MOSCÚ. (ABNA) - Días después de que el presidente Obama ofreciese al rey Salmán de Arabia Saudí un pacto entre la OTAN y las monarquías del Golfo Pérsico, los ministros de Defensa de Rusia e Irán han sellado en Moscú un acuerdo estratégico que incluye la compra de los mejores sistemas de armas rusas por importe de 8.000 millones de dólares. Cazas Sukhoi Su-30SM, helicópteros Mi-8 y Mi-17, carros de combate T-90, y el eficaz sistemade defensa antiaérea S-300 modernizarán el arsenal iraní tras el fin de las sanciones económicas internacionales. En el pulso entre la República Islámica y el retrógrado régimen monárquico wahhabí-saudí, Putin ayuda a Irán a convertirse en la gran potencia regional.
El ministro iraní de Defensa iraní, Hoseín Deghan, y su homólogo ruso, Serguéi Shoigú, cerraron en Moscú un acuerdo estratégico que impulsa “la cooperación militar y técnica entre ambos países (…) y ayudará a recuperar la estabilidad y la seguridad global”, precisó Deghan, sin dejar lugar a especulaciones sobre el contenido de las conversaciones entre ambos. Por su parte, Shoigú precisó que “las negociaciones fortalecerán las relaciones amistosas entre los ejércitos de ambos países”.El encuentro tuvo lugar durante la V Conferencia Internacional de Seguridad (MCIS, por sus siglas en inglés) celebrada el 27 y 28 de abril.
Nuevo escenario geopolítico
El nuevo escenario geopolítico propiciado con el acuerdo nuclear por el que Irán renunció a desviar su programa de energía nuclear civil hacia el uso militar a cambio de que Estados Unidos y sus aliados levantasen las ilegítimas sanciones económicas, no solo no ha tranquilizado a Washington, sino que ha aumentado su desconfianza hacia la República Islámica, que busca convertirse en la primera potencia económica, tecnológica y militar de Medio Oriente. Irán, por una parte, es enemigo declarado de Arabia Saudí e Israel, que son, a su vez, los principales aliados de EEUU en la región. Y, por otra, tiene en Rusia su principal aliado, con el que apoya al gobierno sirio de Bashar al-Assad en su lucha contra la banda terrorista wahhabí anti-islámica del Daesh.
Jarro de agua fría en Moscú
Un juego de alianzas complejo al que la semana pasada se sumaba un elemento que complicará aún más el escenario geopolítico: la propuesta de Obama al rey Salmán para alcanzar un acuerdo entre la OTAN y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), organización que reúne a las monarquías petroleras pro-occidentales lideradas por Arabia Saudí. La iniciativa del presidente estadounidense ha caído como un jarro de agua fría en Moscú, según señalan fuentes diplomáticas europeas. La peor pesadilla de Putin es que la Alianza Atlántica, además de estar desplegada a lo largo de las fronteras europeas rusas, llegue a estar presente en el Golfo Pérsico y a las puertas de Irán.
La presencia de la OTAN en la estratégica península arábiga, que será debatida en la Cumbre de Varsovialos próximos 8 y 9 de julio, tiene un doble objetivo visible: luchar contra el terrorismo wahhabi-takfirí del Daesh y actuar como fuerza disuasoria que evite el enfrentamiento entre Arabia Saudí e Irán. Pero tiene también otro objetivo menos visible: poner freno al naciente eje ruso-iraní en la península arábiga y en sus dos estratégicos accesos marítimos (Golfo de Adén-Cuerno de África y Golfo de Omán-estrecho de Ormuz).
La Alianza Atlántica rodea a Rusia desde el norte de Europa hasta el Cáucaso (a través de Turquía) a modo de “cinturón sanitario”. La inclusión de la península arábiga como “territorio OTAN” frenaría en seco la progresión irano-rusa hacia las importantes rutas marítimas que unen Asia con Oriente Medio y Europa. En este contexto, cobra toda su importancia estratégica el acuerdo de los ministros de Defensa ruso e iraní que conlleva la venta a la República Islámica de los sistemas de armas rusos más avanzados por un importe inicial de 8.000 millones de dólares.
Irán negocia la compra de los modernos cazas de superioridad aérea Sukhoi Su-30SM, helicópteros de transporte Mi-8 y Mi-17, sistemas móviles de misiles costeros, fragatas, submarinos y carros de combate T-90. Estos últimos podrían ser fabricados en las factorías iraníes, según Vyacheslav Khalitov, subdirector general de la corporación Uralvagonzavod, el mayor fabricante de tanques de Rusia.
Escudo antimisiles ruso
Además Moscú ha comenzado a entregar a Teherán las cinco baterías del sistema de defensa antiaérea S-300 -superior a los “Patriot” norteamericanos, según los especialistas-, adquiridas en 2007 por valor de 800 millones de dólares. El contrato estuvo paralizado a causa de las sanciones económicas internacionales hasta que Putin levantó la prohibición en abril de 2015. Irán ha expresado su intención de adquirir el sistema S-400, una versión mejorada del anterior. Significativamente, Arabia Saudí e Israel se han opuesto a que Irán disponga de este eficaz “escudo antimisiles”.
El tablero de Oriente Medio está cambiando a pasos agigantados. La República Islámica de Irán, probablemente, se dio cuenta de que el programa nuclear le conducía a su extinción y que lo más inteligente era convertirse en la potencia hegemónica del Golfo Pérsico por la vía del ejército convencional más poderoso de la región, con la ayuda de Rusia. A Teherán no le falta petróleo, ni gas, ni científicos para lograrlo.
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