Su color es inigualable y por siglos ha dado el teñido violeta más puro. Habitante especial de los acantilados de Huatulco, en Oaxaca, el caracol púrpura es hoy una especie protegida, una estatus que consiguió gracias a la protesta social de los locales, quienes denunciaron la explotación por parte de empresarios textileros japonenes.
De acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas de la Secretaría de Medio Ambientes y Recursos Naturales (Semarnat), a principios de la década de los 80, la empresa nipona Púrpura Imperial comenzó la ordena de caracoles con la finalidad de extraer su peculiar tinte que sin fijadores es capaz de teñir todo tipo de tela.
La empresa japonesa, destaca el informe, usaba el tinte del caracol para teñir sus famosos kimonos de seda, una prenda tradicional del país asiático.
"Dado que esta actividad se realizaba procurando obtener los mayores volúmenes de tinte, no se consideraba el tiempo transcurrido entre una ordeña y la siguiente, lo que ocasionó alta mortalidad por el mal manejo. Debido al mal manejo y a las técnicas inapropiadas de ordeña, la población se redujo drásticamente", se lee en el informe de la comisión mexicana.
Fue el grupo de indígenas de Pinotepa de Don Luis, los cuales utilizan la tinta del caracol púrpura con usos culturales, quienes denunciaron la extracción masiva del recurso natural por parte de los extranjeros. Por esta razón, el caracol púrpura se encuentra hoy en el listado de especies protegidas.
Pese a los esfuerzos, la realidad es que el caracol púrpura es ahora no solo una especie atractiva para el sector textil, sino también para el gastronómico.
"La disposición fue cayendo en el olvido ante un turismo ávido de sensaciones gustativas que llevó a la gastronomía a crear manjares de un sabor picosito que solo este caracol les puede dar", señala la Semarnat.
El molusco habita en la costa del Pacífico desde Baja California hasta Perú y año con año, un reconocido grupo de alrededor de 20 artesanos 200 kilómetros de costa, desde Pinotepa de San Luis, en el extremo suroeste de Oaxaca, para trepar los acantilados de Huatulco y ordeñar al caracol que encuentran adherido a las rocas arriba de la marea.
"Ahí han observado cómo turistas que desconocen la tradición y la importancia ecológica del molusco lo manipulan e incluso lo engullen o lo destruyen, lo que ocurre tanto fuera como dentro del Parque Nacional Huatulco. Los artesanos buscan la promoción y desarrollo de proyectos para la conservación y recuperación del caracol púrpura pansa que genera un inigualable color mexicano", indica la dependencia.
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