por Thierry Meyssan
El presidente chino Xi Jinping realiza una gira porArabia Saudita, Egipto y la República Islámica de Irán. Oficialmente, no se trata de hablar de política sino sólo de economía. China propone a los Estados del Medio Oriente participar en el establecimiento de la «nueva ruta de la seda» para que todos puedan desarrollarse y liberarse del colonialismo occidental.
El mundo árabe de hoy está bajo el dominio de Estados Unidos, que trata de explotarlo y de frenar su desarrollo. Pero las numerosas revueltas registradas en Palestina, Siria, Irak, Yemen y Bahréin muestran que existe una voluntad de resistencia que contrasta con el voluntario servilismo de los europeos.
Ese juego, enteramente controlado por Washington desde los éxitos de Henry Kissinger, está viéndose modificado, por un lado, por la intervención militar rusa en Siria y, por otro lado, por el regreso del comercio chino, que dominó el Mediterráneo durante la Antigüedad tardía y la Edad Media.
Es en ese contexto que el presidente Xi Jinpin ha emprendido una gira por Arabia Saudita, Egipto y la República Islámica de Irán, con el objetivo de abrir tramos de una nueva vía de comunicación, según el eslogan que adoptó el líder chino desde 2013: «un cinturón, una ruta». Se trata a la vez de una vía terrestre como la antigua «ruta de la seda» y de una vía marítima como la que imaginó el almirante Zheng He, en tiempos del imperio Ming. Para concretar ese proyecto fundamental, que viene preparando desde hace una decena de años, la República Popular China ha creado el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), del que son miembros los 3 países que presidente chino está visitando, aunque Irán no ha ratificado aún el tratado.
Aunque el presidente chino evita hablar de política y llevar directamente la contraria a los intereses occidentales, su proyecto económico, si llegara a concretarse, llevaría a un liderazgo mundial chino-ruso y sería el fin del imperio talasocrático de británicos y estadounidenses.
Sería falso creer que Pekín no hace política y que está ausente de la región en el plano político. China ha respaldado la lucha de la Resistencia palestina, que incluso pudo abrir, hace ya mucho tiempo, una representación en Pekín. En 2006, fue gracias a los misiles chinos que el Hezbollah impidió a los barcos israelíes bombardear la costa libanesa. Y, según numerosos expertos, no fueron árabes sino consejeros chinos quienes accionaron esos misiles. Hoy en día, China ha impuesto su propia participación en las negociaciones sobre Siria y durante los últimos meses ha recibido a los representantes de todas las facciones. En todo caso, durante su viaje Xi Jinping ha limitado sus intervenciones políticas.
La República Popular China produjo en 2015 el film Dragon Blade, un gran espectáculo sobre la «ruta de la seda». Esta película busca demostrar que los imperios no tienen que ser obligatoriamente enemigos y que pueden cooperar en aras de su interés recíproco.
Arabia Saudita
China es el principal cliente de Arabia Saudita, de donde importa petróleo por valor de 70 000 millones de dólares al año. Pekín espera que la dinastía Saud permitirá que las mercancías chinas pasen por su suelo [que, en este caso, es propiedad de los Saud]. Pero chinos y sauditas son rivales en Pakistán y se enfrentan en una guerra feroz en Xinjiang. Desde hace al menos una década, Estados Unidos está reclutando yihadistas chinos, a través de los servicios sauditas, durante el peregrinaje a La Meca. Estos yihadistas, frecuentemente uigures, actúan después bajo las órdenes de los servicios secretos turcos para perpetrar atentados, primeramente en el oeste de China, que ahora están cometiendo en todas partes de ese país y en nombre del Emirato Islámico.
El rey Salman y el presidente Xi inauguraron la refinería de Yasref-Yanbu, en la costa oeste de Arabia Saudita. Es la primera refinería construida en el extranjero por la empresa china Sinopec. Evaluada en 10 000 millones de dólares, dos tercios de esta instalación pertenecen a Aramco [la compañía estatal saudita a cargo de la explotación y comercialización del petróleo] y un tercio pertenece a la compañía china. Esta gigantesca instalación, construida en 2 años, es resultado de una inversión que se realiza precisamente en momentos en que la coalición encabezada por Estados Unidos contra el Emirato Islámico ha bombardeado y destruido todas las inversiones similares de China en Irak. De producirse una futura división de la actual Arabia Saudita, esta refinería estaría en el Estado que se creara alrededor de las santas mezquitas.
