EEUU profundiza su hipermilitarismo comercial que define con el término de 'seguridad nacional' a conveniencia en la fase del proteccionismo de Trump que ha impuesto tarifas discrecionales al acero (25%) y al aluminio (10%) dirigidas contra sus rivales geoeconómicos y, en particular, a China.
En paralelo,
se hipermilitariza el gabinete de Trump con la llegada esperada de Mike Pompeo, anterior director de la CIA formado en la escuela militar de West Point.
Por alguna razón no se le ha dado la importancia bélica que merece la publicación de la '
Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU' que describe a China como el "competidor estratégico de EEUU" donde acusan a China y a Rusia —hoy presuntamente aliados estratégicos— como poderes "revisionistas" que intentan "configurar un mundo antitético a los valores e intereses de EEUU".
La reciente '
Conferencia de Seguridad de Múnich' enarboló correctamente el 'fin de la diplomacia' y el 'colapso del liberalismo'.
Pese a que el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, mayoría del Partido Republicano, desechó la descabellada
colusión de Rusia durante la elección presidencial, la política exterior de Trump está secuestrada por las investigaciones del fiscal especial Robert Mueller destinadas más bien, mediante la histeria del 'russiagate', a obstruir un acercamiento con Rusia.
La guerra por las materias primas no ha cesado, pero ahora la guerra tecnológica contra China va tomando forma y prioridad.
Los flujos digitales de comercio e información se incrementaron 45 veces desde la grave crisis financiera del 2008, mientras el comercio tangible como tal y los servicios en general, incluidos los financieros, se aplanaron, según la consultora
McKinsey Global Institute.
En forma subrepticia los halcones comerciales de EEUU, encabezados por Peter Navarro, asesor de Trump y autor del tóxico libro '
Muerte por China: confrontando al Dragón', han lanzado la investigación sobre la ominosa —'sección 301' enmienda balística comercial de 1974 que autoriza al presidente a tomar acciones apropiadas y discrecionales contra un país foráneo—, al unísono de la propiedad intelectual donde acribillan a China de piratería, y cuyo 'resultado' impondrá mayores barreras a las inversiones de China en tecnología de la información (IT) y en los bigdata de EEUU, como acaba de suceder con
la prohibición de la fusión de la estadunidense Qualcomm, con sede en San Diego y líder en el rubro de los semiconductores, con Broadcom, fabricante de chips ubicado en Singapur y en vías de trasladarse a EEUU.
También se militarizó el rubro de los semiconductores.
Antes de la prohibición, el Comité de Inversiones Extranjeras de EEUU (CFIUS, por sus siglas en inglés), que preside el israelí-estadounidense Steve Mnuchin —con sulfurosos escándalos en el manejo de bienes raíces en California— estaba inclinado a impedir el trato bajo el pretexto de la 'seguridad nacional'.
El panel secreto (sic) de CFIUS alega que Broadcom estaba preparada para disminuir las inversiones de Qualcomm en el rubro estratégico de
la tecnología inalámbrica 5G que hubiera sacado de la competencia digital a EEUU. Algo así como un caballo de Troya digital consagrado al supuesto recorte en I&D (investigación y Desarrollo) que le procura el 20% de sus ingresos a Qualcomm.
Aimen N Mir, vicesecretario asistente de Seguridad de Inversiones en una carta del Departamento del Tesoro alude que "Qualcomm es un líder global en el desarrollo y comercialización de tecnologías fundacionales y productos usados en instrumentos móviles y otros productos inalámbricos, incluyendo equipamiento de redes, equipamiento de salida de banda ancha e instrumentos electrónicos al consumidor". Entre las empresas de semiconductores se encuentra en segundo lugar después de Intel en gastos de I&D.
