Desde hace algunos atrás les he venido comentado acerca de la posibilidad de que Rusia crease naves interplanetarias de propulsión nuclear; pues bien, eso hoy es toda una realidad.
Como sabrán mis queridos amigos, hasta ahora todos los países
del mundo, a excepción de la madre Rusia, han utilizado tecnologías de hace dos
siglos para enviar maquinaria, satélites y hombres, al espacio exterior.
Así es, hasta ahora la única tecnología disponible para el
mundo entero para hacer posible los viajes espaciales ha consistido en la utilización
de cohetes de propulsión química, es decir, de propulsión a través de la quema
de combustibles derivados del petróleo, tales como el hidrogeno líquido y el
Queroseno. Esta tecnología de hace dos siglos solo se ha estado perfeccionando,
pero sigue siendo la misma; de ahí el por que hasta ahora no se ha logrado
enviar hombres a algún planeta del sistema solar, y menos a las estrellas más cercanas.
Sin embargo, esta situación está a punto de cambiar gracias a Rusia.
Los cohetes espaciales convencionales, es decir, los de propulsión
química, no pueden desarrollar grandes velocidades, y mucho menos por un largo
tiempo, pues su velocidad esta limitada a la fuerza que pueden generar sus
motores, fuerza que no es suficiente para poder lograr viajes tripulados interplanetarios
por que el tiempo de traslado con esta tecnología se cuenta en años, además de
que sería muy, pero que muy costosa, una misión así.
En el mejor de los casos, una misión tripulada a Marte con
la actual tecnología se realizaría en dos años, y para eso habría que esperar a
que la tierra y marte se alineen, porque, si no, ese tiempo se puede extender
hasta en décadas de años.
Esto es así por que los cohetes de propulsión química tienen
un fuerte empuje al principio, pero rápidamente se acaba el combustible, pero
una vez ya en el espacio pueden continuar el viaje debido a que en el espacio
exterior no hay fricción (o es muy mínima, casi despreciable), por lo que pueden
conservar la velocidad que llevan casi indefinidamente, a menos que una fuerza
externa, o los motores de la misma nave, los frenen, aceleren o hagan cambiar
de curso.
Pero con la nueva tecnología rusa, además de que estos
nuevos motores de propulsión nuclear tienen un empuje aún muchísimo mayor que
el que pueden proporcionar los cohetes convencionales, también el combustible es
casi inagotable, por lo que, una vez en el espacio exterior, pueden acelerar a
casi la velocidad de la luz, gradualmente claro, pero lo pueden llegar a lograr.
Esto es posible porque no hay fricción en el espacio exterior y, por lo tanto,
el momentum que llevan se conserva, por lo que, con una aceleración constante,
pueden llegar a alcanzar velocidades cercanas a las de la luz.
Esto, se entiende, posibilita los viajes interplanetarios en
solo cuestión de días, o meses; e inclusive haría posible los viajes interestelares,
es decir, entre estrellas.
De esta manera, Rusia ya está planeando un viaje tripulado a
Júpiter, viaje que duraría aproximadamente un año dado que la tecnología es
nueva y aún falta por perfeccionar, pero una vez alcance su madurez, ese mismo
viaje se hará en solo semanas, o días quizá.
Se comprende que esta nave rusa interplanetaria será impulsada,
precisamente, por cohetes de propulsión nuclear.
Pero además de que la energía nuclear será la encargada de
propulsar la nave, esta misma energía será la encargada de proveer de energía eléctrica
a la misma nave, así como a las eventuales bases humanas que se establezcan en
esos nuevos mundos.
Pero inclusive, aunque los cohetes no fueran de propulsión nuclear
y fueran, digamos, de plasma o cañones de rayos láser, la misma energía nuclear
sería la encargada de proveer la energía eléctrica para el funcionamiento de
este tipo de motores; lo que, a final de cuentas, sería la misma energía nuclear
la encargada de hacer posibles los viajes interplanetarios o interestelares. Claro
que, si los cohetes son, efectivamente, de propulsión nuclear, como los que está
fabricando actualmente Rusia, su poder de empuje sería muchísimo mayor que el
de los cohetes de plasma o de rayos láser, o de tecnologías similares. Esto se traduce en que los viajes espaciales utilizando
propulsión nuclear serán los más rápidos y los más eficientes hasta que la ciencia
avance y se descubran nuevos principios físicos y nuevas formas de energía;
hasta entonces, la propulsión nuclear será la que domine los viajes espaciales
en los próximos años, o siglos quizá, y Rusia lleva la ventaja en ese campo,
sin duda.
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