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miércoles, 19 de septiembre de 2018

Por qué Trump está en la cuerda floja en la guerra comercial con China



La guerra comercial de Trump contra China asestará un duro golpe sobre las empresas y los consumidores estadounidenses dado que sus aranceles alterarán la cadena mundial de suministros, opina la economista Chen Fengying del Instituto de Economía Mundial de la Academia de Relaciones Internacionales Contemporáneas de China.

"EEUU está caminando por la cuerda floja. Definitivamente está esperando que China se rinda. A su vez, Pekín espera que Washington llegue un punto de inflexión", aseguró Chen Fengying en una entrevista a Sputnik.

La necesidad de llegar a un acuerdo

El mandatario norteamericano ordenó el 17 de septiembre al representante de Comercio de Estados Unidos proceder con la imposición de aranceles adicionales sobre las importaciones chinas por un valor total de 200.000 millones de dólares. Estas restricciones entrarán en vigor el 24 de septiembre.

Chen considera que la guerra comercial de Trump perdurará por mucho tiempo, ya que Pekín dijo que no dejará las acciones de Washington sin respuesta, y anunció sus planes de introducir aranceles del 10% sobre las importaciones estadounidenses por un valor de 60.000 millones de dólares.
Las consecuencias [de las imposición de más tarifas arancelarias] serán grandes tanto en China como en EEUU. Los bienes gravados con aranceles por un valor de 200.000 millones de dólares en mayor parte son productos intensivos de mano obra. Eso significa que su precio crecerá considerablemente. Este desenlace será importante no solo para China sino para todo el mundo. Además, la imposición de aranceles afectará a los inversores".

En efecto, las dos economías más grandes del mundo están tan interconectadas entre sí que sufren simultáneamente los estragos de la guerra comercial. Al tratar de castigar a las plantas chinas, Trump asesta duros golpes contra sus propias empresas tecnológicas. La experta mencionó que Apple ya no sabe qué hacer con el costo incrementado de sus cascos, cargadores y relojes inteligentes.

Aunque Trump invitó en su cuenta en Twitter a los gigantes tecnológicos a producir en territorio estadounidense, las empresas tienen muchos argumentos en contra de esta sugerencia. Según los datos recopilados por Intel, el desplazamiento desde China a EEUU de una sola de las fábricas que se dedica a la producción de envoltorios le costaría entre 650-875 millones de dólares. Además, la especialista subrayó que el país asiático también sufre al devolver los golpes a EEUU en esta guerra comercial.

"Con cada nueva etapa relacionada con la introducción de nuevas restricciones la capitalización de las empresas chinas se reduce, la preocupación de los inversores aumenta y todo esto se traduce en fuga de capitales. Como consecuencia, se deprecia la moneda nacional china. No obstante, ni una sola parte involucrada en esta batalla quiere ceder ni está lista para oponer una resistencia duradera", subrayó la economista.

Chen considera que es necesario sentarse a negociar y buscar un punto medio.

"Claro está que debe ser un compromiso mutuo y no concesiones unilaterales. China y EEUU son dos grandes potencias. Nadie cederá. Ni siquiera México y Canadá ceden a EEUU [en cuanto al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)] y ¿qué se puede decir sobre China? Es imposible conseguir un resultado con ayuda de la presión", recalcó.

No obstante, la interlocutora de Sputnik no excluyó la posibilidad de que los políticos estadounidenses puedan sentarse a la mesa de negociaciones en caso de que surja una situación extraordinaria en la economía de EEUU.

"Si eso ocurre, no sucederá en el futuro próximo", admitió.

¿Es capaz China de responder con aranceles durante mucho tiempo?

Aunque China amenazó con aplicar medidas de respuesta, el país asiático no podrá competir con EEUU en la imposición de tarifas arancelarias. La causa de esta incapacidad es el enorme desequilibrio comercial a favor de EEUU, estimado en 375.000 millones de dólares.

Sin embargo, el país asiático tiene un as bajo la manga. Se trata de las distintas barreras comerciales que las autoridades chinas pueden imponer contra la expansión de las empresas estadounidenses.

Los representantes del Consejo Empresarial China-UE declararon recientemente que Pekín podría dejar de dar licencias a las compañías estadounidenses hasta que no se normalice la situación en las relaciones económicas bilaterales. Aunque esta amenaza no ha sido confirmada oficialmente por parte de las autoridades chinas, las corporaciones estadounidenses tienen motivos para preocuparse.

Según los datos de FactSet Research Systems Inc., en 2017, el 19% de las ventas mundiales a Apple se hizo en China. Lo mismo ocurrió con Intel (24%), Qualcomm (65%) y Starbucks (20%).

Estos datos evidencian que los éxitos de las empresas estadounidenses dependen en gran medida de la posición de las autoridades chinas. Así, en julio de 2018 el Gobierno chino retiró el permiso concedido a Facebook para abrir un sucursal en la provincia de Zhejiang.

Este no fue un caso esporádico. En julio de este año el fabricante de chips estadounidense Qualcomm confirmó haber rechazado la propuesta de absorber la empresa fabricante de semiconductores NXP después de que China no otorgara la aprobación. Por esta misma razón Qualcomm tuvo que pagar a NXP una multa de 2.000 millones de dólares.

Estos casos evidencian que las autoridades chinas tienen influencia sobre las empresas estadounidenses en China. Sin embargo, a pesar de todo eso, en Pekín existe la esperanza de que la situación pueda mejorar después de las elecciones de la Cámara de Representantes de EEUU que se celebrarán en noviembre de 2018.

El exgobernador del Banco Central de China Zhou Xiaochuan explicó a Sputnik que no se excluye la posibilidad de que las negociaciones entre ambos países se restablezcan tras estas elecciones.

"Si eso no ocurre la guerra comercial perdurará por muchos años", enfatizó.

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