Poco a poco veremos cómo más tecnología de IA proviene de China, de la misma forma que hace tiempo los electrónicos provenían de Japón y los automóviles de Estados Unidos.
Oppo, Xiaomi y Huawei son tres empresas de telefonía celular que hoy están muy presentes en México. De acuerdo con algunos estimados, estas tres empresas juntas ya controlan 26 por ciento del mercado de telefonía celular. En México, MG, de manufactura china, ya es el décimo vendedor por volumen de autos. Shein, empresa de moda China, ya ha sobrepasado en ventas a Zara y H&M. Poco a poco, pero de forma segura, las empresas chinas parecen estarse permeando más y más en el mercado mundial, y en el rubro de la inteligencia artificial no podría ser de otra forma.Hace un año, un alto ejecutivo de la CIA, Nicolas Chaillan, renunció a su trabajo en la agencia, y en el proceso procedió a comentar que la carrera por la supremacía en inteligencia artificial ya había sido perdida, y que hoy China es el líder indiscutible. Es cierto también que China es el país que publica más artículos científicos al respecto. Independientemente de nuestra opinión o realidad al respecto, es un hecho que la carrera por la supremacía en inteligencia artificial se está compitiendo entre dos países, Estados Unidos y China. Europa, Japón y otras regiones del mundo ya han quedado muy atrás y sólo les resta, igual que en la carrera espacial, crear nichos y estrategias más locales que globales.
¿Cómo llegó China a ese lugar? Aún hoy en día, las mejores universidades del mundo siguen estando en Estados Unidos y Reino Unido, durante los últimos 20 años ha sido así, sin embargo, recientemente, poco a poco, en los distintos rankings, más y más universidades chinas están volviéndose internacionalmente más relevantes. No sólo eso, la gran mayoría de estas universidades en China cuentan con profesores que se educaron en las mejores universidades de Estados Unidos.
La realidad es que una estrategia que se cimentó hace más de 30 años, donde se mandaban a estudiantes de forma agresiva a formarse en Japón y Estados Unidos, está comenzando a tener frutos. Y la nueva estrategia es tener, para los próximos 10 años, al menos 40 universidades de ‘clase mundial’. Y es en estas universidades donde se forjarán las siguientes generaciones de estudiantes orientados a la tecnología.
Estamos comenzando a ver apenas los frutos de esa estrategia, pero poco a poco veremos cómo más tecnología de IA proviene de China, de la misma forma que hace tiempo los electrónicos provenían de Japón y los automóviles de Estados Unidos. El mundo de la IA hoy está polarizado entre el enfoque de Estados Unidos, donde empresas dedicadas a hacer anuncios como Google y Meta están dictando la pauta en IA, y el enfoque de China, donde el gobierno está tratando de crear una política hegemónica, tratando de dirigir los esfuerzos de la IA a lo que ellos consideran son tecnologías más útiles, como automatización, energía, etcétera.
¿Y dónde queda México en todo esto? México no ha sido capaz de aprovechar este boom como lo hizo China por factores que desconocemos. Hay 30 veces más estudiantes chinos haciendo posgrados en Estados Unidos que mexicanos, cuando China tiene sólo 11 veces mayor población. México, que está a un lado, ha sido incapaz de aprovechar esa cercanía para incrementar el número de investigadores altamente calificados trabajando en el país. Aproximadamente 90 por ciento de los estudiantes chinos regresaron a China a crear empresas y trabajar en tecnología. En México, en cambio, de cada siete mexicanos con doctorado, dos están afuera del país.
Ante estas cifras, es fácil ver por qué China se ha convertido en la potencia que es hoy. Y sólo nos resta ver los siguientes 10 años, qué tipo de mundo tendremos en temas de IA, uno dominado por las empresas tecnológicas como Google o Meta, o uno dominado por el Partido Comunista de China.
Notas alegres:
No obstante, hay muchas universidades en México tratando de cambiar esto y formar más y más jóvenes en áreas de tecnología, como la UNAM, el ITESM y la UP, con su reciente iniciativa Colibrí de mandar un satélite al espacio.
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