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lunes, 9 de febrero de 2015

Grecia: susto o muerte

La estrategia provocadora del gobierno griego lleva la situación al límite y se habla ya de la salida del país del euro




El primer ministro griego, Alexis Tsipras, sonríe durante la toma de posesión de los nuevos diputados en el Parlamento en Atenas (Grecia) hoy, jueves 5 de febrero de 2015. EFE

En apenas 15 días sabremos definitivamente que dirección tomará Grecia, si continuará en el euro o no. De momento, en menos de una semana hemos asistido a una serie de acontecimientos vertiginosos, inusuales (por no abusar de la palaba históricos) que se pueden resumir en una metáfora: todos los jugadores han puesto las cartas boca arriba. De momento nadie parece dispuesto a ceder y si nadie cede Grecia saldrá del euro. Pero todo puede pasar en pocos días y ya hay una conclusión, las actuaciones y declaraciones del ministro de finanzas griego, super-start Varoufakis, han sido recibidas como provocaciones innecesarias cuando no como actitudes chulescas. Tanto en Bruselas, capital de la Unión Europea, como en Frankfurt, sede del Banco Central Europeo (BCE) hay una norma no escrita que dice que las chulería solo se las puede permitir quien se las puede pagar.

Tienen derecho a cumplir su programa pero no tienen dinero
Primeros mensajes de Syriza, tanto de su presidente Alexis Tsipras como de su ministro Varoufakis, Grecia es un país soberano que reclama su soberanía y por tanto ni un mes más bajo el yugo de la Troika (BCE, Fondo Monetario Internacional y Unión Europea). Grecia no puede pagar su deuda en estas condiciones y si no paga el problema lo tienen los acreedores, no los griegos y, como tercer gran mensaje, nos han votado los griegos democráticamente y tenemos la obligación de cumplir nuestro programa electoral. Todo esto unido al enorme sufrimiento de la mayoría del pueblo griego durante estos cinco años de durísima crisis despierta simpatías hacia los más débiles, pero otra cosa es si el Gobierno griego ha acertado en la estrategia. Pasó del ‘no pagaremos la deuda’ a rectificarse en 48 horas y decirte que pagarán pero de otra manera. Pero Varoufakis le espetó en la mismísima cara del presidente del Eurogrupo que no reconocía a la Troika y que no negociaría con ella justo antes de realizar una gira por Europa para explicarse. Todo se resume en un problema, Grecia no tiene dinero para pagar el programa electoral de Syriza.

Si me pides dinero no me insultes
El pueblo griego está herido, dolido y humillado. Pero ocurre que el gobierno alemán ha sido elegido tan democráticamente como el Gobierno de Syriza, y ocurre también que si Tsipras sostiene que debe cumplir su programa lo mismo puede decir Merkel cuando resulta que el electorado alemán no quiere que se dé más dinero de sus impuestos a ayudar a países que consideran derrochadores. La rueda de prensa conjunta que ofrecieron la pasada semana los ministros de finanzas griego y alemán fue todo un duelo de titanes, un acontecimiento de los que rara vez los periodistas pueden presenciar. A la televisión le encanta Varoufakis, joven, atractivo, sin corbata y distinto. Enfrente el alemán Wolfang Schäuble, que ni es guapo ni joven y además lleva corbata y va en silla de ruedas. Fue Schäuble quien le dijo a la cara a Varoufakis que el gobierno alemán es tan democrático como el griego, fue el que le recordó que los países de euro tienen normas que se han cumplido siempre, como la de que los nuevos gobiernos respetan los acuerdos suscritos por los anteriores, y fue Schäuble quien remató con una frase que copiarán muchos líderes: “las promesas electorales hechas con cargo a terceros no son realistas”. A Varoufakis le cambió el gesto, porque el alemán le dijo a su cara que le parecía estupendo que prometiera a los griegos los que le diera la gana, siempre que lo pagara de su bolsillo.

Con todo el mayor error del ministro griego fue mentar a los nazis en Berlín. Sí, hay consenso mundial sobre que la humillación impuesta a Alemania en el Tratado de Versalles dio origen al nazismo y todo aquello acabó en la II Guerra Mundial. Pero fue una provocación innecesaria.

