Arabia Saudí es el gran beneficiario de los ataques yemeníes a sus instalaciones petroleras debido a un incremento de casi 20 % en los precios de petróleo.
A unos días de los ataques a las instalaciones petroleras saudíes, Arabia Saudí se perfila como el gran beneficiario ya que con un incremento de casi el 20 % en los precios de petróleo, y con proyecciones a una mayor alza, estarían en camino de lograr un precio de casi USD 80-85 que el FMI advirtió es el mínimo para equilibrar el presupuesto estatal saudí.
A pesar de que los entretelones de los ataques a las refinerías de Abqaiq y Khurais en territorio saudí todavía son inciertos y los efectos están por desarrollarse, los saudís deben estar complacidos ya que el evento terminará siendo una casualidad muy ventajosa para su reino.
Días después de los bombardeos, atribuidos a los combatientes de Ansarolá yemeníes, a las dos principales instalaciones petroleras de la estatal Aramco, que causaron la interrupción en el 50 % de la producción saudí, el precio del barril de petróleo reporta un alza de casi el 20 %, el mayor incremento en tan corto tiempo desde 1991.
Una tendencia que no se detendrá según analistas y traders de JP Morgan, Rapidan Energy, Eurasia group, debido a la confirmación de que los arreglos a la infraestructura y normalización del suministro tomarán más tiempo de lo esperado, incluso semanas. Para dichos expertos, los barriles de crudo Brent y WTI seguramente llegarán a cotizarse en casi USD100 dólares.
Pero para los saudís este caso “fortuito” no pudo haber llegado en mejor momento ya que según advirtió el Fondo Monetario Internacional (FMI) en febrero de este año y se volvió mencionar durante la más reciente reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a inicios de septiembre, Arabia Saudí necesita, mínimo, un precio de barril en el rango de USD 80-85 dólares para equilibrar su presupuesto estatal.
Debido a que los precios del crudo habían caído más del 30% desde un pico superior a los USD86 dólares por barril en octubre de 2018, la tarea de artificialmente subir el precio, que rondaba en los USD55 dólares antes de los ataques, estaba siendo casi imposible para Arabia Saudí, a pesar de liderar y promocionar los recortes de producción desde la OPEP.
"Los saudís están inevitablemente frustrados. Han intentado todo para elevar los precios”, dijo Ryan Fitzmaurice, estratega de energía de Rabobank hace menos de una semana.
Esa urgencia por cotizar el petróleo en precios más altos se veía aún más presionada por el hecho de que este año realizarán la oferta pública inicial (OPI), es decir la venta de acciones a los inversores por primera vez, de la estatal petrolera Aramco.
En base a la valoración indicada de US$ 2 billones que Saudi Aramco esperaba lograr, la flotación del 5% al 2020 propuesta por el príncipe Abdulaziz bin Salman quien asumió el puesto del ministro de Energía el 8 de septiembre, constituiría una transacción histórica y multimillonaria para la casa real Saúd, pero para ello necesitaban un precio internacional más alto del barril de petróleo.
Ahora gracias a la guerra en Yemen de la cuál son parte activa y un ataque coordinado en el momento preciso, los saudís deben estar celebrando este golpe de suerte.
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