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sábado, 12 de diciembre de 2015

La invasión turca de Iraq

Yusuf Fernandez


La Turquía de Erdogan se ha convertido hoy en día en un ejemplo incomparable de agresividad y amenaza para toda la región de Oriente Medio. Sintiéndose respaldado por EEUU, que ha apoyado de forma verbal el derribo reciente del Su-24 ruso sobre Siria y ha guardado silencio con respecto al tráfico de petróleo robado por el EI a través de Turquía, Erdogan ha dado otro paso hacia la generación de tensiones en la región mediante el envío de tropas al norte de Iraq sin el permiso del gobierno iraquí y negándose a retirarlas cuando éste lo ha pedido. Esto constituye de hecho una agresión militar contra Iraq en base a la Carta de la ONU.

Turquía no obtendrá, sin embargo, lo que busca en Iraq, al igual que no lo consiguió en Siria, donde lleva cuatro años apoyando a grupos terroristas para derrocar al gobierno sirio e instalar otro que sea títere de Turquía y sus aliados. El fracaso de Erdogan en Siria queda reflejado por el despliegue del sistema antiaéreo ruso S-400 Triumf, que ha establecido una zona de exclusión aérea e impedido la creación de otra por parte de Turquía sobre Siria. Las tensiones con Rusia continúan y no parece que vaya a disminuir.


A pesar de los esfuerzos turcos, el presidente sirio, Bashar al Assad, es hoy mucho más fuerte que hace unos meses. Peor aún para Turquía es el hecho de que Egipto se ha convertido en otro enemigo de Ankara y ha adoptado medidas para acercarse a Siria en base a la posición de ambos países de combatir el terrorismo y luchar contra la influencia turca en los mismos. Egipto ha acusado a Turquía en numerosas ocasiones de apoyar al grupo prohibido de los Hermanos Musulmanes en su territorio. Poco después de la aprobación de las sanciones rusas contra Ankara, Egipto se apresuró a comunicar a Moscú que estaba dispuesto a proporcionar a Rusia los productos agrícolas que dejara de importar de Turquía.

Las relaciones con Irán se han deteriorado también a pesar de que ambos países, por sus mutuos intereses, han estado tratando de preservarlas. Sin embargo, las acciones de Turquía contra Siria e Iraq, dos aliados de Irán, y su apoyo al terrorismo están contribuyendo a este deterioro, un ejemplo del cual han sido las recientes declaraciones iraníes que reconocían la implicación turca en el tráfico de petróleo del EI.

Por todo ello puede decirse que la política de “cero problemas con sus vecinos” que Erdogan preconizó al ser elegido y que mantuvo durante la primera década del siglo se ha convertido en “cero amigos” para Turquía. La política de Erdogan ha granjeado a Turquía la enemistad de los más importantes países en la región y la ha aislado completamente. A esto hay que añadir que el apoyo turco al EI ha llevado a varios dirigentes europeos a mostrar su oposición a la entrada de Turquía en la Unión.

Algunos expertos han vinculado la acción de Turquía en Iraq con el deseo de este país de asegurar otra ruta para el petróleo robado por el EI hacia su territorio después de que la vía hacia la frontera siria haya quedado cortada por los bombardeos de la aviación rusa. Otros afirman que Turquía quiere imponer su influencia en Mosul tras las últimas victorias del Ejército iraquí contra el EI en varias provincias iraquíes. Todos se muestran de acuerdo, sin embargo, en que la derrota de Turquía en Siria ha propiciado esta nueva intervención en Iraq.


En todo caso, Turquía se arriesga a sufrir otra guerra en su calidad de invasor. Las poderosas milicias iraquíes ya han comunicado que atacarán a las tropas turcas si no se retiran y a esto hay que añadir el conflicto que enfrenta a Turquía con el PKK kurdo y, sobre todo, la guerra a través de terceros que el gobierno turco lleva a cabo contra Rusia y Siria en el territorio de este último país. Debido a ello, las fronteras del sur de Turquía se han convertido en calientes y muy inestables.

En este contexto, Rusia se dispone a desplegar el S-400 Triumf y a aumentar sus tropas en Armenia, cerca de la frontera de ese país con Turquía, recordando así a Ankara su debilidad y estableciendo una zona de exclusión aérea de facto en el 80% del territorio turco. Habrá que ver si estas medidas sirven para frenar la política expansionista de Erdogan, que amenaza con provocar un gran conflicto regional.

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