Si las primeras versiones del DF-15 servían básicamente para ser disparados contra grandes objetivos de la infraestructura civil y ciudades, pues las últimas modificaciones también pueden impactar contra objetivos militares defendidos. China contempla los misiles balísticos de alta precisión de corto y mediano alcance como respuesta asimétrica a una probable supremacía del enemigo en el aire. Tales misiles permiten lanzar ataques eficaces contra objetivos de la retaguardia enemiga, incluso si se ha perdido el combate por el predominio en el aire. Pero en determinadas circunstancias, por ejemplo, si en la fase inicial del conflicto se consigue lanzar un ataque masivo inesperado contra los aeródromos, los propios misiles pueden ser un buen medio para conquistar el dominio en el aire. A juzgar por las publicaciones de los medios chinos, el DF-15C no será un sustituto, sino más bien un complemento del DF-15B. Posee menor alcance, pero, en cambio, es mayor su capacidad de impactar contra las construcciones de defensa. Además de los centros de mando subterráneos, de los depósitos y cuarteles, sus objetivos pueden ser refugios protegidos para aviones, que hasta ahora utilizan muchos países. Cabe destacar que la familia de misiles DF-15 sigue desarrollándose, pese a que empezaron a entrar en servicio los potentes misiles DF-16 con un alcance a partir de los 1000 kilómetros.
China, que no está ligada a las rígidas restricciones en relación al tipo y cantidad de misiles, deviene uno de los más importantes centros mundial de desarrollo de misiles. Tanto Rusia como EEUU no tienen derecho a fabricar misiles semejantes al DF-15B, por el tratado que rige entre ellos, y que les prohíbe fabricar misiles de un alcance superior a los quinientos kilómetros e inferior a los 5500 kilómetros. Por ejemplo, el principal misil balístico táctico ruso Iskander tiene un alcance de menos de quinientos kilómetros. El DF-15 constituye la principal fuerza de choque de un complejo de aproximadamente mil ochocientos misiles que apuntan a Taiwán. Cabe suponer que se trata de un misil bien perfeccionado y no muy costoso. El bajo precio y la producción masiva del misil ponen en tela de juicio la posibilidad de luchar contra ellos con sistemas de defensa antiaérea, ya que cada misil interceptor resulta mucho más costoso – muchos millones de dólares. Los sistemas de misiles antiaéreos Patriot PAC-3, que se están desplegando en varios países de la región, teóricamente pueden cubrir ante un ataque solo algunos objetivos, pero no pueden hacer frente a un empleo masivo de misiles balísticos tácticos chinos.
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