La UE está preparada para salida de Grecia del euro
Grecia representa el 2% del Producto Interior Bruto (PIB) de la Unión Europea, por tanto ni la UE ni la zona euro sufrirán gravemente si Grecia sale del euro. Desde que estalló la crisis en 2008 (global, hay que recordarle al PP quien habla de la crisis como si solo hubiera ocurrido en España) se ha hablado constantemente de que Grecia nunca debió entrar en la moneda única. El gobierno conservador reconoció que falseó los datos para poder entrar en el club de la moneda única. Fue una decisión política, primero que no despareciera el euro y segundo que no se expulsara a países como España, Italia, Portugal, Irlanda y Grecia. Pero desde el 2012, cuando el euro estuvo a punto de desaparecer, han pasado muchas cosas. En primer lugar el Banco Central Europeo es ya de verdad un banco central, hay unión bancaria y el BCE ha puesto en marcha, justo tres semanas antes de las elecciones griegas, la primera inyección masiva de liquidez a través de una decisión histórica: la compra de deuda soberana de los países con problemas. De esta forma el BCE, de acuerdo con Alemania, estableció un cordón sanitario alrededor de España, Italia, Portugal e Irlanda. No habrá contagio porque si los mercados atacan la deuda de esos países la comprará el BCE. Por tanto si siquiera habrá ataque.

El ataque fulminante de Draghi
Esta crisis, la peor desde la Segunda Guerra Mundial, ha obligado a la Unión Europea, sobre todo a la zona euro, a dar pasos de gigante que en circunstancias normales dudo que hubiera dado y, en todo caso, hubieran tardado decenios. El BCE solo tenía autoridad para controlar la inflación, no para intervenir en política económica. Gracias a la crisis el BCE interviene en política económica, hay unión bancaria, el BCE supervisa todos los bancos centrales y puede socorrer a países en apuros. Ya es el BCE quien de verdad manda, no la Troika.

Cuando Draghi anunció la compra de deuda soberana de los países las informaciones periodísticashablaban de una victoria de Draghi sobre los alemanes, pero cuando se conoce bien el juego de la Unión Europea se sabe que en ese tablero nunca hay grandes vencedores ni grandes perdedores. Siempre se consigue algo a cambio de algo. Merkel aceptó que el BCE comprara deuda pública y la semana pasada, en vísperas de la reunión entre Varoufakis y Schäuble en una acción inédita y que solo se da en casos de emergencia muy grave, el BCE sacó un comunicado a las nueve de la noche anunciando que cerraba el grifo a Grecia y solo dejaba la vía de emergencia para los bancos griegos. Fue una jugada maestra.
Grecia no tiene dinero y tiene que pedirlo. La idea de negociar un crédito puente hasta mayo es razonable, pero lo que no ha sido en absoluto razonable son las formas del Gobierno griego.

Obama y Europa
El Presidente Obama ha expresado muy bien lo que pueden sentir la mayoría de los ciudadanos del Sur de Europa, incluso de buena parte de Europa: “no se puede continuar apretando a países que están en medio de una recesión. En algún momento tiene que haber una estrategia de crecimiento para que puedan pagar sus deudas”. Sí, la deuda pública griega es impagable, como lo es la italiana y la española (cien por cien del PIB). Pero si se quiere una tercera vía no se comienza diciendo que no se va a pagar, que no se reconoce a los acreedores y que el nuevo préstamo que se pide será en las condiciones que quiera el demandante. Normalmente, en todos los órdenes de la vida, las condiciones las pone quien presta no quien pide el dinero.
Es cierto que Europa, y sobre todo Alemania, también se juega mucho. No puede aparecer como un imperio malvado al que no le afectan la miseria y desesperación de otros europeos, por lo que sería deseable un acuerdo para el que Grecia tendrá que ceder. Si el gobierno griego antepone el orgullo nacionalista a la realidad del tablero no le quedará otra que salir del euro. Y hay quien dice que durante algunos años le iría mal, pero que luego remontaría.

De momento Tsipras y Varoufakis tienen la poesía de su parte, pero el BCE, Bruselas y Berlín tienen el dinero. La poesía es hermosa, pero no paga las pensiones.

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