Anular la racionalidad y el juicio, detonar la solidaridad y las posibilidades de la convivencia ciudadana se constituyen ahora en objetivos preciados de quienes planifican la agresión desde la suntuosa oficina oval.
"Solo cuando una sociedad vive aterrada y obligada a pensar meramente en su
supervivencia, puede aprobar medidas que le son claramente perjudiciales"
Las palabras de Klein se mueven en las hendiduras que ha provocado la guerra no convencional que Estados Unidos ha decretado contra Venezuela.
No obstante, Washington ha tropezado con un obstáculo cuya naturaleza es muy difícil de someter al juicio de expertos o de los cálculos y algoritmos de las supercomputadoras del Pentágono: el deseo de resistir a la agresión.
Edward Said dijo cierta vez que nunca se dio el caso de un pueblo que se sometiera de manera pasiva y dócil a los designios de los imperios. La resistencia siempre ha sido un signo inscrito en la naturaleza de los oprimidos. Esos que Walter Benjamin, situaba en "estado de emergencia permanente" y que llevan no 20, no 100, sino siglos luchando contra el mismo mal: la pulsión de muerte, el deseo de unos por imponer a sangre y fuego su voluntad sobre otros.
Sometidos a una nueva agresión, que ha dejado a la mayoría del país sin energía eléctrica por más de cinco días, conviene revisar un concepto que se ha venido haciendo cada vez más visible en el día a día de los venezolanos: la resiliencia.
Pero no una definición cualquiera, sino aquella que solo brota en los territorios tocados por el drama de la guerra. Una que conocen bastante bien en Palestina, en Yemen, Irak, Siria y también en otras naciones que perdieron mucho más que su territorio, como la antigua Yugoslavia.
Hablemos de esta forma de lucha contra la adversidad, para así conocerla pero sobre todo para cultivarla, en especial, en los niños y niñas. Es esta, una de las tareas más prioritarias, y responsables, que debe emprender el país suramericano.
Sobre la resiliencia en la guerra
Es imposible predecir los efectos que una circunstancia límite como la guerra puede causar en los individuos. La incertidumbre y el miedo son los primeros sentimientos que suelen aflorar y resultan muy perjudiciales para hacerle frente a las duras circunstancias que la realidad impone.
No todos los individuos reaccionan de la misma manera. Mucho menos, cuando en una guerra, y más del tipo no convencional, se hace uso del terrorismo para lograr los fines políticos y militares. El terrorismo conoce bien las tácticas del desequilibrio. Utilizan el azar, el caos para generar amplios sentimientos de angustia y estrés en la población.
La resiliencia, entendida como "la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas", es un 'kit de emergencia', una herramienta psicológica que hace posible enfrentar exitosamente los sentimientos de ansiedad o desasosiego, la angustia o el dolor.
El valor de esta noción es que va más allá de una simple condición intrínseca en los individuos y aunque en algunas personas —ya sea por su historia de vida o condiciones psicológicas- puede estar más presente que en otras, lo importante es que puede ser desarrollada.
Existen 10 consejos que resultan útiles para construir la resiliencia en tiempos de guerra:
Ponerse en contacto con otros: a pesar de que el sabotaje eléctrico en Venezuela afectó los sistemas de telecomunicaciones, en las comunidades y urbanizaciones se organizaron asambleas populares para la organización popular. El aislamiento afecta los procesos de resiliencia.
Ayudarse ayudando a los demás: los lazos de solidaridad deben ser preservados a toda costa. Prestar colaboración en tareas colectivas fue clave para solventar la crítica situación, en especial en lo que supuso acceder a las fuentes de agua potable.
Mantener una rutina diaria: evitar el caos al que se nos quiere someter a través de la guerra no convencional es de alta prioridad. No debe perderse la estructura, ni la rutina del hogar. Dedicarse a elaborar las tareas escolares con sus hijos e hijas, ordenar la casa, aprovechar la falta de luz para el fomento de la lectura, ayuda a bajar las tensiones en el grupo familiar.
Cuidar de sí mismo: no debe perderse de vista al ser humano envuelto en una situación de tensión. La cuenta @neurogastronomo recomendaba, por ejemplo, generar oxitocina u 'hormona de la felicidad' para regular el estrés. Esto es posible enfocándose en actividades que provean bienestar, ya sea desde reunirse en la plaza de la comunidad para conversar, hasta enfocarse en un pasatiempo o hacer ejercicios. Alejarse de la tristeza y la desesperanza, es clave.
Tomarse un descanso de las noticias: la guerra no convencional utiliza las redes sociales y la saturación de noticias falsas como modo para el desequilibrio emocional y psíquico. Es natural que busquemos información para ayudar a sobrellevar la situación, pero deben evitarse vías no oficiales o cuyo mensaje promueva la desesperanza y la ansiedad colectiva.
Tener un plan: la incertidumbre es un gran aliado de las malas decisiones y un combustible para el estrés. Es necesario elaborar un plan general, con familiares y vecinos, sobre cómo actuar en medio de las crisis. Establecer protocolos de comunicación, lugares de reunión, listas sobre personas o instituciones a quienes acudir en caso de emergencia brinda tranquilidad general.
