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martes, 12 de febrero de 2019

Suecia: ¿se entrena para el ridículo o es otra novela negra?



El Servicio de Seguridad Sueco [FOI] parece que lo tiene muy claro: en un informe titulado 'Rusia se entrena para una guerra', asegura que el país euroasiático se prepara para un conflicto contra China o la OTAN. Se trata del más reciente capítulo de la telenovela de Occidente donde Rusia es el malo de la película que siempre está tramando algo.

Hasta las más altas esferas de poder e influencia. Hasta allí ha llegado la novela negra en Suecia, un país con gran raigambre en ese género literario y de una creatividad –de la que se desconoce su origen tan oscuro como exitoso– de alta factura. Pero puede que ahora mismo esté en sus horas más bajas.

Y es que tal vez allí tenga su germen el informe que presentó el Servicio de Seguridad Sueco [FOI] que asegura que Rusia se está preparando, palabras más, palabras menos, para una guerra de largo aliento contra China o contra la OTAN. Así lo sostienen los expertos suecos en el campo de defensa.

"Los ejercicios militares que lleva a cabo Rusia han sido cada vez más intensos en la última década, de acuerdo con el informe de FOI. Aunque previamente Rusia se concentraba en prepararse para conflictos menores, actualmente se está entrenando para poder iniciar y llevar a cabo una guerra a gran escala. […] Rusia se prepara para poder combatir en una guerra regional y posiblemente en una guerra larga, por ejemplo contra China o contra la OTAN", se puede leer.

En este punto es inevitable revisar un mapa con las ubicaciones de las bases militares de la OTAN en Europa, que prácticamente rodean a Rusia y están cada vez más cerca de sus fronteras. En este sentido, resulta muy útil tener delante este mapa durante cualquier tipo de negociaciones sobre el control de armas. Más aún, cuando algunos representantes de la OTAN dicen que es Rusia la que tiene dar marcha atrás para evitar una nueva carrera armamentista.

Eso fue precisamente lo que dijo el Secretario General de la Alianza Atlántica Jens Stoltenberg en declaraciones a Euronews y que llegaron poco después de que EEUU y Rusia anunciaran su decisión de retirarse del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio [INF]. Da la sensación de que Stoltenberg tuvo acceso al famoso informe de la Agencia del Servicio de Seguridad Sueco, pues afirmó que Rusia debe volver al redil.

Lo importante en razonamientos del tipo de los de Stoltenberg es recordar dónde está la causa y dónde la consecuencia. Y es que exigir a Rusia que respete un tratado INF al que Moscú dice respetar, y de lo que no se han visto pruebas de lo contrario, suena a hipocresía. Parece más hipócrita aún esa invitación a 'volver al redil' cuando no ha sido Rusia la primera en suspender el Tratado y cuando parece evidente que Washington ha tomado ya la decisión definitiva y no está por la labor de negociar.

Algo que las palabras de Stoltenberg confirman cuando dice que ya están analizando "nuevas iniciativas para el control de armamentos". Desde Moscú parece evidente el objetivo de semejante enfoque de Washington y de la OTAN sobre el control de armas: conseguir la supremacía absoluta en la esfera militar.

Mientras, la carrera dialéctica ya está en marcha. El presidente de EEUU, Donald Trump, ha asegurado que gastará más que Rusia en misiles si no se logra un nuevo acuerdo internacional. Y Moscú, por su parte, ha dicho que responderá con desarrollo de nuevos misiles de alcance intermedio.

Pero la tensión entre Moscú y Washington por los misiles no ha sido lo único que marcó la agenda de la prensa internacional durante los últimos días. Los medios europeos han vuelto a hablar de intromisiones en asuntos de Estados miembro de la Unión Europea, pero esta vez sin mencionar a Rusia como culpable.

Los protagonistas de la beligerancia son Francia e Italia. El presidente, Emmanuel Macron, llamó a consultas a su embajador en Italia después de que varios líderes políticos italianos manifestaran su apoyo a los chalecos amarillos.

Resulta curioso ver ahora toda esta historia, dadas las ocasiones en las que los altos cargos oficiales franceses han acusado a Rusia de animar a los chalecos amarrillos con sus protestas. En este sentido hay que destacar que las intromisiones en asuntos internos de Estados soberanos se han convertido en una realidad dentro de la UE. Y vemos que se trata de una intromisión real y no imaginaria como la supuesta intromisión de Moscú para apoyar a los chalecos amarrillos.

Hasta el momento a ningún medio internacional se le ha ocurrido mencionar las intromisiones de Francia en los asuntos internos de otros países en los últimos años. Por lo visto el propio Gobierno y los medios franceses no las consideran intromisiones, sino pasos legítimos en defensa de intereses estratégicos o nacionales. Pero cuando representantes políticos de otro país se atreven a coquetear con los chalecos amarrillos, esto de repente sí que es una injerencia, o incluso casi una traición.

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