La portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, reaccionó el jueves a la prueba realizada un día antes por EEUU, en la que el sistema de defensa antimisiles estadounidense interceptó y destruyó con el Standard Missile 3 (SM-3) un misil balístico intercontinental (I-C-B-M, por sus siglas en inglés) “representativo de la amenaza” en Hawai, en el océano Pacífico.
“Durante muchos años, Washington ha asegurado que la interceptación de los misiles balísticos intercontinentales rusos por parte de los sistemas estadounidenses Standard es técnicamente imposible y que necesita un sistema global de defensa antimisiles, solo para contrarrestar algunas amenazas regionales limitadas”, dijo Zajárova.
Sin embargo, la diplomática señaló que lo sucedido fue “otra prueba de la política peligrosa y desestabilizadora de Washington sobre la defensa aérea, su claro sentimiento antirruso”.
“La prueba reciente confirma directamente la falsedad de las garantías estadounidenses de que el sistema de defensa antimisiles global de Estados Unidos no está dirigido contra Rusia”, subrayó Zajárova.
La funcionaria cargó contra el país norteamericano por “manipular durante muchos años la opinión pública de su país”, mentir a sus socios internacionales y justificar sus acciones bélicas en la arena internacional.
La vocera de la Diplomacia rusa enfatizó que Moscú se reserva el derecho a “tomar las medidas necesarias en respuesta” a las pruebas antimisiles de EEUU.
El Standard Missile 3 es parte del sistema antimisiles de EE.UU. Aegis Ashore, que Moscú ha sostenido durante mucho tiempo que viola el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (i-N-F, por sus siglas en inglés), ya que teóricamente podría convertirse en un sistema ofensivo.
El tratado del i-N-F fue suscrito en 1987 entre la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y Estados Unidos y obligaba a las dos partes a eliminar todos los misiles, tanto nucleares como convencionales, que tuvieran un alcance de entre 500 y 1000 kilómetros —de corto alcance— y de entre 1000 y 5500 kilómetros —de medio alcance—.
No obstante, la retirada unilateral de EE.UU. en agosto del año pasado del tratado i-N-F ha despertado los temores de una nueva carrera armamentística entre las dos potencias nucleares.
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