La 47ª cumbre del G7 celebrada en junio de 2021 en Cornualles, Reino Unido, fue la plataforma de lanzamiento de la iniciativa Build Back Better World (B3W) como respuesta a la Iniciativa de la Franja y la Ruta china —BRI, por sus siglas en inglés—.
La iniciativa B3W, liderada por Estados Unidos y secundada por los países miembros del G7, aspira a reducir las necesidades de alrededor de 40.000 millones de dólares en inversiones y proyectos de infraestructura en países en vías de desarrollo para el año 2035.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta de 2013 —también conocida como la Nueva Ruta de la Seda china— es una estrategia global orientada a perfeccionar las vías de transporte y de comercio existentes y crear nuevas, como en el caso de América Latina, vinculando entre sí a más de 60 países.
La Nueva Ruta de Seda fue promovida por el presidente de China, Xi Jinping, en septiembre de 2013 durante su visita de Estado a Kazajistán.
La propuesta china ha crecido de forma rápida y gana terreno en América Latina, teniendo como principal objetivo el desarrollo de infraestructura en la construcción de carreteras, sistemas de ferrocarriles, puertos, dragados de ríos, entre otros.
¿Por qué no antes?
China se ha convertido en el mayor socio comercial de América Latina y el comercio entre ambos alcanzó la cifra récord de 307.400 millones de dólares en mediciones prepandemia en 2018.
Este escenario provocó la reacción de Estados Unidos, "que ha lanzado y liderado este proyecto [B3W] para hacer frente y otorgar una alternativa diferente a la BRI", explica a Sputnik el analista en Relaciones Internacionales Bienvenido Chen Weng del Observatorio de Política de Asia-Pacífico de Madrid.
Estados Unidos ha criticado el proyecto chino, en varios aspectos de la iniciativa como la transparencia y el impacto medioambiental. Además, la firma de memorándums de entendimiento para unirse a la ambiciosa iniciativa de infraestructura, "tampoco están supeditados a cambios en el régimen político, ni le exigen ninguna política de derechos humanos o cambios democráticos", sostiene Chen Weng.
Nuevo actor en el 'patio trasero'
La cooperación económica no ha tenido el efecto esperado en los países en vías de desarrollo. Las economías latinoamericanas "han tenido la sensación de que no han cubierto las necesidades que tenían, y luego de 70 años no han logrado el desarrollo aún. Siguen estando prácticamente en el mismo punto que hace siete décadas", subraya el analista internacional.
Antes de la aparición de China, de su ascenso como potencia económica, "Estados Unidos y el mundo occidental en general, no tenía una competencia real".
Aparece un nuevo actor, que es China, un actor con mucho dinero, "logrado con el superávit que ha tenido en el ámbito de la exportación y con mucho dinero disponible para prestar", afirma Chen Weng.
'Modus operandi' chino
Hay un concepto acuñado por el analista indio Brahma Chellaney, llamado "la trampa de la deuda", vale decir, que los proyectos chinos "al final buscan ofrecer acuerdos insostenibles para luego apropiarse de la infraestructura de esos países cuando estos no pudieran pagar", explicó el analista.
En Sri Lanka, ejemplifica el analista, han llegado al punto de no ser capaces de devolver préstamos chinos y "han tenido que entregar la gestión del puerto de Hambantota, que es un puerto bastante estratégico que da hacia el océano Índico", en un contrato con una duración de 99 años.
El interés real de China con la nueva Ruta de la Seda, "no es un tema estratégico, sino más bien económico".
Occidente en general y Estados Unidos en particular, "se sienten amenazados —porque ha aparecido un actor muy importante, muy potente, que puede incluso rivalizar con ellos— al proponer un proyecto tan grande como el BRI chino, pues al final tienen que dar la sensación de que ellos también tienen esa capacidad, y no solo China", concluyó Chen Weng.
No hay comentarios:
Publicar un comentario