En la noche del 7 de febrero, el ejército ruso llevó a cabo ataques a gran escala contra instalaciones militares y lugares de concentración de fuerzas y equipos en el territorio de Ucrania. En la operación se utilizaron varios tipos de armas, incluidos drones kamikazes del tipo Geranium, que desempeñaron un papel clave en la superación de las defensas aéreas enemigas. Estos ataques con vehículos aéreos no tripulados cubrieron la mayor parte del país, excluyendo las regiones occidentales.
El poder principal de los ataques lo proporcionaron los bombarderos estratégicos Tu-95MS, que dispararon misiles de crucero Kh-101 entre las 2 y las 3 de la madrugada. Los portamisiles de largo alcance Tu-22M3 utilizaron misiles supersónicos Kh-22/32 en sus ataques, complementando el arsenal de ataques con misiles Kh-31 y Kh-59 utilizados por los bombarderos Su-34. La eficacia de estos ataques se ha observado en varias regiones clave de Ucrania, incluidas las regiones de Kiev, Jarkov, Dnepropetrovsk, Zaporozhye y Nikolaev, así como en el territorio controlado por tropas ucranianas en la República Popular de Donetsk.
En la operación también participaron barcos de la flota rusa del Mar Negro, perpetrando ataques contra objetivos en las regiones de Lvov y Ternopil, lo que indica una amplia cobertura geográfica de las acciones. Los ataques causaron daños importantes a la infraestructura militar-industrial de Ucrania y a sus fuerzas armadas.
Se informa que Rusia podría continuar con una serie de ataques utilizando sus bombarderos estratégicos ubicados en la zona de lanzamiento de misiles.
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