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miércoles, 29 de junio de 2016

Chile y Rusia: Good Bye Tio Sam



Chile, a través de diversas iniciativas se ha acercado a Rusia, restándole vigor a las tradicionales lazos con EE.UU. y que parece repetirse con países vecinos.

En una ofensiva política, económica y militar, destinada a presentar a Chile como un socio fiable y comercialmente atractivo en Latinoamérica, el gobierno del país austral, a través de diversas iniciativas se ha acercado a la Federación Rusa, restándole vigor a las tradicionales relaciones que la nación andina ha tenido con Estados Unidos y que parece repetirse con países vecinos.

La decisión chilena va en el camino de consolidar una estrategia, que trata de contener, la política exterior del gobierno boliviano, que con una activa diplomacia, combinada con una política comunicacional efectiva, ha tenido por las cuerdas a la cancillería chilena, ya sea por la demanda ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya por el tema marítimo o el diferendo por las aguas del Silala en la frontera terrestre. A lo mencionado se une la decisión de adquisición de armas rusas por parte del gobierno peruano, que ya tiene una historia de cooperación con Rusia desde los años 70 del siglo XX cuando este país lideraba la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas – URSS-

Rusia y su política pragmática

Por su parte, el gobierno boliviano, presidido por Evo Morales Ayma, en noviembre del año 2015, en el marco del Foro de Países Exportadores de gas celebrado en Teherán, la capital iraní, abordó con la delegación rusa presidida por Vladimir Putin, diversos temas en los ámbitos de cooperación, principalmente en el campo técnico-militar. Destacando la ingeniería, energía eléctrica, proyectos de alta tecnología y cooperación energética a través de acuerdos con la mayor empresa productora y exportadora de gas, la estatal rusa Gazprom. Igualmente, en aquella ocasión, el presidente ruso Vladimir Putin prometió apoyo para establecer un centro de tecnología nuclear en la localidad de El Alto de La Paz “a través de la interacción con la corporación estatal rusa Rosatom, para dotar a este centro de un reactor de investigación y un sincrotrón para rayos gamma, donde Rusia aportará la tecnología y Bolivia una inversión de 300 millones de dólares” según informó el propio presidente Morales. Se daba así, un nuevo paso en la estrategia de la política exterior rusa de ir quitándole protagonismo a Estados Unidos en el concierto sudamericano.

Dichos acuerdos tuvieron su ampliación al campo militar, en el mes de abril del año 2016, cuando el canciller boliviano David Choquehuanca, en visita oficial a Moscú, se entrevistó con el Ministro de Relaciones Exteriores de ese país, Serguei Lavrov, para abordar uno de los temas principales de la Comisión sobre cooperación técnica-militar entre ambos países : el rearme de las Fuerzas Armadas del país sudamericano en los ámbitos del ejército de tierra y aire con respecto a blindados, artillería y aeronaves de combate.

Perú, por su parte, ha mostrado interés en la adquisición de los modernos tanques T90S, de comprobada eficacia en los combates contra los grupos terroristas que llevan a cabo la guerra de agresión contra el pueblo sirio. La idea peruana es comprar un centenar de estos tanques T90S –que reemplacen a los ya obsoletos T55 comprados hace 45 años – y que en el marco del Salón de Armas celebrado en Lima el año 2013 mostraron su eficacia y movilidad en el rocoso y arenoso terreno peruano donde fueron exhibidos. Militares peruanos visitaron los polígonos rusos, para comprobar in situ la coraza de los T90S, logrando excelentes comentarios. Igualmente, Rusia ofreció a Perú construir una planta de ensamblaje en territorio peruano de los fusiles AK130, al igual que los carros blindados de transporte BTR 80 a construir en el complejo de mantenimientos de blindados del Ejército peruano en un convenio con la empresa rusa Rosoboronexport.

La Federación Rusa, interesada en abrir mercados para su enorme potencial económico, tecnológico, energético y militar y de esa forma disputarle palmo a palmo el terreno a Estados Unidos – que sigue considerando a Latinoamérica su patio trasero a pesar de los cambios y afanes de mayor independencia de las políticas imperiales de Washington - no tiene reparos respecto al cliente de turno y las difíciles relaciones que puedan enfrentar esos clientes. Como es el caso de Chile y Bolivia y sus contenciosos ya centenarios. Sobre todo porque las estimaciones rusas respecto al mercado de armas en Latinoamérica – donde la venta a estos países pueden ser un buen catalizador para que países como Venezuela, México, Brasil y Argentina concreten la compra de helicópteros y sistemas rusos de defensa aérea – se considera que superará los 30 mil millones de dólares en el próximo lustro. Sólo la empresa rusa Rosoboronexport vendió armas por 14.500 millones de dólares a países latinoamericanos entre los años 2002 y 2014.