El presidente Xi Jinping se reunió también con el secretario general del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), para acelerar la creación de una zona de libre comercio, y con el de la Organización de Cooperación Islámica.
En 2009, la televisión nacional china transmitió una serie de 59 episodios sobre la vida y los viajes de Zheng He, el «gran eunuco de las tres joyas», quien trató de restaurar, en el siglo XV, la «ruta de la seda» pero por vía marítima. Para ello creó una flota de 70 navíos y 30 000 marinos. Zheng He hizo el peregrinaje a La Meca, navegó por el Mar Rojo hasta Egipto y recorrió las costas africanas hasta Mozambique. La serie resalta el carácter pacífico de sus 7 expediciones. Por razones de política interna, las notas de Zheng He fueron quemadas después de su muerte, el emperador destruyó la flota y China se replegó sobre sí misma durante 600 años.
Egipto
A su llegada a Egipto, el presidente Xi Jinping se reunió con el presidente al-Sissi. Los dos dirigentes hicieron un balance de las obras que multiplicaron por dos la capacidad de Canal de Suez. El año pasado, los occidentales quedaron sorprendidos ante aquel faraónico esfuerzo del Cairo, realizado en momentos en que Egipto no logra alimentar a su población y sobrevive únicamente gracias a la ayuda financiera saudita. Ahora puede verse claramente que aquel proyecto, que parecía carecer de sentido en función del comercio mundial actual, forma parte, a mediano plazo, del proyecto comercial de China.
Una vasta zona industrial se ha creado, en la desembocadura del Canal, a 120 kilómetros del Cairo. Allí se prevén inversiones de envergadura sin precedente, que darán empleo a 40 000 egipcios. Ya en este momento, los chinos han invertido en las canteras, de manera que la piedra destinada a la construcción se ha convertido en eje del comercio entre Egipto y China.
Además, China está participando en la construcción de una nueva capital egipcia.
El Cairo, que en tiempos de Nasser fue la principal potencia árabe, fue desapareciendo poco a poco de la escena internacional. La victoria del presidente al-Sissi sobre la Hermandad Musulmana y la relativa estabilización del país ahora le permiten nuevamente recuperar su antiguo papel. El descubrimiento, por parte de los italianos, de considerables reservas de petróleo, le permite prever una rápida solución de sus problemas económicos y ya le está abriendo el acceso a préstamos en los mercados internacionales.
Recordando las relaciones que Egipto y China mantuvieron en tiempos de Nasser y de Zhu Enlai, la delegación china se reunió con el presidente de la Cámara de Diputados, Ali Abdel Aal, e instauró una cooperación institucional entre ese órgano y la Asamblea del Pueblo.
Los presidentes de China y Egipto expresaron públicamente su respaldo al proceso político en Siria y se pronunciaron contra todo intento de derrocar el régimen por la fuerza. Pero se abstuvieron de mencionar el contenido de sus intercambios sobre ese tema.
El presidente Xi Jinping se dirigió además a la Liga Árabe. En su intervención subrayó el enorme potencial comercial de la región y la necesidad de colaborar pacíficamente entre naciones para acelerar el desarrollo económico.
República Islámica de Irán
Mientras escribo estas líneas, el presidente Xi Jinping acaba de llegar a Irán. China e Irán tienen una larga historia común que data de la Antigüedad, como lo demuestran algunas estatuas de Persépolis y la influencia china en la pintura iraní. En la Edad Media, la «ruta de la seda» bordeaba la India y pasaba por el Asia central para atravesar Irán y más adelante Irak y Siria. Desde el gobierno del presidente Ahmadinejad, las universidades iraníes disminuyen sus cursos en inglés para aumentar la práctica de la lengua china.
Para Pekín, Irán no es simplemente una etapa histórica de la «ruta de la seda», es una cultura cercana de la que China ha estado separada por mucho tiempo, un socio natural que, debido a su identidad musulmana, le permite entrar más fácilmente en un mundo árabe que ve globalmente como atrasado y violento.
La República Popular China y la Federación Rusa han anunciado su intención de incluir la República Islámica de Irán como miembro pleno de la Organización de Cooperación de Shanghai. Esta decisión, que se pospuso durante el periodo de las sanciones occidentales, convertiría a Teherán en un importante actor en materia de relaciones internacionales.
Fuente: Voltairenet
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