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viernes, 16 de diciembre de 2011

MAIZ TRANSGENICO (GMO: ORGANISMO GENETICAMENTE MODIFICADO) EN MEXICO


Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano

México: cultivos transgénicos en el centro de origen y domesticación

por Ana de Ita Domingo 11 de mayo de 2008



El trabajo realizado en torno a este tema ha contado con el apoyo de las Fundaciones Pan para el Mundo, Misereor y de la Sociedad Sueca para la Protección de la Naturaleza
Más del 90 por ciento de toda la biodiversidad del planeta se encuentra en las regiones tropicales y subtropicales del sur, en los dominios tradicionales de las comunidades indígenas de África, Asia y América Latina, México tiene el cuarto lugar en el mundo como centro de origen de plantas superiores. A pesar de que ocupa únicamente el 1.3 por ciento de la superficie del planeta, es hábitat del 14.4 por ciento de las especies de plantas en el mundo.
La domesticación de las plantas y la invención de la agricultura no fue un proceso general, ni una fase obligatoria en la evolución de todos los grupos humanos, sino algo excepcional que sucedió en pocas partes del mundo e implicó la acumulación de conocimientos sobre la naturaleza por parte de las culturas aborígenes” [1].
México es centro de origen de más de cien cultivos agrícolas, debido tanto a su localización geográfica como al trabajo de domesticación realizado por las comunidades agrícolas indias.
A pesar de los riesgos que implican los cultivos transgénicos para la diversidad biológica, de las posibilidades de contaminación de sus parientes silvestres, y de la dependencia económica a la que someten a los campesinos, el gobierno mexicano es un promotor de los intereses de las corporaciones transnacionales impulsoras de los cultivos transgénicos en el país.
El primer cultivo transgénico plantado en el campo y el único cuya siembra comercial está liberada, es el jitomate (o tomate) de maduración retardada, de la variedad Flavor Savor, propiedad de la empresa Calgene, hoy parte de Monsanto. Las empresas Seminis, Zeneca y DN Plant también han probado variedades de jitomate transgénicas en el país. Desde 1988 los grandes productores de los estados del norte, sembraron de forma experimental jitomate genéticamente modificado destinado a Estados Unidos. En 1995 se liberó su siembra comercial, pero por ser transgénico no tuvo buena aceptación de los consumidores en el mercado internacional. Los productores cambiaron a la variedad, Divine Ripe, también de maduración retardada, pero obtenida por métodos convencionales, no transgénicos, con mejores resultados.
El jitomate es originario de la región andina, pero México es considerado centro de domesticación, pues desde épocas prehispánicas se encontraban un gran número de variedades cultivadas en esta región. No obstante, el gobierno no estableció ninguna medida de bioseguridad para regular la siembra del jitomate transgénico.
El algodón es el cultivo genéticamente modificado que ocupa mayor extensión en el país, localizado en nueve estados del norte. En 1995 el gobierno aceptó el primer ensayo en campo, y al año siguiente Monsanto había conseguido autorización para su programa piloto de algodón Bollgard, en 10,000 hectáreas. Entre 1996 y 1999 se reportó un crecimiento exponencial de la superficie autorizada a la empresa Monsanto, 83,799 hectáreas.
Desde 1998 el gobierno mexicano apoya explícitamente la compra de la semilla transgénica y el pago de regalías que exige Monsanto. Gracias al empujón gubernamental después del primer año de subsidios, aumentó un 70 por ciento la superficie de algodón transgénico, y adoptaron esta tecnología el 10 por ciento de los productores, cuando anteriormente sólo la utilizaban el 3 por ciento.
El cultivo transgénico representa costos de producción más altos. El gobierno mexicano subsidia a Monsanto con el 45 por ciento del valor de estos insumos, en el 40 por ciento de la superficie sembrada con algodón transgénico y le permite obtener el resto del bolsillo de los productores. Es uno de los casos típicos de apoyo con subsidios públicos a los intereses privados.
Las expectativas del gobierno y de Monsanto se han quedado muy cortas contra la realidad: el cultivo del algodón en México no es rentable frente a la competencia del libre mercado y por ello a pesar de los apoyos gubernamentales las superficies sembradas con algodón transgénico se han reducido constantemente a partir del año 2000.

