Rusia está utilizando una nueva generación de armas aéreas, en teoría mucho más avanzadas que los rudimentarios drones que los ucranianos derriban fácilmente
Después del desastre de sus drones de bajo coste, Rusia asegura que ha desplegado una nueva generación de armas aéreas en Ucrania. Según la agencia de propaganda rusa Tass, estas nuevas bombas merodeadoras — o ‘drones kamikaze’ — Kub y Lancet están recién salidos de la cadena de montaje pero ya están siendo utilizadas con éxito en esta guerra brutal que siguen calificando como ‘operación especial’.
Estas dos nuevas armas han sido desarrolladas y fabricadas por Zala Aero, el brazo aeronáutico del Grupo Kalashnikov, que a su vez es uno de los principales grupos armamentísticos dentro de Rostec, el conglomerado de defensa estatal de la Federación Rusa.
Cómo funcionan…
El despliegue no se ha confirmado independientemente y el gobierno ruso no revela cuántos de estos drones estarían ahora operativos en manos de las tropas rusas. Los Kub, afirma Tass, completaron su fase de pruebas y fueron aprobados para entrar en servicio el pasado mes de noviembre. Según la agencia, las “entregas masivas a las tropas rusas estaban programadas para 2022” y al parecer los envíos ya están en curso.
Estas máquinas son similares a los Switchblade 300 norteamericanos con los que cuenta Ucrania. Con un peso total — incluyendo carga — de tres kilogramos, estas máquinas están diseñadas para ser lanzadas en el campo de batalla, ofreciendo una autonomía de sólo 30 minutos a una velocidad punta de 130 kilómetros por hora. Durante este tiempo son dirigidos por tropas de infantería hasta que encuentran un objetivo y se lanzan hacia él en picado, como muestra este vídeo de un Switchblade 300 destruyendo tropas rusas sobre un tanque.
Según Brent Eastwood —experto en amenazas emergentes y autor del libro 'Humanos, máquinas y datos: futuras tendencias en la guerra'—, son básicamente máquinas de ataque diseñadas para aterrorizar tanto civiles como militares.
Los Lancet, por su parte, pueden volar durante horas y atacar objetivos a mayor distancia distancia y con una carga explosiva más potente que los Kub, afirma el director general de Kalashnikov Vladimir Dimitriyev.
Según la publicación de defensa Army Recognition, hay dos modelos de Lancet: Lancet-1 y Lancet-3. El segundo es el más grande y, teóricamente, cuenta con varios sensores y sistemas de blanco mucho más avanzados que el Kub y otros drones rusos. El Lancet-3 ha pasado recientemente sus tests operativos y, según Zala Aero, puede volar a un máximo de 110 kilómetros por hora durante 40 minutos con una carga de tres kilogramos, que pueden ser explosivos de alta potencia o cabezas de fragmentación.
…si es que funcionan
Sobre el papel, ambas armas parecen comparables a sus equivalentes norteamericanos. En la práctica, y a pesar de lo que diga Tass o Kalashnikov, habrá que ver si son capaces de operar con la misma efectividad. Como ya hemos visto en el caso de los drones de reconocimiento Orlan-10, la industria armamentística rusa es una auténtica fábrica de chapuzas gracias a dos importantes factores: la corrupción rampante en el estamento militar y la falta de electrónica avanzada con la que sí cuentan las armas occidentales. En el caso de los Orlan-10, se puede ver claramente en este vídeo del Ministerio de Defensa de Ucrania. Los componentes utilizados en esas máquinas son un auténtico despropósito indigno de cualquier 'ñampas' adicto al Bricomanía.
Lógicamente, no sabemos si los Kub y los Lancet sufrirán los mismos problemas o no. Como tampoco sabemos el número de unidades que serán desplegadas en el conflicto. Dado el bloqueo occidental de los sofisticados componentes electrónicos necesarios para la fabricación de este tipo de armas, parece difícil que Zala Aero pueda producirlos en los mismos números en que los Estados Unidos fabrican sus Switchblade y otros drones. Sólo el tiempo dirá hasta dónde termina la propaganda de Tass y dónde comienza la realidad de esa guerra futurista que Vladimir Putin nos quiere vender. Unas armas supuestamente vanguardistas que, por ahora, siguen pareciendo del siglo pasado.
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