El embajador de Irán ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra (Suiza), Ali Bahreini, reaccionó el viernes a un comentario de la representante permanente de Estados Unidos ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra, Michèle Taylor, sobre la elección de la República Islámica como presidente del Foro Social del Consejo de Derechos Humanos de la ONU para el noviembre.
Taylor hizo referencia al primer aniversario del fallecimiento de la joven iraní Mahsa Amini el 16 de septiembre y afirmó que Estados Unidos cree que “Irán, con su atroz historial de derechos humanos, no tiene lugar en roles de liderazgo en el ecosistema de derechos humanos de la ONU. El momento de rendir cuentas es ahora”, adujo.
Bahreini, a su vez, reprochó, diciendo que “un país adicto a guerra” como Estados Unidos carece de autoridad moral para hablar de derechos humanos.
“Echemos un vistazo a un régimen adicto a la guerra que, cada año, causa la muerte de más de mil personas a manos de sus fuerzas policiales, pero que sigue ocupando inmerecidamente un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU”, remarcó el diplomático persa.
El otoño pasado, Irán fue escenario de incidentes de violencia callejera a raíz de la muerte repentina de la joven iraní Mahsa Amini, de 22 años de edad, quien perdió la vida el 16 de septiembre en un hospital días después de estar bajo custodia policial.
En este contexto, alborotadores apoyados por los países extranjeros, aprovechándose del fallecimiento de Amini, generaron una falsa versión para crear disturbios en el país de tal violencia contra las propiedades públicas y privadas, así como ataques a civiles y fuerzas de seguridad.
Todo esto, con el apoyo de medios de comunicación occidentales, que culpando a los agentes de policía de la muerte de Amini, intentaron desatar la ira contra el sistema de la República Islámica de Irán.
Las organizaciones de Inteligencia iraníes aseguraron que la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de EE.UU. “desempeñó un papel principal” en fomentar los desmanes, en estrecha colaboración con los servicios de espionaje del Reino Unido, el régimen israelí y Arabia Saudí.
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