La contaminación transgénica del maíz nativo

Sin lugar a dudas el caso más drámatico ocurrido en México es el de contaminación transgénica del maíz nativo, en el propio centro de origen. La civilización mesoamericana -región cultural integrada por México y centroamérica- fue a la vez producto y origen de la invención de la agricultura. El maíz constituyó el logro fundamental. En México existen 53 razas y 16 mil muestras de materiales mexicanos, con presencia endémica de sus parientes silvestres o teocintles [2]
El maíz es un cultivo de polinización abierta o cruzada. En una parcela de maíz todas las plantas son diferentes de la generación que les dio origen y entre ellas [3]. Los campesinos cultivan miles de variedades buscando combinaciones únicas de caracteres deseables. La gran diversidad de razas y variedades de maíz es producto del conocimiento agrícola acumulado colectivamente por miles de años, Aún actualmente el 85 por ciento de los productores de maíz siembran con semillas propias, seleccionadas de la cosecha anterior e intercambiadas con otros productores.
Ignacio Chapela y David Quist, científicos de la Universidad de Berkeley, detectaron a finales del año 2000, ADN transgénico en razas nativas de maíz en la Sierra Juárez de Oaxaca y publicaron sus resultados en la Revista Nature [4]. En septiembre del 2001 el gobierno mexicano [5] confirmó la contaminación transgénica de maíces nativos mexicanos en distintas comunidades de la Sierra Juárez de Oaxaca .
En octubre del 2003, representantes de comunidades indígenas y campesinas y las organizaciones Ceccam, Cenami, Grupo ETC, Casifop, UNOSJO y AJAGI CECCAM (Centro de Estudios para el Cambio en Campo Mexicano); CENAMI (Centro Nacional de Apoyo a Misiones Indígenas); Grupo ETC (Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración); CASIFOP (Centro de Análisis Social, Información y Formación Popular); UNOSJO (Unión de Organización de la Sierra Juárez de Oaxaca); AJAGI (Asociación Jaliscience de Apoyo a Grupos Indígenas) dieron a conocer los resultados de sus propios análisis sobre la presencia de contaminación transgénica en el maíz campesino en nueve estados del país: Chihuahua, Morelos, Estado de México, San Luis Potosí, Puebla, Oaxaca, Hidalgo, Tlaxcala y Veracruz.
En 18 de las 104 comunidades muestreadas, entre el 1.5 por ciento y el 33.3 por ciento de las muestras registraron resultados positivos, para tres tipos de transgenes: Bt resistente a insectos (Cry 1ab/1ac); StarLink (Cry 9C), prohibido para consumo humano en Estados Unidos; RoundUp Ready, resistente a herbicidas (CP4SPSS).
En México por ser país centro de origen, diversidad y domesticación del maíz, hasta ahora está prohibida la siembra y liberación al ambiente del maíz transgénico. A fines de 1998, el Comité Nacional de Bioseguridad Agrícola cnba estableció una moratoria de facto al no aceptar nuevas solicitudes para realizar pruebas de campo con maíz transgénico [6].
Sin embargo a raíz de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (tlcan), México importa anualmente más de 6 millones de toneladas de maíz provenientes de Estados Unidos el mayor productor de maíz transgénico en el mundo que contienen maíz convencional mezclado con maíz transgénico, sin ninguna regulación, requisito de segregación o etiquetado. La siembra de maíz transgénico importado provocó la contaminación de las variedades nativas de maíz. Entre 1996 y 2001, año en que se detectó la contaminación de las variedades nativas se calcula se habían importado al país 5.5 millones de toneladas de maíz transgénico.
La red de empresas estatales de distribución de alimentos para consumo popular (Diconsa) fue una fuente probada de contaminación de maíz transgénico, ya que hasta el año 2003 distribuyó maíz importado a través de sus 23 mil puntos de venta en todas las áreas rurales del país, sin alertar sobre el peligro de su siembra a los consumidores, que en este caso también son productores [7] .
Las características reproductivas del maíz -polinización abierta- y las prácticas culturales de los campesinos en México "un constante intercambio de semillas" a la vez que han creado la diversidad del maíz, hacen mucho más difícil controlar la contaminación transgénica del maíz nativo, una vez que los transgenes han ingresado al sistema.
Las organizaciones sociales y civiles demandaron al gobierno mexicano establecer acciones para controlar la contaminación transgénica del maíz nativo, pero no obtuvieron ninguna respuesta. Acudieron a la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte (CCA) y le solicitaron elaborar un estudio sobre los efectos del maíz transgénico en la diversidad biológica, en la salud, el ambiente, la economía campesina. El estudio de la CCA [8], realizado por un grupo selecto de científicos nacionales e internacionales recomendó al gobierno mexicano acciones drásticas para detener la contaminación del maíz en México, entre ellas: seguir aplicando la actual moratoria a la siembra comercial de maíz y fortalecerla evitando las importaciones de maíz viable, así como notificar a los campesinos que eviten sembrar el grano de Diconsa pues puede ser trangénico.
En sentido contrario a estas recomendaciones el Congreso aprobó en marzo de 2005, la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, mejor conocida como Ley Monsanto, pues apoya los intereses de las transnacionales promotoras de los cultivos transgénicos. Esta ley no está guiada por el principio precautorio y contradice el Protocolo de Cartagena, implica el levantamiento de la moratoria de facto a la siembra comercial y experimental de maíz transgénico no exige el etiquetado de los productos para consumo humano, no establece mecanismos de responsabilidad para las corporaciones. Aunque establece un régimen de protección especial para los cultivos que tengan su centro de origen en México, y en especial para el maíz, ese régimen de protección especial no está definido y la definición de centros de origen es equivocada [9]
Amparadas en la nueva Ley, Monsanto, Pioneer y Dow Agrosciences intentaron en tres ocasiones la aprobación de la siembra experimental de siete variedades de maíz transgénico en el país, que es únicamente el primer paso para conseguir la siembra comercial. La Secretaría de Agricultura tuvo que echar marcha atrás en las autorizaciones cuando los especialistas reclamaron la inexistencia del “regimen especial de maíz”, condición establecida en la Ley de Bioseguridad. Monsanto enfrenta este retraso, organizando una oposición a modo donde los productores amenazan con sembrarlo de manera ilegal.

 http://endefensadelmaiz.org/Mexico-cultivos-transgenicos-en-el.html

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