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viernes, 23 de octubre de 2015

¿Y si Chernóbil hubiese sido provocado para ocultar un desastre soviético?

El documental The Russian Woodpecker explora una teoría macabra: la posibilidad de que el accidente de Chernóbil hubiese sido provocado para tapar los problemas del proyecto militar Duga-3




Todos conocemos a ese amigo de curiosidad disidente. Ese fan de las 'conspiranoias' que duda de las versiones oficiales al respecto de cualquier asunto delicado. Y duda porque la historia nos ha enseñado que suele haber motivos para dudar. Sobran los ejemplos.

En 1986, cuando sucedió la catástrofe de Chernóbil, Fedor Alexandrovich era un dulce crío de 4 años. Como todos los niños ucranianos de las ciudades cercanas a la planta nuclear, Fedor fue evacuado, separado de sus padres y trasladado temporalmente a un orfanato a cientos de kilómetros. Aquella experiencia le marcó.


"Desde ese tiempo me he sentido extraño, diferente", reconoce en el film. Quizás tenga que ver el estroncio radioactivo que sigue instalado en sus huesos. O la historia reciente de un país que lucha contra los fantasmas de un pasado que algunos están tratando de devolver a la vida.

Sea como sea, Fedor se ha convertido en un artista borrachín y excéntrico obsesionado con Chernóbil y Rusia. Un indagador escéptico que, a la hora debuscarle explicación a unos hechos que lleva grabados, ya no en la memoria, sino en su propio cuerpo, prefiere poner su dinero en la versión más retorcida y complicada de justificar de una historia que todos conocemos.

El artista ucraniano se encarna en una suerte de Michael Moore desastrado y bohemio y se lanza a explorar una tesis macabra: el accidente nuclear de Chernóbil fue provocado. Inducido por un alto cargo del Politburó soviético para tapar su responsabilidad en otro tipo de desastre




The Russian Woodpecker es un documental incómodo que gira alrededor de una tesis macabra: el accidente nuclear de Chernóbil fue provocado. Inducido por un alto cargo del Politburó soviético para tapar otro tipo de desastre.

Olvida lo que te han contado, porque aquello fue un 'inside job' mal calculado que acabó saliéndose de madre. Esa es la idea que lanza Alexandrovich.

Y después de ver las reacciones de parte de los entrevistados en el filme, casi que apetece creérselo.

El arte de incordiar

La madre de Fedor describe a su hijo como un tipo trágico, agitable y... superdotado. Las sensaciones de la Guerra Fría también le convirtieron en un pacifista precoz. Cuando tenía 6 años, Fedor se puso un esmoquin y un sombrero y se dirigió a los niños de su barrio para pedirles que no jugaran a la guerra. Quería recoger firmas para su causa... y acabó llevándose una buena tunda.

En esas sigue, aunque de otra manera, treinta años después.

Fedor considera que el desastre nuclear está relacionado con el proyecto fallido del Duga-3, un complejo sistema de radar que durante sus años en funcionamiento emitió una extraña señal de baja frecuencia perceptible en todo el mundo. Esa señal acabó siendo conocida como 'pajaro carpintero'

Con las revueltas del Euromaidán como telón de fondo, The Russian Woodpecker se eleva como una fábula precautoria contra el poder en la sombra del aparato ruso. Un poder que se manifiesta en forma de amenazas durante la misma filmación del film: en un momento dado, Fedor decidió parar el proyecto por miedo a lo que le pudiera pasar a su familia. Y todo por hacer un par de preguntas incómodas.



La cosa va así. 29 años después del desastre de Chernóbil sigue sin haber acuerdo sobre por qué pasó lo que pasó. La causa de la explosión sigue sin estar clara. Y si uno busca respuestas más allá de la versión oficial, se encuentra con el más absoluto vacío: no hay documentos oficiales sobre aquellas fatídicas semanas. O permanecen clasificados por el Gobierno ruso, o han sido destruidos o están desaparecidos.

El propio Anatoly Dyatlov, ingeniero de la central de Chernóbil condenado a 10 años de cárcel por lo que pasó, lo pone así en el film: "Si un accidente así ocurre, debemos aprender la lección para que no pase de nuevo. Pero a los especialistas se le prohibe el acceso a los documentos que pudieran haber surgido de aquellas investigaciones".

