La Unión Europea acordó este lunes un sexto paquete de sanciones contra Moscú tras semanas de intensas negociaciones. Su principal elemento es detener para finales de año las importaciones de petróleo ruso que se suministran al mercado europeo por vía marítima, una medida que, según la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reduciría en un 90 % el crudo que Moscú le suministra al bloque.
Este porcentaje, sin embargo, es objeto de discusión. La estimación más realista parece ser la del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que informó que se prohibirán dos tercios de las materias primas rusas, como señaló este martes en un artículo para Rossíiskaya Gazeta Fiódor Lukiánov, presidente del Presídium del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia y redactor jefe de la revista Russia in Global Affairs. Pero el experto afirma que, para Moscú, "lo principal hasta ahora no es la cantidad, sino la calidad".
A diferencia de las rutas marítimas, el trazado de los oleoductos no puede desviarse, de manera que una prohibición total del petróleo ruso por parte de la UE habría supuesto el desmantelamiento del oleoducto Druzhba —que se extiende por Rusia, Bielorrusia, Ucrania, Eslovaquia, la República Checa, Hungría, así como con Polonia y Alemania— y la pérdida de entrega de crudo a través de ese oleoducto, lo que no ocurrió gracias a la persistencia de Budapest, que recibió el apoyo secreto de varios otros países. En cuanto a los barcos petroleros, el mercado mundial del crudo está unificado, por lo que, mientras no haya un embargo comercial global contra Moscú (algo prácticamente imposible), el petróleo ruso irá a otros consumidores, principalmente asiáticos, explica Lukiánov.
Al mismo tiempo, el experto apunta que el precio del barril siguió subiendo tras el anuncio de las nuevas medidas restrictivas, así que, en términos de ingresos, Rusia se beneficiará a corto plazo, incluso teniendo en cuenta los descuentos que recibirán los clientes asiáticos. Mientras, los expertos del sector coinciden en señalar que, por el momento, no hay sustituto para el petróleo ruso en Europa y que los volúmenes disponibles en el mercado son limitados. Por lo tanto, no se puede descartar que, tras las ruidosas declaraciones políticas de Occidente, se produzca una aplicación muy cautelosa y gradual de las sanciones, supone Lukiánov.
Este porcentaje, sin embargo, es objeto de discusión. La estimación más realista parece ser la del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que informó que se prohibirán dos tercios de las materias primas rusas, como señaló este martes en un artículo para Rossíiskaya Gazeta Fiódor Lukiánov, presidente del Presídium del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia y redactor jefe de la revista Russia in Global Affairs. Pero el experto afirma que, para Moscú, "lo principal hasta ahora no es la cantidad, sino la calidad".
A diferencia de las rutas marítimas, el trazado de los oleoductos no puede desviarse, de manera que una prohibición total del petróleo ruso por parte de la UE habría supuesto el desmantelamiento del oleoducto Druzhba —que se extiende por Rusia, Bielorrusia, Ucrania, Eslovaquia, la República Checa, Hungría, así como con Polonia y Alemania— y la pérdida de entrega de crudo a través de ese oleoducto, lo que no ocurrió gracias a la persistencia de Budapest, que recibió el apoyo secreto de varios otros países. En cuanto a los barcos petroleros, el mercado mundial del crudo está unificado, por lo que, mientras no haya un embargo comercial global contra Moscú (algo prácticamente imposible), el petróleo ruso irá a otros consumidores, principalmente asiáticos, explica Lukiánov.
Al mismo tiempo, el experto apunta que el precio del barril siguió subiendo tras el anuncio de las nuevas medidas restrictivas, así que, en términos de ingresos, Rusia se beneficiará a corto plazo, incluso teniendo en cuenta los descuentos que recibirán los clientes asiáticos. Mientras, los expertos del sector coinciden en señalar que, por el momento, no hay sustituto para el petróleo ruso en Europa y que los volúmenes disponibles en el mercado son limitados. Por lo tanto, no se puede descartar que, tras las ruidosas declaraciones políticas de Occidente, se produzca una aplicación muy cautelosa y gradual de las sanciones, supone Lukiánov.
