A pesar de todo lo que dicen de Donald Trump y sus 'halcones' John Bolton, Mike Pompeo y el actual secretario de Defensa en funciones, Patrick Shanahan, sobre el poder global norteamericano en permanente ascenso, los últimos acontecimientos están demostrando la aparición de limitaciones al poderío unilateral de Norteamérica.
Si Esparta y Roma perecieron, ¿qué Estado puede esperar durar para siempre?
Así lo demuestran las acciones en Siria, Corea del Norte, Irán o Venezuela. EEUU ya no puede imponer su voluntad a los enemigos, contrincantes, a los aliados permanentes y temporales, a los que muestran su neutralidad haciéndoles 'torcer el brazo' cuando así exigen los intereses norteamericanos.
Tal es la situación, que varios especialistas en geopolítica y geoeconomía empezaron a intentar predecir los años que le quedan al dominio estadounidense. El jefe de la Cámara de Contabilidad de Rusia, Alexéi Kudrin pronosticó que Estados Unidos está en un proceso de debilitamiento, pero debido a la guerra económica y financiera que desató en el mundo, seguiría dominando en el planeta en los próximos 40 años, es decir hasta 2060. Por su parte, el premio Nobel de economía, el estadounidense Paul Krugman, también coincide con Kudrin sobre el proceso de declive de Norteamérica pero no se atreve a hacer un pronóstico.
Sin embargo, de acuerdo a los estudios del profesor de Harvard Stephen M. Walt, mientras el dólar siga siendo la moneda de reserva principal a nivel global, mientras el país no pierda su capacidad como un mercado valioso y EEUU mantenga su habilidad de poder excluir a otros Estados de la infraestructura de las finanzas globales, "Norteamérica seguirá siendo muy poderosa, y su asistencia la buscarán otros Estados y sus enemigos declarados". Para Walt, ningún país lo puede ignorar. (Foreign Affairs, abril 2019).
No obstante, el profesor Stephen Walt también advierte que no hay que ignorar que EEUU ya está sintiendo ciertos límites a su poder global que se acentuaron aún más "con Trump Bolton y Pompeo que hasta ahora no se han dado cuenta que el mundo está perdiendo su unilateralidad". El dúo que rodea a Donald Trump le quitó al presidente los 'instintos iniciales' que tenía al asumir la presidencia e hicieron retroceder su política exterior a la época de George W. Bush basada en la premisa de Karl Rove (asesor principal del presidente Bush) que rezaba: "Somos un imperio ahora, y cuando actuamos estamos creando una nueva realidad". La Casa Blanca también incorporó en su diario actual la consigna del siniestro vicepresidente de George W. Bush, Dick Cheney quien en 2003 formuló la política exterior de EEUU con las siguientes palabras: "Nosotros no negociamos con el mal, simplemente lo derrotamos".
Los resultados de su 'actuación' son harto conocidos en Irak, Afganistán, Somalia, Libia, Siria o Yemen, países que fueron destruidos, saqueados con cientos de miles de niños, mujeres y hombres asesinados sin piedad. Donald Trump es más cauteloso en lanzar a su país a una nueva aventura bélica sabiendo de antemano su inminente fracaso como sucedió con todas las recientes guerras norteamericanas.
Además, por muy belicosos y guerreristas que sean sus asesores, la CIA, la NSA, los líderes del Pentágono, cualquier nuevo conflicto bélico al que aspire la Casa Blanca no tendría un apoyo y asidero popular, pues los ciudadanos de su país están presintiendo una posible recesión económica y no están dispuestos a vaciar más sus bolsillos. Son los medios de comunicación globalizados los que están propiciando un ambiente bélico contra Rusia, China, Irán, Corea del Norte y ahora, Venezuela, sabiendo con anticipación que su país no está en condiciones de lanzarse a un nuevo conflicto bélico. Toda la propaganda de intimidación está diseñada para el consumo exclusivo norteamericano y sus vasallos europeos, asiáticos y latinoamericanos.
Los impulsos de intimidación de Trump son fríamente calculados por sus colaboradores 'halcones' quienes, sin embargo, están ignorando que la política exterior norteamericana es completamente errática, egoísta y basada en el desprecio mal disimulado hacia los países que protegen su soberanía y su independencia.