Aimen N Mir juzga que existen "riesgos a la seguridad nacional relacionados con el debilitamiento del liderazgo tecnológico de Qualcomm" y su papel que juega en la "infraestructura de telecomunicaciones de EEUU", lo cual "dejaría una apertura (sic) para que China expanda su influencia en el proceso de establecer el estándar de la red 5G" frente al ascenso de Huawei.
En forma curiosa, Huawei es cliente tanto de Qualcomm como de Broadcom y sus negocios han prosperado en China y Europa, pero la venta de sus teléfonos en EEUU a través de AT&T fueron bloqueados por el Gobierno, ¿dónde quedó la libre competencia?
La prohibición de Trump precipitó el derrumbe de las acciones de Qualcomm en casi un 5%.
La paranoia de Trump ha llegado a grados inconcebibles ya que Broadcom no es china, sino una empresa de Singapur con sede en San José (California) cuyo nombre inicial fue Avago Technology que incluso llegó a ser una empresa estadunidense.
El portal
Quartz desglosa la serie de prohibiciones estadunidenses de adquisiciones de sus trasnacionales de semiconductores por empresas chinas. De la paranoia a la guerra solo existe un paso.
Más allá de la impedida megadquisición, Qualcomm mantiene íntimos lazos extensos con China (su mayor mercado), a la par de varios gigantes tecnológicos de EEUU.
El temor de Trump es que Huawei se hubiera convertido en el abastecedor dominante en EEUU.
¿Cuál será la reacción de China cuando Trump está obsesionado con aplacar el fulgurante ascenso de Huawei?
Broadcom había conseguido un préstamo de 106.000 millones de dólares de los conglomerados financieros privados (private equity): CVC, con sede en Luxemburgo; y las estadunidenses Silver Lake y KKR.
Llama la atención la incrustación de KKR —uno de cuyos directivos es el general retirado y exdirector de la CIA David Petraeus— a menos que hayan deseado rastrear las finanzas internas de la empresa china.
Según The Financial Times (13.03.18), portavoz del neoliberalismo global, la prohibición de Trump "transmitió reverberaciones con las empresas de EEUU", lo cual "tendrá un impacto profundo en las transacciones domésticas y foráneas" cuando "nunca antes había impedido un presidente de EEUU un trato basado en preocupaciones de seguridad nacional" cuando existen "temores de que los países extranjeros adopten represalias en contra de las empresas de EEUU".
Se encuentran en la mira las empresas tecnológicas chinas como Tencent: trasnacional de inversiones de internet y tecnología más grande del mundo con un valor de 580.000 millones de dólares.
The Financial Times (11.03.18) anuncia la imposición de las nuevas reglas para las visas de los inmigrantes chinos —que incluye severas restricciones a estudiantes foráneos de "países designados (léase:China) que estudian ingeniería, ciencias u otros rubros tecnológicos de EEUU" y cuyo fin es, de acuerdo a la seguridad estratégica nacional de EEUU, "reducir el hurto económico por los recaudadores de espionaje no tradicionales", así como el epílogo de la investigación sobre políticas forzadas de transferencia de tecnología—.
Se implementaría así en el área de la propiedad intelectual de EEUU, una base de innovación de seguridad nacional que engloba todo desde las compañías de tecnología hasta el ejercicio académico. En este sentido ha comenzado la prohibición de importación de lavadoras de LG y Samsung fabricadas en Corea del Sur y de los paneles solares de China.
Ahora se entiende la razón por la cual el mandarín Xi fue elegido por la Asamblea para un mandato indefinido. China se prepara a lo peor en todos los frentes con EEUU.
¿Qué advendrá con las empresas de tecnologías vitales cuando también se militaricen los rubros de inteligencia artificial, nanotecnología y robótica?
EEUU implementó todo su arsenal multidimensional contra Japón en la década de los 80 y acabó sometiendo a Tokio que se confinó a un extenso letargo económico de tres décadas. La diferencia ahora es que China es más poderosa que el Japón huérfano de entonces y goza del paraguas nuclear de Rusia.