La semana pasada, la ministra de Defensa de Alemania, Annegret Kramp-Karrenbauer, dijo que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) debería “dejarle muy claro” a Rusia que está “dispuesta” a utilizar medios militares para contener a Moscú y para que “a nadie se le ocurra la idea de atacar”, por ejemplo, a los Estados bálticos o a los “socios” de la alianza en el mar Negro.
En reacción, la portavoz del Ministerio ruso de Asuntos Exteriores, María Zajarova, enfatizó el lunes que “Kramp-Karrenbauer demostró la falta de interés en un diálogo serio sobre la desescalada con Moscú”.
Zajarova acusó a la OTAN de volver a las políticas de la Guerra Fría pese a que Rusia no representa una amenaza para la alianza. “Los pasos y las declaraciones de la OTAN vuelven a convencernos de que las decisiones que adoptamos recientemente en relación con la alianza eran las correctas [...] Es imposible dialogar con aquellos que solamente están preparados para la confrontación”, añadió.
Con todo, la diplomática rusa expresó su esperanza de que Berlín tenga dirigentes sensatos, capaces de disuadir a su ministra de Defensa del deseo precipitado de poner a prueba la fiabilidad de las Fuerzas Armadas rusas.
Zajarova también se refirió a la reunión ministerial de la OTAN que tuvo lugar en Bruselas (capital de Bélgica) del 21 al 22 de octubre de 2021 y aseguró que esa cita confirmó que después de 70 años todavía los aliados de la OTAN siguen actuando contra Rusia y determinan la “disuasión a Rusia”.
Los comentarios de la representante alemana se produjeron casi una semana después de que el canciller ruso, Serguéi Lavrov, anunciara que Moscú suspendería la labor de su embajada ante la OTAN a partir de noviembre en reacción a la decisión de la Alianza de expulsar ocho empleados de la misión permanente rusa so pretexto de presunto espionaje.
En los últimos años, los lazos bilaterales entre Moscú y el bloque militar occidental han experimentado un deterioro a niveles nunca vistos desde el fin de la Guerra Fría.
Las dos partes siguen sin poder superar las tensiones que surgieron después de la crisis de Ucrania y la anexión de Crimea a Rusia después de un referéndum celebrado en 2014. De hecho, Washington y sus aliados en la OTAN han aumentado su presencia militar en Europa del Este, sobre todo, en los países bálticos y Polonia, recurriendo al pretexto de la amenaza rusa.
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