La política exterior de EEUU se asemeja a la del pavo real que presume de su grandeza extendiendo las plumas como amenaza, sin percatarse de que su abanico de colores ya no produce efecto como antes sobre países como Rusia y China a los que Washington está empujando a acercarse cada día más a pesar de que estos dos países no son aliados naturales, haciendo con esto minimizar la influencia norteamericana sobre ellos, lo que lógicamente no estaría en los intereses de EEUU.
La política de intimidación en que está basada la doctrina de Trump fracasó en Siria cuyo ganador resultó ser Rusia. La exigencia de Washington al total desarme y desnuclearización de Corea del Norte hizo acercarse a Kim Jong-Un más a Vladímir Putin y Xi Jinping y además produjo la reanudación de las pruebas de los misiles nuevos de Pyongyang. Lo interesante fue que Trump declaró que a pesar de estas pruebas, EEUU quiere seguir conversaciones con Corea del Norte. Las sanciones contra Irán están fracasando y a este paso Teherán reanudará en cualquier momento su programa nuclear. También Estados Unidos está perdiendo su batalla virtual desatada por los medios de comunicación globalizados: y la económica y la financiera contra Venezuela y Rusia.
Las amenazas de una inminente intervención militar contra Venezuela, lanzadas por el asesor de la Seguridad Nacional de Donald Trump, John Bolton, el secretario de Estado, Mike Pompeo, el asesor jefe del presidente para Venezuela Eliott Abrams y el secretario de Defensa, Patrick Shanahan, fueron desmentidas recientemente por la asistente en funciones para asuntos de seguridad internacional del secretario de Defensa, Catherine Wilbarger.
Llamada por el Comité de Asuntos de las Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes del Congreso, Wilbarger aclaró el pasado primero de mayo que el Pentágono no recibió ningún documento ni órdenes de la Casa Blanca, no solamente sobre el inicio de las acciones militares contra Venezuela, tampoco las instrucciones para su preparación. A la vez, durante la reciente conversación telefónica de Donald Trump con Vladímir Putin, el actual inquilino de la Casa Blanca ni siquiera mencionó, hablando sobre la crisis en el país bolivariano, una posibilidad de intervención militar norteamericana en Venezuela o de la salida forzada de Nicolás Maduro del país.
Todas estas 'noticias falsas' son parte del juego mediático virtual de intimidación (bullying) diseñados por Washington y diseminados día a día por los medios de comunicación globalizados. Estados Unidos no tiene actualmente unos 200.000 efectivos militares para intervenir en Venezuela ni tampoco dinero para esta aventura bélica. La llamada oposición pacífica dirigida por el 'púdel' venezolano Juan Guaidó dejó su pacifismo y regresó a sus raíces violentas perdiendo así el incipiente apoyo de un sector de la población. La mayoría de venezolanos prefieren quedarse con Maduro a pesar de las dificultades económicas que apoyar a un asalariado de Washington que está llamando a la intervención militar norteamericana sin pensar en sus consecuencias sangrientas.
A la vez, las mentiras de EEUU sobre el terror de que las supuestas tropas cubanas causan en Caracas, sin existir en realidad, hacen mermar la veracidad de los medios de comunicación estadounidenses. Las acusaciones de Washington contra Rusia calificando a este país como una "fuerza desestabilizadora" ni siquiera fueron tomadas en cuenta por Moscú. Recién hace varios días el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov declaró que cualquier intento de las acciones bélicas de EEUU contra Venezuela recibirá una respuesta rusa con "consecuencias graves". Washington sabe todo esto pues resulta que EEUU está atrasado en 20 años frente a Rusia en el desarrollo del armamento moderno.
Según varios estudios del Pentágono, le tomaría precisamente estos 20 años a Norteamérica para igualarse a Rusia en la creación de cohetes hipersónicos, misiles intercontinentales, nuevas armas ofensivas y tecnologías militares como SARMAT, Poseidon, Burevestnik, Avangard, Kinzhal o Tsirkon. Rusia renovó en los últimos 10 años el 70% de su armamento y sus tecnologías militares especiales.
