Las autodenominadas “élites” de Davos tienen miedo. Están asustadas. En las reuniones del Foro Económico Mundial de esta semana, el autor intelectual Klaus Schwab, mostrando su característico acto de villano de Bond, se quejó una y otra vez sobre un imperativo categórico: necesitamos “cooperación en un mundo fragmentado”.
Si bien su diagnóstico de “la fragmentación más crítica” en la que ahora está sumido el mundo es predeciblemente sombrío. Herr Schwab sostiene que “el espíritu de Davos es positivo” y que, al final, todos podemos vivir felices en una “economía verde sostenible”.
Lo que Davos ha hecho bien esta semana es inundar a la opinión pública con nuevos mantras. Está “el nuevo sistema” que, considerando el fracaso abyecto del gran reinicio tan cacareado, ahora parece una cuestión de actualizar apresuradamente el sistema operativo actual.
Davos necesita nuevo hardware, nuevas habilidades de programación, incluso un nuevo virus. Sin embargo, por el momento todo lo que está disponible es una “policrisis” o, en el lenguaje de Davos, un “grupo de riesgos globales relacionados con efectos combinados”.
En lenguaje sencillo: Una tormenta perfecta
Los aburridos insoportables de esa isla de Divide y Gobernarás, en el norte de Europa, acaban de descubrir que la “geopolítica”, por desgracia, nunca entró realmente en el túnel oscuro del “fin de la historia”. Para su sorpresa, ahora está centrada, nuevamente, en el Heartland, como ha sido registrada durante la mayor parte de la historia.
Se quejan de la geopolítica “amenazante”, que es un código para Rusia-China, con Irán adjunto.
Pero la guinda del pastel alpino es la arrogancia y estupidez que en realidad delata el juego: la ciudad de Londres, la capital británica, y sus vasallos están preocupados porque el “mundo que construyó Davos” se está derrumbando rápidamente.
Davos no “hizo” ningún mundo aparte de su propio simulacro.
Davos nunca hizo nada bien, puesto que estas “élites” siempre estaban ocupadas elogiando el Imperio del Caos y sus letales “aventuras” en el Sur Global.
Davos no solo falló en prever todas las recientes e importantes crisis económicas, sino sobre todo la actual “tormenta perfecta”, vinculada a la desindustrialización del Occidente colectivo engendrada por el neoliberalismo.
Y, por supuesto, Davos no tiene ni idea sobre el reinicio real que está teniendo lugar hacia la multipolaridad.
Los autodenominados líderes de opinión están ocupados “redescubriendo” que la montaña mágica de Thomas Mann se desarrolla en Davos, “en el contexto de una enfermedad mortal y una guerra mundial inminente”, hace casi un siglo.
Bueno, hoy en día esta “enfermedad” -completamente bioarmamentizada- no es exactamente mortal por sí mismo. Y la “Guerra Mundial inminente”, de hecho, está siendo alentada activamente por una camarilla de neoconservadores y neoconservadores straussianos de EEUU; un Estado profundo bipartidista no elegido, que no rinde cuentas y que ni siquiera está sujeto a ideología. El criminal de guerra centenario, Henry Kissinger, aún no lo entiende.
Un panel de Davos sobre la desglobalización estuvo plagado de non-sequiturs, pero el ministro húngaro de Exteriores, Peter Szijjártó, proporcionó al menos una dosis de realidad.
(non-sequiturs [del latín “no se sigue”] es un argumento en el cual la conclusión no se deduce [no se sigue] de las premisas).
En cuanto al viceprimer ministro de China, Liu He, con su amplio conocimiento de las finanzas, la ciencia y la tecnología, al menos fue muy útil para establecer las cinco pautas principales de Pekín para el futuro previsible, más allá de la sinofobia imperial habitual.
China se concentrará en expandir la demanda interna; mantener “sin problemas” las cadenas industriales y de suministro; apostar por el “desarrollo próspero del sector privado”; profundizar la reforma de las empresas estatales; y aspirar a una “inversión extranjera atractiva”.
Resistencia rusa, abismo estadounidense
Emmanuel Todd no estuvo en Davos. Pero fue este antropólogo, historiador, demógrafo y analista geopolítico francés quien terminó despeinando todas las plumas apropiadas en todo el Occidente colectivo estos últimos días, con un objeto antropológico fascinante: una entrevista basada en la realidad.
Todd habló con Le Figaro, el periódico elegido por el establishment francés y la alta burguesía. La entrevista se publicó el pasado viernes en la página 22, intercalada entre proverbiales peroratas rusofóbicas y con una brevísima mención en la parte inferior de la portada. Así que la gente realmente tuvo que trabajar duro para encontrarlo.
Todd bromeó diciendo que en Francia tiene la absurda reputación de un “rebelde destruido”, mientras que en Japón es respetado, aparece en los principales medios de comunicación y sus libros se publican con gran éxito, incluido el último con más de 100 000 copias vendidas y titulado: “La Tercera Guerra Mundial ya ha comenzado”.
