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viernes, 15 de marzo de 2019

El colosal fracaso de la guerra comercial global de Trump



El colosal déficit comercial de Trump, que creció un 12,5%, impregna toda su pugnaz estrategia contra los países con los que mantiene déficits EEUU cuando llegan a su epílogo las negociaciones con China, a quien tampoco ha podido imponer su guerra comercial.

A medida que el tiempo pasa, más se detecta que Pekín va ganando la partida.

No han sido buenas semanas para Trump, quien fracasó en su segunda cumbre con el mandatario norcoreano, Kim Jong-un, y luego sufrió el repudio a su 'emergencia nacional' en el Senado, donde desertaron 12 republicanos para imponer su muro contra México en forma unilateral.

Trump contemplaba compensar la sustancial reducción de los impuestos a sus aliados plutócratas, beneficiados con una poda del 35% al 15%, que equivalían aproximadamente a un regalo impositivo de alrededor de 800.000 millones de dólares. Otros calculan en el doble su regalo impositivo.

La compensación al estilo Trump es probable que haya provenido de sus cuentas alegres de otra cantidad equivalente de aproximadamente 800.000 millones de dólares del déficit comercial global de EEUU con la mayor parte de los países con quienes comercia y donde China detenta(ba) el primer lugar, con un déficit de 419.200 millones de dólares.

Ahora el déficit comercial de EEUU, solamente en lo que se refiere a bienes, alcanzó la cifra récord de 891.000 millones de dólares, lo cual es celebrado por The New York Times, uno de sus principales adversarios en los medios.

Cabe señalar que el Producto Interno Bruto (PIB) mide tanto bienes como servicios, y este déficit anunciado solo versa sobre los bienes.

A juicio del New York Times, el incremento del déficit de EEUU se debe en gran medida a "algunos factores fuera del control de Trump, como la desaceleración económica global y la relativa fortaleza del dólar", los cuales "debilitaron la demanda foránea de bienes estadounidenses".

El rotativo anti-Trump agrega que la "brecha ampliada fue también exacerbada tanto por la guerra comercial que escaló el presidente el año pasado, como por su recorte impositivo de 1,5 billones de dólares ['trillions', en anglosajón], que ha sido ampliamente financiado por deuda gubernamental".

​No es lo mismo manejar casinos, exitosas inmobiliarias y la icónica Torre Trump en Nueva York que hacerlo en forma poco ortodoxa con el resto del mundo, en particular con China, Japón y Europa, que no son países fáciles de digerir, como por desgracia sucedió con México en la etapa final del saliente presidente Peña, que fue literalmente vapuleado con el nuevo TLCAN, rebautizado como USMCA —en particular, en el rubro rural y de los servicios cibernéticos—.

El dinero no sale de la nada y era de esperar que la pantagruélica reducción de los impuestos a los plutócratas, quienes curiosamente financian las campañas electorales en EEUU, afectaría el déficit legendario de EEUU que Trump buscó resarcir con su fracasada guerra comercial global.

A juicio del New York Times, los aranceles rigoristas sobre los bienes chinos desaceleraron la economía china, pero al costo de afectar las exportaciones estadounidenses, que declinaron casi un 50% en diciembre pasado.

The New York Times cita a Brad Setser, especialista en economía internacional del influyente Council on Foreign Relations, quien sostiene una teoría de la conspiración de que China alentó la devaluación de su divisa —el yuan— frente al dólar con el fin de paliar el alza de los aranceles por Trump.

En su guerra comercial global contra tirios y troyanos, Trump exclamó que China y la Unión Europea se estaban aprovechando de EEUU.

Larry Kudlow juzgó la inevitabilidad del déficit comercial de EEUU con el resto del mundo "debido a que EEUU crece más rápido y compra más de los bienes foráneos".

¿Ahora a qué recurso oratorio recurrirá Trump para diagnosticar el explosivo déficit comercial de EEUU pese a sus tan pugnaces como estériles medidas proteccionistas?

En las negociaciones en curso entre Washington y Pekín, lo único sustancial que ha conseguido EEUU es la venta de productos estadounidenses como la soya y el gas natural licuado.

Hoy, parte de las negociaciones entre EEUU y China, se centra en una revaluación relativa del yuan que se ha vuelto a fortalecer.

Paul Krugman, premio Nobel de Economía y feroz crítico de Trump, le reprocha sin piedad: "Cómo el hombre de los aranceles se ha convertido en el hombre de los déficits".

Krugman fustiga a Trump con que se han incrementado los déficits, tanto el comercial como el presupuestario, cuando este último "ha alcanzado un nivel sin precedentes con excepción de las guerras y después de las mayores crisis económicas". También fulmina que los "déficits gemelos" de Trump denotan su "deshonestidad e ignorancia".

Krugman echa reversa para esclarecer que "ni el déficit presupuestario ni el déficit comercial significan un peligro claro y actual para la economía de EEUU", cuando es una norma de los "países avanzados para endeudarse con sus divisas".

A juicio de Krugman, "los déficits comerciales no tienen casi nada que ver con aranceles u otras restricciones en comercio", detrás de lo que descuella que EEUU "tiene bajos ahorros comparados con otros países", lo cual fue exacerbado por los enormes recortes impositivos "para los ricos" que "redujeron el ahorro nacional".

A veces se pasa por alto que la economía de EEUU se basa en el consumismo, como un elevado porcentaje de su PIB y con elevadas deudas, frente a China, que ostenta una de las tasas de ahorro más grandes del mundo como porcentaje de su PIB.

Justin Fox, columnista de Bloomberg (un portal notoriamente anti-Trump), juzga que "Trump ha agrandado el déficit comercial" y sentencia que "no se puede arreglar si no se entiende antes su significado".

Fox expone que "los balances comerciales de los bienes manufacturados de EEUU son ahora mucho más negativos que a inicio del siglo XXI", cuando el "déficit en bienes durables se encuentra hoy a un nivel récord comparado al posterior del siglo XIX como porcentaje del PIB".

Fox considera que Trump "se ha enfocado casi exclusivamente en aranceles y en negociaciones comerciales bilaterales y ha ignorado las fuerzas macroeconómicas y financieras en juego", entre ellas la fortaleza del dólar y la disminución de las importaciones de petróleo, por lo que "sus esfuerzos para disminuir el déficit comercial parecen condenados al fracaso".

El investigador estadounidense Wayne Madsen, anterior investigador de la National Security Agency (NSA), embiste contra Trump, a quien califica como el "señor de guerra del salvajismo económico" y que, con su "administración neoconservadora, libra una guerra económica mediante la combinada imposición de aranceles y sanciones económicas en contra de países en seis continentes".

Según The Wall Street Journal, un rotativo muy cercano a Trump, en la sesión anual del Congreso Nacional del Pueblo, "China se dirige a aplacar a EEUU con una ley que prohíba el hurto de secretos comerciales foráneos" mediante "enmiendas tranquilas de último minuto como parte de una concesión a la principal queja de EEUU en las negociaciones comerciales", específicamente sobre la forzada "transferencia de tecnología", como parte de un "compromiso crucial para llegar a un acuerdo con EEUU".

​Otra concesión simbólica es dejar de promover el concepto autárquico de 'Hecho en China 2025', que Trump vitupera como "proteccionista".

Lo mejor que le puede suceder a Trump es conseguir un empate comercial con China. Y bien que lo necesita con tanto fracaso acumulado.

¿Salvará China a Trump de su encajonamiento en el que él mismo se acorraló?

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