Mientras que el Programa norteamericano, los Sistemas de Armamento del Futuro iniciado en 2003 fracasó en 2009 y fue cancelado por el Pentágono. Falló el proyecto del superhelicóptero Comanche perdiendo el fisco ocho mil millones de dólares, lo mismo pasó con un sistema antitanque con la pérdida de 22.000 millones de dólares, los siguió el carro blindado M2, M3 Bradley (mil millones de dólares). Precisamente esta superioridad de armamento ruso está obligando a Donald Trump a renegociar el Tratado de Armas Ofensivas de Alcance Intercontinental con Rusia.
EEUU está perdiendo también con China su lucha por mantener el dominio mundial y el control de los recursos naturales. Los minerales de Afganistán están explotados por China a pesar de la presencia de más de 17.000 tropas norteamericanas y más de 15.000 de contratistas. La inversión china en América Latina, América Central y el Caribe supera la de Estados Unidos, igual está sucediendo en África. Xi Jinping junto con Vladímir Putin están en proceso de cambiar estructuras mundiales del mundo con el propósito de hacer disminuir el control global de Washington.
Mientras China era productor de artículos de baja tecnología fue aceptada por EEUU, pero cuando China empezó a producir las tecnologías avanzadas y dominar el comercio global, Washington decidió parar este proceso y hacer volver a China al pasado, lo que en términos lógicos, sería imposible. El proceso judicial contra la corporación poderosa china especialista en la tecnología móvil 5G Huawei y la detención de uno de sus ejecutivos son manotazos de ahogado.
Norteamérica no podrá ganar la guerra tanto financiera como económica contra China. Para esto tendría que desestabilizar el sistema financiero de Hong Kong y en especial la bolsa de valores Shanghái-Shenzhen-Hong Kong Stock Connect a través de la cual está moviéndose el dinero chino. El movimiento 'Ocupy Hong Kong' que fracasó en 2014 fue creación de los servicios de inteligencia norteamericanos con el fin de desestabilizar China a través de Hong Kong. El Gobierno de China redujo en respuesta sus bonos del Tesoro norteamericano de 1,27 a 1,06 millones de millones de dólares. Tampoco los norteamericanos toman en cuenta la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda, que está promoviendo el Gobierno de Xi Jinping y que representa un atractivo para los inversionistas que miran hacia el futuro.
A la vez, esta Iniciativa está neutralizando la guerra financiera desatada por EEUU contra China. El incremento de la actividad de los buques de guerra norteamericanos en el estrecho de Taiwán tampoco está intimidando al Gobierno de Pekín ya que sabe perfectamente que en el caso de un conflicto, Norteamérica no defendería a Taiwán debido a la falta de consenso en la opinión pública estadounidense. Lo mejor que le queda hacer a Donald Trump y a sus halcones es dedicarse realmente a la economía de su país.
Los ingresos fiscales se están desmoronando mientras que los gastos del Gobierno están creciendo. El sistema de salud está en quiebra, según American Cancer Society. Cerca de 137 millones de norteamericanos tuvieron que recurrir a préstamos que en total llegó a 88.000 millones de dólares para pagar sus gastos médicos en 2018. La deuda de los estudiantes llega a 1,5 millones de millones de dólares, 42% de los cuales siguen pagando las personas después de su jubilación. La deuda de tarjetas de crédito supera 800.000 millones de dólares y la capital del tercer mundo, Nueva York, alberga el 14% de 582.000 desamparados estadounidenses.
Entonces, ya es hora para Trump de parar su intimidación (bullying) y empezar a reconstruir su propio país sin perder tiempo en vez de instruir a otros lo que deben o no deben hacer si es que quiere realmente que su 'América sea Grande Otra Vez'. El tiempo ya no está a su lado igual que la 'ruleta de la suerte'
Los resultados de su 'actuación' son harto conocidos en Irak, Afganistán, Somalia, Libia, Siria o Yemen, países que fueron destruidos, saqueados con cientos de miles de niños, mujeres y hombres asesinados sin piedad. Donald Trump es más cauteloso en lanzar a su país a una nueva aventura bélica sabiendo de antemano su inminente fracaso como sucedió con todas las recientes guerras norteamericanas.
