Digamos las cosas con claridad: Occidente está dejando hecha una ruina la aviación comercial rusa. La culpa, por supuesto, es de la guerra, pero nadie contaba con que iba a haber una respuesta occidental tan severa.
Los datos que provienen de Rusia son demoledores. Ustedes han leído en Preferente que Aeroflot ha pedido 3.000 millones de euros al gobierno de Moscú para sobrevivir. Pero eso es sólo un dato. Todas las aerolíneas están igual. Y toda la economía, porque las cosas van bastante más allá del cierre de un McDonalds. Sólo las fábricas de coches han vendido este mes de mayo un 83 por ciento menos que en abril, que ya había sido fatal. Los fabricantes de aviones tienen ahora más demanda que nunca, pero no tienen los materiales porque en buena medida dependen de Occidente (Aeroflot pide un rescate de 3.000 millones a Putin).
El ministerio de Transportes prevé que si hubiera un cese de hostilidades ahora mismo, no será hasta 2030 cuando el tráfico aéreo en Rusia pudiera volver al nivel de 2019.
Si Occidente no suspende las sanciones o si no hay una fuga de repuestos, en 2025 el panorama sería que más de la mitad de los 450 aviones Airbus o Boeing que hay en Rusia habrían dejado de volar para, con sus piezas, servir de repuesto para que vuelen los demás. La postura de China, con buenas palabras hacia Rusia, pero ni una buena acción, es clave. India tampoco parece dispuesta a jugar con estos asuntos, pese a que tiene encantadoras palabras con Putin.
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