La documentación oficial sobre los días previos e inmediatamente posteriores al accidente de Chernóbil permanece clasificada, está desaparecida o ha sido destruida

A falta de documentos, Fedor se va a las fuentes. Y va con una idea instalada en la cabeza: Duga-3. El Pájaro Carpintero Ruso, un complejo sistema de antenas situado dentro de la zona de alienación de la central de Chernóbil. Uno de los dispositivos militares soviéticos más fascinantes, y también uno de los más inútiles.



¿Pudo tener algo que ver la imponente estructura del Duga-3, aquel radar 'over-the-horizon' que tantos quebraderos de cabeza trajo a televisiones y radioaficionados de todo el mundo mientras estuvo operativo, con la explosión del reactor cuatro de la vecina central de Chernóbil?

Podría ser.

Malversando

El hilo argumental de Alexandrovich se apoya en tres datos fundamentales:

1. El desarrollo y la construcción del Duga-3, un sistema de radar antimisiles que en su día —segunda mitad de los 70— se pensó que podía ser un intento de arma de control mental, costó una barbaridad de dinero. Cerca de siete mil millones de rublos rusos. El doble que la planta de Chernóbil.

2. En el momento de la verdad, se demostró que aquel carísimo sistema de radar diseñado para la detención temprana de misiles no funcionaba de la forma esperada. No servía para lo que había sido diseñado. Es un dato que confirman varios de los entrevistados, entre ellos el coronel Vadim Prokofiev, ingeniero armamentístico del ejército soviético, o Vladimir Usatenko, jefe de la comisión parlamentaria sobre Chernóbil.

3. En la Unión Soviética, la malversación de caudales públicos estaba castigada con la pena de muerte.

Aten cabos.

Alexandrovich sugiere que Chernóbil fue un accidente premeditado por alguien con responsabilidades en Duga-3, una instalación muy cercana a la planta nuclear que había sido concebida como un carísimo sistema de radar antimisiles que nunca llegó a funcionar. Si en la comisión de control del verano de 1986 se demostraba que Duga-3 había sido un fracaso, sus responsables tendrían problemas serios. Incluso podrían tener que asumir pena de muerte por malversar dinero público

Parece que Duga-3 debía pasar la inspección de una comisión de control en el verano de 1986. Esa comisión debía revisar el proyecto y dar luz verde para que entrara en su modo operativo definitivo como escudo antimisiles. Pero la gente familiarizada con el proyecto sabía que nunca pasaría aquella inspección, porque el sistema no funcionaba. Aquello hubiera sido un gran escándalo, con repercusiones muy serias para sus responsables.

¿Pudo alguien concebir un accidente nuclear en Chernóbil como una manera desesperada de desviar la atención del Duga-3 y eludir así sus responsabilidades en el fracaso del proyecto?

Tapar un problema creando otro problema de dimensión mucho mayor. ¿Podría haber sido esa la motivación de quien ordenó que se llevaran a cabo los experimentos que condujeron a la explosión de Chernóbil?



Fedor se atreve a lanzar un nombre: Vasily A. Shamshin, uno de los impulsores del proyecto de construcción del Duga y Ministro de Comunicaciones de la USSR en el momento del accidente nuclear, hoy fallecido. Estaba pringado y tenía suficiente poder como para ordenar sin que le rechistaran.

Suena a delirio anti-soviético. Pero es una posibilidad que varias de las fuentes entrevistadas en la película —especialistas científicos, operarios de Chernóbil, cargos militares soviéticos, políticos— no se atreven a negar.

Hice lo posible por darles ninguna información valiosa. Soy un hombre militar. El objeto también es militar. Y muy clasificado. Hay cosas en las que no deben entrometerse (Leonid Petrov, jefe de mantenimiento del Duga-3, grabado con cámara oculta tras su entrevista para el film)

La actitud evasiva y tensa de muchos de los entrevistados da a entender queno sabemos todo lo que pasó aquel fatídico 26 de abril de 1986.

Nosotros nos quedamos con las palabras de Vladimir Komarov, jefe del comité de investigación del accidente de Chernóbil:

"Georgy Kopchinski, el Jefe de Energía Atómica insistió en proceder con el experimento. Proceder con ese experimento era suicida. El turno diurno se negó a hacerlo pero el nocturno estuvo de acuerdo. Un ingeniero de Chernóbil no podía discutir con un alto funcionario del Partido Comunista. ¿Qué pretendían hacer? ¿Destruirlo todo? ¿Se volvieron locos? ¡No se puede activar el reactor! ¡Es un crimen! Sólo puede haber una razón... Alguien los presionó".



"Proceder con ese experimento era suicida. Sólo puede haber una razón... Alguien los presionó".

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