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martes, 27 de septiembre de 2022

EEUU encuentra la clave para neutralizar la amenaza hipersónica china

Las armas hipersónicas modernas son extremadamente difíciles de interceptar porque no siguen trayectorias balísticas predecibles, pero ahora esto está a punto de cambiar


EEUU cree tener la clave para atajar el progreso chino y ruso con los planeadores hipersónicos, capaces de maniobrar a más de Mach 6 para evitar las defensas y destruir su objetivo con cabezas convencionales o nucleares. Lo llaman Glide Phase Interceptor (interceptor de fase de planeo), un misil capaz de reaccionar ante los cambios de rumbo de este tipo de arma hipersónica, imposible de destruir con los sistemas de defensa actuales.

Desarrollado a instancias de la Agencia de Defensa Contra Misiles de los Estados Unidos (MDA en sus siglas en inglés) por Raytheon — una de las dos compañías que están en la carrera para su desarrollo — el GPI acaba de superar la revisión de requerimientos de sistemas y pasará ahora a la siguiente fase de desarrollo, con presupuesto hasta febrero de 2023.

Según Tay Fitzgerald, presidente de Defensa Estratégica de Misiles de Raytheon Missiles & Defense, GPI “emplea una solución de bajo riesgo que utiliza la probada tecnología Standard Missile ya desplegada en los barcos Aegis, al tiempo que avanza las tecnologías críticas necesarias en el entorno hipersónico". Fitzgerald se muestra convencido de que el GPI es posible y que pueden continuar su desarrollo.

Sin embargo, los EEUU todavía no tienen un calendario para la puesta en marcha de estas defensas, como dice el director de la MDA, el vicealmirante Jon Hill: “Acabamos de empezar”. El pasado mayo, después del exámen a cargo del comité de defensa de los EEUU, Hill obtuvo 225 millones de dólares para el desarrollo del misil en 2023, que es considerado estratégico para la seguridad del país, especialmente ante el fulgurante progreso de China con este tipo de armas, además de la amenaza Rusa con su planeador Avangard.

La nueva carrera de armas hipersónicas

Aunque parece que ya hay un camino seguro para desactivar la amenaza de los planeadores hipersónicos, todavía no hay noticias sobre otro tipo de interceptor que los norteamericanos necesitarán para defenderse contra los misiles crucero hipersónicos. Para entender por qué este tipo de defensa es crucial, hay que explicar primero la diferencia entre misiles de crucero, misiles balísticos, planeadores hipersónicos y misiles crucero hipersónicos. Estos dos últimos son las armas en el centro de esta nueva carrera armamentística.

Los misiles de crucero pueden viajar en trayectorias paralelas a la superficie terrestre a velocidad supersónica, generalmente a baja altitud, realizando maniobras a uno u otro lado según el terreno y la trayectoria programada. Esto les hace bastante escurridizos pero no infalibles. Pueden ser detectados e interceptados por sistemas de defensa.

Los misiles balísticos convencionales — por ejemplo, el Kinzhal ruso — también pueden ser hipersónicos pero, como su propio nombre indica, siguen una trayectoria balística, una parábola predeterminada que sigue desde su punto de lanzamiento hasta su objetivo. Esto hace que sean fáciles de detectar e interceptar, por muy rápidos que sean. Como puedes predecir su trayectoria, puedes derribarlos sin problemas.

Los planeadores hipersónicos, sin embargo, son bestias muy diferentes. Se suelen lanzar a órbita baja y pueden mantenerse durante días dando vueltas a la Tierra hasta recibir el comando de ataque, momento en el que se lanzan como halcones sobre el objetivo a velocidades de más de Mach 6, realizando maniobras evasivas para evitar ser interceptados en su camino al blanco. Los GPI serían, en teoría, capaces de derribarlos.

Los misiles de crucero hipersónicos son una bestia completamente diferente a los planeadores, iguales que los misiles de crucero convencionales pero capaces de volar a más de Mach 6. EEUU, China y Rusia están desarrollando estas armas. Después de múltiples fracasos en años pasados, EEUU ha avanzado mucho en el desarrollo de estos misiles, engarzando múltiples éxitos de varios modelos. Pero el más avanzado es el Tsirkon ruso, que en teoría ya está en producción en la empresa estatal NPO Mashinostroyenia.

Incógnitas sin resolver

El Tsirkon, como el resto de esta clase de misiles, es lanzado con un motor químico convencional que acelera el arma hasta Mach 5, cinco veces la velocidad del sonido. Esta velocidad es necesaria para garantizar el flujo de aire necesario para la siguiente fase de propulsión. En ese momento, el misil arranca su motor ‘scramjet’ para seguir acelerando. El motor comprime el aire y lo mezcla a alta presión con combustible, quemando la mezcla resultante y expulsando el gas a una velocidad hipersónica.

El misil ruso tiene, en teoría, la capacidad de llegar a su objetivo en minutos y ningún sistema de defensa existente en la actualidad puede derribarlo. Al no seguir una trayectoria balística sino errática, un misil de esta clase puede ser lanzado desde una fragata de la clase Admiral Gorshkov o un submarino modificado de la clase Perm, para volar sin ser detectado o interceptado hasta llegar a su objetivo a 1.000 kilómetros de distancia. El objetivo podría ir desde un superportaaviones americano o una ciudad como Nueva York. En su proa puede llevar cargas explosivas convencionales o una cabeza nuclear.

Tampoco se sabe nada de cómo los americanos podrán interceptar las cabezas hipersónicas lanzadas desde los planeadores hipersónicos que el GPI debe destruir. Esto es algo que China demostró el año pasado y que tiene muy preocupados a los americanos. En su día, los mayores expertos en tecnología militar de los EEUU no se podían explicar “cómo China había podido superar los límites de la física” con este último desarrollo, en el que un planeador hipersónico del país asiático fue capaz de lanzar otro objeto hipersónico en pleno vuelo. El Pentágono, según apunta en el 'Financial Times', aseguró que ningún país del mundo ha conseguido demostrar esta tecnología que aparentemente "desafía las leyes de la física".

Esta posibilidad dificultará aún más las labores de intercepción: al lanzar múltiples vehículos hipersónicos desde el planeador, un sistema de defensa tendría que ser capaz de seguirlos a todos para destruirlos. Esta capacidad también incrementa el coste de la defensa porque no todos esos vehículos tienen que llevar una cabeza explosiva pero el defensor no sabe cuál es el peligro real y está obligado a detenerlos a todos.

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