemente se le habría reinstalado al supuestamente vacio reactor
No. 4 una nueva cobertura de acero por su constructor General Electric
(GE). encontrándose totalmente cargado con nuevas varillas de
combustible. A su vez, los dos reactores adicionales habrían sido
utilizados para operaciones clandestinas de enriquecimiento de uranio
previo a su extracción.
Según Shimatsu, las empresas Hitachi Electric y Honeywell estarían
en sociedad para desarrollar un sistema de laser-plasma para extraer
plutonio y uranio de alta pureza. Estas corporaciones, junto con la GE
(EE. UU.), GEC (Reino Unido), y otras, operan en red y conforman un
lobby favorable a la industria de la energía nuclear, cuyos principales
nódulos a lo largo de las últimas seis décadas han incluido al
Ministerio de Economía, Comercio e Industria del Japón –un verdadero
estado dentro del Estado japonés– al Partido Demócrata Liberal y a los
departamentos de Estado y de Defensa de EE. UU. Todos, a su vez,
coordinados a través de altos directivos y funcionarios de gobierno que
son miembros de la poderosa Comisión Trilateral de
Rockefeller/Rothschild.
De comprobarse la existencia de algún tipo de colaboración encubierta
en programas de armas nucleares entre Washington y Tokio, ello
conformaría una violación abierta de tratados internacionales y del
Tratado Estadounidense-Japonés de Seguridad por el cual Japón permite
bases militares estadounidenses en su territorio a cambio de protección
norteamericana bajo su “paraguas nuclear”.
En tal caso estaríamos ante otro caso de doble discurso por parte de
las potencias occidentales en materia nuclear, lo que no habrá de
sorprender toda vez que se tenga en cuenta el apoyo secreto que desde
hace décadas brinda EE. UU. al desarrollo del programa militar nuclear
de Israel, tolerando incluso que dicho Estado no firme el Tratado de No
Proliferación de Armas Nucleares.
¿Qué misterios se ocultan detrás de Fukushima? ¿Qué secretos
inconfesables ocultan GE, GEC, TEPCO, Hitachi, Honeywell y los gobiernos
japonés y estadounidense en este tema?
Pareciera que se necesita unir los puntos más apartados e improbables para formarnos una imagen correcta de esta realidad…
Adrian Salbuchi para RT en Español
Adrian Salbuchi es analista político, autor, conferencista y comentarista en radio y TV de Argentina. www.asalbuchi.com.ar
Artículo completo en: http://actualidad.rt.com/mas/blogs/salbuchi/blog_37375.html?rc=1
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