Chile y sus coqueteos con Moscú.

Ya en abril del año 2015 el canciller chileno Heraldo Muñoz, en visita efectuada a Moscú examinó, junto a su homólogo ruso, Serguei Lavrov, el ampliar las relaciones, principalmente económicas entre ambos países. Y, de paso, hacerla extensiva a la Unión Económica Euroasiática, que además de Rusia integran Bielorrusia, Kazajistán y Armenia. El intercambio comercial entre Chile y Rusia supera los mil millones de dólares y ambos países se mostraron muy interesados en profundizar y fomentar los lazos en los mismos sectores que se trabajarían con Bolivia un año después: energético, altas tecnologías, industria minera y la industria espacial. Una Rusia pragmática que además usa dichos acuerdos para ofertar su industria de armas, que ha tenido resultados comprobados eficazmente en la guerra en Siria contra los grupos takfirí.

Como parte de esos acuerdos se han logrado importantes avances en la idea de vender los aviones Sukhoi Superjet 100 presentados en la Feria Internacional del Aire – FIDAE – celebrada en Santiago de Chile a fines de marzo y principios de abril del 2016, donde la apuesta de la Compañía Rusa, además, es fabricar parte importante de sus componentes en la República Islámica de Irán sumando múltiples actores a una industria dinámica, que ofrece dividendos económicos pero también políticos y sobre todo geoestratégicos. En el marco de la Feria Internacional, el Director General del Servicio Federal de Cooperación Técnica Militar de Rusia – SFCTMR - , Anatoli Punchuk señaló que la Dirección Militar chilena – sujeta hoy a fuertes críticas por acusaciones de corrupción de su anterior Comandante en jefe y los ingentes recursos secretos de los cuales dispone – estaba dispuesta a ampliar la cooperación con Rusia en materias de compra de armamentos, principalmente Helicópteros y el denominado sistema Bezopasnui Gorod – ciudad segura –

Ya un par de años antes Rusia ingresó discretamente en los pasillos de la cancillería chilena y las oficinas de las Fuerzas Armadas chilenas, dotadas de ingentes recursos gracias a la cuestionada Ley reservada de las ventas del cobre, que les proporciona cerca de 1.500 millones de dólares anuales, fuera del presupuesto estatal. Sin duda, un botín apetitoso. En aquella ocasión el ex Director del SFCTMR, Alexander Fomin señaló a medios chilenos y rusos que“Estamos llevando a cabo negociaciones sobre l venta de un amplio abanico de armamento y productos civiles empezando por armas de fuego y acabando con aviones Be-200 – anfibio – MS-21 – de pasajeros – y el Superjet-100. Sabemos que Chile, tradicionalmente compra armas a productores occidentales pero estamos tratando de revertir esa tendencia a cuenta de las cualidades de las armas rusas como la seguridad, sencillez del uso y la relación calidad-precio”. Además y a diferencia de las armas occidentales proponemos a nuestros socios chilenos instalar la producción en el territorio de su país, lo que sin duda es una parte importante y atractivo de nuestros futuros contratos”

La FIDAE ha servido, indudablemente de foro, de anticipo a un salto mayor de las autoridades militares chilenas- que lógicamente cuentan con el aval y el visto bueno de las autoridades de gobierno de la Nueva Mayoría encabezado por la presidenta Michelle Bachelet – para definir que era hora de viajar directamente a Rusia y examinar allí la cooperación militar entre ambos países. Así, durante una semana, este mes de julio la delegación del ejército chileno, encabezada por su Comandante en Jefe, el general Humberto Oviedo ha visitará la Academia de Armas de las Fuerzas Armadas Rusas, la Academia de Medicina Militar, depositó una ofrenda floral al Soldado Desconocido a los pies del simbólico Kremlin y estuvieron en terreno conociendo las bondades de los blindados, carros de combate y tanques rusos. Oviedo se reunió con el Comandante en jefe del Ejército de Tierra ruso Coronel General Oleg Saliukov para, según un comunicado del Ministerio de Defensa de la Federación Rusa “examinar las perspectivas de la cooperación militar, haciendo hincapié en la formación de oficiales chilenos en los centros docentes rusos y la participación de los militares chilenos en los juegos Militares Internacionales de 2016”. Un viaje provechos al parecer.