"Un esfuerzo deliberado de deshacerse de las materias primas rusas"
Asimismo, el especialista manifiesta que, si la UE se fija el objetivo político claro de poner fin a la cooperación energética con Rusia y a medio plazo lo consigue, esto "exacerbaría el proceso de fragmentación [del orden mundial], que ya está en marcha y que ha adquirido un carácter de avalancha en los últimos meses".
"Si las consignas del bloque se hacen realidad (y la eliminación de los hidrocarburos, incluido el gas, fue proclamada mucho antes de la crisis de Ucrania), la estructura energética de Eurasia podría transformarse por completo. Desde los años 1960, la estructura geopolítica del continente se ha basado en una cooperación cada vez más amplia en materia de petróleo y gas entre la URSS y Europa occidental", añade.
Lukiánov recuerda que China, que era poco amistosa con la Unión Soviética y estaba alejada en todos los sentidos de Europa, fue durante un tiempo una "cosa en sí misma", es decir, cerrada al mundo. Pero a partir de los años 1970 comenzó a abrirse, primero política y luego económicamente, y se orientó principalmente hacia Estados Unidos. Tras el final de la Guerra Fría, estos procesos se convirtieron en elementos orgánicos del orden global, con la expectativa de que acabara surgiendo un sistema mundial de interdependencia económica. "Ahora, de hecho, ocurrirá lo contrario", afirma.
De acuerdo con el experto, la UE pretende hacer "un esfuerzo deliberado por deshacerse de las materias primas rusas, aunque económicamente esto es totalmente inviable y en su mayoría no es rentable". El reemplazo debe hacerse con recursos propios (preferentemente tecnologías renovables) y otras fuentes, muy probablemente de EE.UU. y Oriente Medio. La cuestión de la fiabilidad y la rentabilidad de las alternativas se deja de lado por el momento, asumiendo que, en caso de una decisión política firme, los países europeos estarán dispuestos a pagar más y a asumir riesgos adicionales, señala.
Un posible 'divorcio' de Europa y un 'matrimonio' con Asia
Según Lukiánov, las combustibles rusos liberados irán a los mercados asiáticos; el petróleo lo hará de manera inmediata, y el gas empezará a llegar dentro de un par de años, cuando Moscú tenga la infraestructura necesaria para ello. Los países asiáticos están perfectamente satisfechos con esta situación, porque disfrutarán de una ventaja que hasta ahora ha tenido Europa: la disponibilidad de una fuente de materias primas muy amplia, estable y relativamente barata. Al mismo tiempo, existe la oportunidad de conseguir mejores condiciones que las existentes a escala mundial, especialmente a corto plazo, mientras Rusia se adapta a las circunstancias cambiantes, destaca.
"En los últimos meses ha quedado claro que el papel de Rusia en la globalización es mucho mayor de lo que se pensaba", subraya. Además, indica que los recursos de Eurasia —la mayoría de los cuales se encuentran en Rusia o dependen de su capacidad de transporte y logística— se han convertido, desde finales del siglo XX, en un importante pilar de desarrollo para los principales actores mundiales.
"El grado de habilidad y visión de futuro con que la propia Rusia ha asumido este papel es una cuestión aparte, que seguirá siendo relevante incluso después de un posible 'divorcio' de Europa y un 'matrimonio' con Asia", apunta Lukiánov, añadiendo que, en cualquier caso, "el cambio en el equilibrio político en Eurasia afectará a todo el orden mundial, y no a favor de quienes han sido sus líderes hasta hace poco". "La cuestión más interesante en este contexto es si el liderazgo de los países occidentales seguirá estimulando el proceso descrito, o si el probable cambio en el próximo periodo traerá consigo fuerzas procedentes de una lógica de comportamiento diferente", concluye.
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