Preparar un kit de seguridad: al igual como se recomienda en los casos de amenaza de sismos. Este no solo debe contener lo que usualmente se aconseja (agua, enlatados, baterías, medicinas), sino también algunas cosas personales que le permitan sentirse a gusto en caso de que lo necesite: un libro favorito no estaría de más.
Alimentar una visión positiva de sí mismo: aquí aplica la máxima de 'conócete a ti mismo'. No hay mejor manera de afrontar la adversidad, identifique sus fortalezas y debilidades. Considere siempre que se suele ser más fuerte de lo que usted mismo piensa.
Mantener las cosas en perspectiva: la ansiedad genera la búsqueda de respuestas y soluciones de inmediatas. Trate, en toda ocasión, de poner la mente en el largo horizonte. Coloquialmente existe una frase que lo define: no hay mal que dure cien años. No existe ninguna circunstancia, por más dolorosa o difícil que parezca, que dure para siempre. Use los ejemplos de victorias anteriores para inspirarse y créame que en Venezuela abundan estos ejemplos.
Mantener una actitud positiva: el objetivo preferido de la guerra no convencional es la esperanza. Aléjese de las perspectivas, discursos y actitudes negativas. Enfóquese en lo positivo y en lo que le causa alegría. Ya lo decía Argimiro Gabaldón, líder guerrillero venezolano: "Somos la vida y la alegría en constante lucha contra la tristeza y la muerte". Aférrese a ese mantra.
Resiliencia infantil
Un texto emocionalmente difícil de abordar es el que nos provee Jay Berk, psicólogo perteneciente a la Asociación Americana de Psicología y quien creó un manual para la UNICEF sobre cómo tratar a los infantes durante los conflictos bélicos. En él se hace un recuento sobre las experiencias vividas durante el abordaje a los infantes de la antigua Yugoslavia.
Allí se explica que los niños sometidos a situaciones límite tienden a experimentar un abanico amplio de emociones y experiencias particularmente estresantes. Los adultos en especial, ya sean padres o maestros, deben generar un círculo de confianza para "escuchar pensamientos y preocupaciones de los infantes sin juzgarlos". Resulta imprescindible "imponer sus propios temores a los niños" y entender que muchas veces las propias reacciones de los niños son un reflejo de lo que ven en sus padres y adultos que los rodean.
Por último, aunque debería estar en el tope de prioridades, hay que "comunicarles esperanza positiva, para que las experiencias pasadas de los niños no los lleven a tener una perspectiva pesimista del futuro".
En el caso de los niños bosnios, Berk observó que "el aislamiento favorecía la pérdida de la resiliencia, ya que el contacto con los demás era necesario para proveer algún tipo de equilibrio, una mirada positiva y una reformulación del significado de las experiencias". La desesperanza para Berk, deviene en una epidemia que debe ser controlada a toda costa. "Cuando un niño llegaba a sentirse desesperanzado, tenía menos energías para sobrevivir", afirma.
Para Berk, su experiencia en Bosnia le permitió entender que existen una serie de factores, internos y externos que deben ser protegidos, fomentados e inculcados para promover la resiliencia infantil. Ellos son:
El 'espíritu de solidaridad': "Si en lugar de sentirse aislado, el niño experimentaba un espíritu de solidaridad en su entorno humano, esto ayudaba enormemente a su salud mental".
La 'habilidad para pedir ayuda': "Algunos niños tenían la capacidad natural de atraer el cuidado que necesitaban de los adultos para disminuir los trastornos emocionales. Esta habilidad constituía una ventaja importante".
'Habilidad para advertir el peligro y evitarlo': en las zonas donde no había ataques o guerra, los niños no eran conscientes del peligro, sin embargo, en otros casos sí. Esto promueve mecanismos de defensa que les permite hacer frente de manera mucho más correcta a la adversidad.
'Habilidad para relajarse y calmarse': "Algunos niños poseían una habilidad natural para controlar sus ansiedades de modo que no se tornaran abrumadoras. Otros eran capaces de encontrar personas que pudiesen ayudarlos con esta tarea y enseñarles técnicas de relajación".
Venezuela, territorio de Resiliencia
Durante los momentos más tensos que se vivieron a propósito del sabotaje eléctrico, el Gobierno nacional, encabezado por Nicolás Maduro, tomó la determinación de desplegarse por todo el país.
Los hospitales fueron priorizados, así como las comunidades populares.
Una de las labores más importantes y significativas fue la que realizó la Alcaldía de Caracas. Llevaron a los hospitales infantiles de la ciudad grupos de artistas y cantautores, para convertir la difícil circunstancia en lo que Boris Cyrulnik considera es el fin último de todo proceso de resiliencia: el "mensaje de esperanza" que nos invita a entender la adversidad con otros ojos y promover "que ninguna herida sea un destino".
Una de las labores más importantes y significativas fue la que realizó la Alcaldía de Caracas. Llevaron a los hospitales infantiles de la ciudad grupos de artistas y cantautores, para convertir la difícil circunstancia en lo que Boris Cyrulnik considera es el fin último de todo proceso de resiliencia: el "mensaje de esperanza" que nos invita a entender la adversidad con otros ojos y promover "que ninguna herida sea un destino".
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