Significativamente, este éxito de ventas en el mercado japonés no existe en francés, considerando que toda la industria editorial con sede en París, la capital francesa, sigue la misma línea de la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre Ucrania.
El hecho de que Todd acierte en varias cosas, es un pequeño milagro en el panorama intelectual europeo actual, abismalmente miope (hay otros analistas, especialmente en Italia y Alemania, pero tienen mucho menos importancia que Todd).
Aquí están los grandes éxitos concisos de Todd:
- Una nueva Guerra Mundial está en marcha: Al “cambiar de una guerra territorial limitada a un choque económico global, entre el Occidente colectivo por un lado y Rusia vinculada a China por el otro, esto se convirtió en una Guerra Mundial”.
- El Kremlin, dice Todd, cometió un error al calcular que una sociedad ucraniana descompuesta colapsaría de inmediato. Por supuesto, no aborda los detalles sobre cómo la alianza militar de la OTAN armó a Ucrania hasta el tope.
- Todd da en el clavo cuando subraya cómo Alemania y Francia se habían convertido en socios menores en la OTAN y no estaban al tanto de lo que se tramaba militarmente en Ucrania: “No sabían que los estadounidenses, británicos y polacos podían permitir que Ucrania luchara durante la guerra. El eje fundamental de la OTAN ahora es Washington-Londres-Varsovia-Kiev”.
- El gran regalo de Todd es un asesino: “La resistencia de la economía rusa está llevando al sistema imperial estadounidense a un abismo. Nadie había previsto que la economía rusa aguantaría frente al ‘poder económico’ de la OTAN”.
- En consecuencia, “los controles monetarios y financieros norteamericanos sobre el mundo pueden colapsar, y con eso hay la posibilidad de que EE.UU. financie gratuitamente su enorme déficit comercial”.
- Y por eso “estamos en una guerra sin fin, en un choque donde la conclusión es el derrumbe de uno u otro”.
- Sobre China, Todd podría sonar como una versión más agresiva de Liu He en Davos: “Ese es el dilema fundamental de la economía estadounidense: No puede enfrentarse a la competencia china sin importar mano de obra china calificada”.
- Respecto a la economía rusa, “acepta reglas de mercado, pero con un papel importante del Estado, y mantiene la flexibilidad de formar ingenieros que permitan adaptaciones, industriales y militares”.
- Y eso nos lleva, una vez más, a la globalización, lo que las mesas redondas de Davos no fueron capaces de entender: “Hemos deslocalizado tanta actividad industrial que no sabemos si nuestra producción de guerra podrá sostenerse”.
- En una interpretación más erudita de la falacia del “choque de civilizaciones”, Todd apuesta por el poder blando y llega a una conclusión sorprendente: “En el 75 % del planeta, la organización de la paternidad era patrilineal, y es por eso que podemos identificar una fuerte comprensión de la posición rusa. Para el colectivo no occidental, Rusia afirma un conservadurismo moral tranquilizador”.
- Entonces, lo que Moscú ha podido lograr es “reposicionarse como el arquetipo de una gran potencia, no solo “anticolonialista” sino también patrilineal y conservadora en términos de las costumbres tradicionales”.
Conforme a todo lo mencionado, Todd destruye el mito vendido por las “élites” de la UE/OTAN, incluido Davos, de que Rusia está “aislada”, enfatizando cómo los votos en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el sentimiento general en todo el Sur Global caracterizan la guerra, “descrito por los principales medios de comunicación como un conflicto sobre valores políticos, de hecho, en un nivel más profundo, como un conflicto de valores antropológicos”.
Entre la luz y la oscuridad
¿Será posible que Rusia -junto con los verdaderos Quad (una alianza compuesta por Estados Unidos, Japón, La India y Australia), como los definí (con China, India e Irán)- están ganando en las apuestas antropológicas?
El verdadero Quad (con Rusia, China, India e Irán) tiene todo lo necesario para convertirse en un nuevo foco intercultural de esperanza en un “mundo fragmentado”.
Mezclar la China confuciana (no dualista, sin deidad trascendental, pero con el Tao fluyendo a través de todo) con Rusia (cristiana ortodoxa, reverenciando a la divina Sophia); India politeísta (rueda del renacimiento, ley del karma); y el Irán chiita (Islam precedido por el zoroastrismo, la eterna batalla cósmica entre la Luz y la Oscuridad).
Esta unidad en la diversidad es ciertamente más atractiva y edificante que el eje de Forever War (guerra entera, en español).
¿Aprenderá el mundo de ello? O, para citar a Hegel (filósofo alemán, Georg Friedrich Hegel): “lo que aprendemos de la historia es que nadie aprende de la historia”, ¿estamos irremediablemente condenados?
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Pepe Escobar. Veterano periodista, autor y analista geopolítico independiente, especializado en Eurasia.
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