Ni EEUU ni la OTAN deberían arriesgarse a comprobar el potencial de la marina de guerra rusa, indica un nuevo análisis de The National Interest.
Los expertos del Centro de Análisis Navales Michael Kofman y Jeffrey Edmonds enfatizaron que en la mayoría de los estudios occidentales, la capacidad bélica de Rusia se tiende a desestimar. No obstante, la realidad es un poco más compleja, advierten.
Si bien se reconoce que la Armada de Rusia moderna aún mantiene un gran legado de la URSS, se señala que poco a poco una nueva fuerza del siglo XXI está emergiendo para ocupar su lugar. En particular, los analistas destacaron las últimas modificaciones de los misiles antibuques Oniks, los cohetes guiados Kalibr, el sistema de defensa Pantsir-M, l sistema antitorpedo y antisubmarino Paket-NK, entre otros.
"Imagínese en un futuro no muy lejano a un grupo de misiles rusos Kalibr acercándose en su fase terminal a un destructor estadounidense a velocidades supersónicas. En ese instante, el capitán del buque encontrará poca comodidad en la pila de artículos que sostienen que la Armada de Rusia ya no existe", dice la publicación.
Los especialistas recordaron que los buques fabricados en la URSS, aún son igual o incluso más mortíferos que cuando fueron botados. Y es que hoy día cerca del 30% de esa flota ha sido modernizada, una transición que culminará para la década de 2020.
Según la estrategia naval, la Armada de Rusia está destinada a defender los principales accesos marítimos del país y no a exponer su fuerza en aguas lejanas. Cerca de sus costas, "cualquiera que intente realizar operaciones de fuerza, imaginándose un viaje fácil hacia el bastión ruso, probablemente deberá llevar muchas balsas salvavidas", ironizan los autores.
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