¡Qué extraño aparece este vuelco hacia Rusia por parte de un Ejército estrechamente ligado a Estados Unidos! Efectivamente, el Ejército chileno, sobre todo a partir del fin de la Segunda Guerra Mundia, ha sido una institución signada por el modelo estadounidense. Sus oficiales han sido parte componente de la tristemente célebre Doctrina de la Seguridad Nacional, partícipes de las enseñanzas de la Escuela de las Américas, conocida sobre todo por sus adoctrinamiento ideológico y en técnicas de tortura contra lo que denominan “el enemigo interno” y hoy, en un viraje histórico, es posible que forme su cuadros de oficiales en centro docentes rusos.

Recordemos que el Ejército chileno, en el período de la Guerra Fría, estuvo como un perro fiel, al lado de su amo norteamericano. Sirviendo dócilmente en su papel de guardián de los intereses de Washington en América Latina. No en balde, el Ejército chileno y parte importante de sus oficiales adiestraron a los cuerpos de elite de las dictaduras de El Salvador, la Contra Nicaragüense, las Fuerzas Armadas Guatemaltecas en lucha contra la URNG. Ello, en la década de los 80 en América Central, como también parte de esos oficiales sirvieron como eje del plan Cóndor destinado a eliminar opositores en una tarea de inteligencia y conjunción con los servicios secretos de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

El trabajo de acercamiento del Ejército Chileno con Rusia, ha tenido su correlato por parte de la Fuerzas Aérea Chilena – también formada, adiestrada e influenciada hasta el día de hoy por la Escuela Estadounidense - que en abril del año 2015 a través de su Comandante en jefe, General del Aire Jorge Robles se reunió con el representante de las empresas de defensa de Rusia, Alexander Furasiev. Según informó la propia Fuerza Aérea Chilena “con la finalidad de impulsar la cooperación técnica militar entre ambos países” l idea de la Fuerza Aérea chilena es adquirir Helicópteros Mi-17B-5, sistemas de misiles antitanques Kornet-EM, Sistemas lanzagranadas automáticos 30 mm AGS-30, sistemas lanzagranadas BUR, sistemas de misiles antiaéreos Pechora-2M, Sistemas Pantsir de cañones y misiles antiaéreos. Se habló también de construir drones con componentes y armados en fábricas chilenas. Elaboración conjunta de submarinos y un misil aire-aire R-73E, que permita equipar los aviones de fabricación chilena T-35 Pillán.

Spasibo tovarishch

Las relaciones de cooperación entre Rusia y Chile, tras el retorno a la democracia se asientan en dos acuerdos. Uno, suscrito el 19 de noviembre del año 2004 y aprobado por el Congreso Nacional en junio del año 2014 denominado “Convenio de cooperación técnico-militar entre el gobierno de la República de Chile y el Gobierno de la Federación Rusa” en las área de: suministro, modernización y reparación de armamento y equipos militares, incluso de técnica aeronáutica, sistemas de radares y electrónicos espaciales, buques y otros medios navegación y otros bienes de carácter militar. Capacitación de especialistas militares. Trabajo conjunto de investigación científica, de diseño y pruebas en la esfera de armamento y equipo militar. Intercambio de especialistas para prestar asistencia en la realización de programas conjuntos. Fabricación conjunta de artefactos de carácter militar, para equipamiento de sus propias fuerzas armadas y para suministrarlas a terceros países. Entre otros temas.

El otro convenio – adoptado en el marco del mencionado convenio de cooperación técnica-militar – entró en vigor internacional el 25 de noviembre del año 2014, bajo la denominación de “Convenio sobre la protección mutua de la información secreta en el ámbito de la cooperación técnico-militar con el gobierno de la Federación Rusa”. 12 años de conversaciones, encuentros oficiales y secretos. Reuniones en Moscú y Santiago, pruebas de campo, un juego de tira y afloja que involucra no sólo al ejército chileno, sino también las necesidades de material militar a países en contenciosos con Chile, como son Perú y Bolivia.

Rusia se frota las manos pues la favorecida será su industria militar y su estrategia de ir quitando espacios y clientes a Washington y sus aliados. No será raro ver a oficiales chilenos educándose en técnicas militares en escuelas castrenses del Ejército ruso, heredero del Ejército Rojo, viejo enemigo de Estados Unidos, que seguramente entrará en período de presiones contra países a los cuales consideraba clientes seguros. A inicios del cuarto lustro del siglo XXI el thank you está dando paso al spasibo en materia de sellar acuerdos en materias de compra y venta de material bélico. Good Bye Tio Sam, dobro pozhalovat al oso Ruso.
Por Pablo Jofré Leal

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