La tradicional "Fiesta del Sol" se celebra tras una vigilia helada a 2.600 metros sobre el nivel del mar. El Inti Raymi, un rito milenario en la noche más larga del añoCon
los brazos extendidos hacia el cielo y las palmas abiertas hacia el
sol. Así, decenas de personas, entre miembros de la comunidad colla,
turistas y lugareños, recibieron el amanecer del domingo en Huacalera,
Jujuy. Fue el final de la
celebración del Inti Raymi o la
"Fiesta del Sol",
una celebración incaica milenaria que fue reeditada este año por los
pueblos originarios andinos, para dejar atrás la noche más larga del
año.
La ceremonia, organizada por la comunidad Tinkus Kachas,
arrancó al anochecer del sábado, en coincidencia con el solsticio de
invierno en el hemisferio sur. Y en un lugar especial: el monolito que
señala el paso del Trópico de Capricornio, en las afueras de esa
localidad abrazada por cadenas montañosas, a 100 kilómetros de la ciudad
de San Salvador de Jujuy y a unos 2.600 metros sobre el nivel del mar.
Dos
fogatas marcaron el punto de encuentro para el rito que los aborígenes
locales absorbieron de los incas hace ya varios siglos. Aunque con menos
gente que en años anteriores, según los lugareños por diferencias hacia
el interior de la comunidad, decenas de collas iniciaron la vigilia con
cantos y bailes, en ronda alrededor del fuego.
A la medianoche se celebró
el Año Nuevo Solar
y se le "abrió la boca" a la Pachamama, a la que ofrecieron de comer y
de fumar, en lo que se conoce como Corpachada. También bebidas
alcohólicas, algo que circuló, en buena cantidad, durante toda la noche.
Con
una temperatura que coqueteó con el bajo cero, medio centenar de
personas se animó a la vigilia completa durante toda la madrugada. En su
gran mayoría, miembros de las comunidades con ascendencia incaica, que
sumaron al bagaje de los pueblos originarios otras marcas. Para muestra,
cerca de las 2 de la mañana dos jóvenes collas que respetaron a
rajatabla los rezos y rituales programados, charlaban cerca del fuego
sobre sus carreras universitarias en Salta.
Más cerca del
amanecer, fueron unas 200 las personas que se acercaron al monolito, que
sirve como reloj de sol al borde de la ruta nacional 9. Antes de que el
primer rayo apareciese sobre las cimas de la zona conocida como La
Huerta, en las sierras jujeñas, el sacerdote o Yatiri, rogó por
bendiciones con sus manos al cielo, con hojas de coca señalando los
puntos cardinales. Entonces, las ofrendas se renovaron. Este año, se
ofreció incluso una llama en sacrificio al "Tata Inti".
Poco
después de las 9, el sol comenzó a asomarse sobre las montañas y los
brazos se extendieron hacia los rayos mientras se entonaban rezos en
quechua, aymará y castellano. Fue el final de una noche gélida, la más
larga, que contrastó con la luminosidad del domingo en el junio norteño.
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