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jueves, 1 de septiembre de 2022

'Gasástrofe' para Europa: Rusia blande el apagón del gas con el precio en récord

 Gazprom interrumpirá este miércoles el suministro del gasoducto Nord Stream 1 por motivos técnicos en una medida que se interpreta como el golpe final como represalia a las sanciones occidentales.


Los precios del gas natural nunca han estado tan altos como ahora en Europa. Lo están en parte por el incremento de la demanda por su uso en la generación de electricidad. Pero es así, sobre todo, porque su proveedor dominante, ha ido cortando progresivamente el flujo a su mayor cliente a la vez que éste buscaba alternativas, mucho más caras, para intentar reemplazarlo. Rusia dará este miércoles una vuelta de tuerca definitiva a su chantaje a Alemania con la interrupción del suministro a través del Nord Stream 1, el gasoducto que les une desde que hace más de una década.

Con esa amenaza en el horizonte, los operadores están intentando hacer acopio a cualquier precio de contratos de suministro en el hub de Róterdam, la referencia europea. La cotización del TTF con entrega en septiembre, octubre, noviembre y diciembre se disparó el viernes en intradía hasta sus máximos históricos por encima de 340 euros por megawatio-hora (MWh). Es un nivel un 1.100% respecto al mismo día de 2021 y un 1.600% superior a los niveles históricamente normales, es decir, entre 12 y 17 veces más.

Los operadores coinciden en culpar al desequilibrio entre demanda y oferta como el culpable de un mercado que parece roto: “La gente se está dando cuenta de que en esta situación no hay suficiente capacidad para el invierno. Ese es el punto del momento actual. Incluso con el almacenamiento lleno se pondrá difícil si el invierno es frío o Rusia recorta más el suministro", según declaraciones recientes a la agencia S&P Platts.

¿Dónde se origina este desequilibrio? 

Todas las respuestas apuntan a Rusia para explicar la gran distorsión de los precios del gas, aunque hay algunos matices. Desde finales de la presidencia de Donald Trump, EEUU ha realizado toda clase de advertencias contra el proyecto Nord Stream 2, un gemelo de la primera versión, que hubiese duplicado el envío de gas ruso de forma directa a Alemania. En este caso, tanto la promoción del gasoducto como su financiación estaba controlada casi al 100% por la parte rusa pese a la participación marginal de inversores suecos y alemanes.

Washington alertó a Berlín de la gran dependencia de su sistema energético del combustible de Rusia y las consecuencias que esto acarrearía. En 2019 llegó a poner sobre la mesa sanciones contra cualquier empresa que colaborase con el proyecto. El Nord Stream 2, inactivo pero listo para entrar en funcionamiento en cualquier momento, quedó en cuarentena hasta la antesala de la guerra en Ucrania, momento en el que el Gobierno de Olaf Scholz dio carpetazo a su aprobación y se sumó a las sanciones occidentales contra Moscú. A partir de entonces, el Kremlin comienza a rebajar el flujo de Nord Stream 1 desde los más de 130 millones de metros cúbicos diarios de capacidad hasta apenas 33 millones el pasado junio y, ahora, la nada.

Achacar el problema del gas a la guerra de Ucrania responde solo al argumentario político en Europa para esquivar las críticas a la falta de visión estratégica de los principales gobiernos ante el riesgo energético de concentrar la importación de energía en pocos países. El suministro de los gasoductos desde bases de carga rusas hacia Europa ha disminuido desde, al menos, la pandemia de 2020, cuando los productores de gas y petróleo comenzaron a tensionar los precios restringiendo el suministro. El acuerdo de transporte de 2020 de gas ruso a través de Ucrania ya había comenzado a descender en términos de volumen en enero de 2020 y luego en 2021. “El conflicto militar en la región ha hecho que las exportaciones caigan aún más en 2022”, explican desde S&P Platts en un comentario de mercado.

Mientras eso sucedía se ha cumplido la profecía de Moscú: EEUU solo quería sabotear la puesta en marcha de Nord Stream 2 para vender su gas licuado (GNL) a Alemania pese a que por entonces no tenía ningún regasificadora para descargarlo y tenía que hacerlo indirectamente a través de Países Bajos y Francia. En 2022, los planes de emergencia alemanes de cara al invierno le han llevado a activar cuatro instalaciones flotantes temporales a través de las que ya está recibiendo el GNL americano y está construyendo infraestructura permanente para hacerlo en sus puertos norteños.

Solo tres banderas controlan en este momento más de dos tercios del gas en barco que llega a Europa: EEUU, Qatar y Australia. Junto a Rusia y Argelia, que poseen gasoductos directos al Viejo Continente, estos cinco países suponen más del 80% del mercado, según estimaciones del sector. De ahí que cualquier acción voluntaria o problema involuntario que afecte al gas se convierte en un factor alcista para el precio del gas en Europa tipo TTF, que cotiza en el equivalente a 100 euros por mmBTu (unidad termal británica) frente a los apenas 10 dólares de su equivalente Henry Hub en EEUU.

A principios de verano, un incendio en la terminal de exportación de Freeport noqueó la capacidad de exportación estadounidense hacia Europa y no se recuperará hasta noviembre. Este hub suponía alrededor de todo el GNL que salía en dirección a este lado del Atlántico. Los precios en zona récord ya han provocado una respuesta del lado de la demanda en Europa, ya que los socios comunitarios sellaron en junio un pacto de racionamiento y la reducción del uso del gas en un 15% hasta primavera. Sin embargo, esto no logró moderar los precios, que de hecho han subido aún más.

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