Además, por muy belicosos y guerreristas que sean sus asesores, la CIA, la NSA, los líderes del Pentágono, cualquier nuevo conflicto bélico al que aspire la Casa Blanca no tendría un apoyo y asidero popular, pues los ciudadanos de su país están presintiendo una posible recesión económica y no están dispuestos a vaciar más sus bolsillos. Son los medios de comunicación globalizados los que están propiciando un ambiente bélico contra Rusia, China, Irán, Corea del Norte y ahora, Venezuela, sabiendo con anticipación que su país no está en condiciones de lanzarse a un nuevo conflicto bélico. Toda la propaganda de intimidación está diseñada para el consumo exclusivo norteamericano y sus vasallos europeos, asiáticos y latinoamericanos.
Los impulsos de intimidación de Trump son fríamente calculados por sus colaboradores 'halcones' quienes, sin embargo, están ignorando que la política exterior norteamericana es completamente errática, egoísta y basada en el desprecio mal disimulado hacia los países que protegen su soberanía y su independencia.
La política exterior de EEUU se asemeja a la del pavo real que presume de su grandeza extendiendo las plumas como amenaza, sin percatarse de que su abanico de colores ya no produce efecto como antes sobre países como Rusia y China a los que Washington está empujando a acercarse cada día más a pesar de que estos dos países no son aliados naturales, haciendo con esto minimizar la influencia norteamericana sobre ellos, lo que lógicamente no estaría en los intereses de EEUU.
La política de intimidación en que está basada la doctrina de Trump fracasó en Siria cuyo ganador resultó ser Rusia. La exigencia de Washington al total desarme y desnuclearización de Corea del Norte hizo acercarse a Kim Jong-Un más a Vladímir Putin y Xi Jinping y además produjo la reanudación de las pruebas de los misiles nuevos de Pyongyang. Lo interesante fue que Trump declaró que a pesar de estas pruebas, EEUU quiere seguir conversaciones con Corea del Norte. Las sanciones contra Irán están fracasando y a este paso Teherán reanudará en cualquier momento su programa nuclear. También Estados Unidos está perdiendo su batalla virtual desatada por los medios de comunicación globalizados: y la económica y la financiera contra Venezuela y Rusia.
Las amenazas de una inminente intervención militar contra Venezuela, lanzadas por el asesor de la Seguridad Nacional de Donald Trump, John Bolton, el secretario de Estado, Mike Pompeo, el asesor jefe del presidente para Venezuela Eliott Abrams y el secretario de Defensa, Patrick Shanahan, fueron desmentidas recientemente por la asistente en funciones para asuntos de seguridad internacional del secretario de Defensa, Catherine Wilbarger.
Llamada por el Comité de Asuntos de las Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes del Congreso, Wilbarger aclaró el pasado primero de mayo que el Pentágono no recibió ningún documento ni órdenes de la Casa Blanca, no solamente sobre el inicio de las acciones militares contra Venezuela, tampoco las instrucciones para su preparación. A la vez, durante la reciente conversación telefónica de Donald Trump con Vladímir Putin, el actual inquilino de la Casa Blanca ni siquiera mencionó, hablando sobre la crisis en el país bolivariano, una posibilidad de intervención militar norteamericana en Venezuela o de la salida forzada de Nicolás Maduro del país.
Todas estas 'noticias falsas' son parte del juego mediático virtual de intimidación (bullying) diseñados por Washington y diseminados día a día por los medios de comunicación globalizados. Estados Unidos no tiene actualmente unos 200.000 efectivos militares para intervenir en Venezuela ni tampoco dinero para esta aventura bélica. La llamada oposición pacífica dirigida por el 'púdel' venezolano Juan Guaidó dejó su pacifismo y regresó a sus raíces violentas perdiendo así el incipiente apoyo de un sector de la población. La mayoría de venezolanos prefieren quedarse con Maduro a pesar de las dificultades económicas que apoyar a un asalariado de Washington que está llamando a la intervención militar norteamericana sin pensar en sus consecuencias sangrientas.
A la vez, las mentiras de EEUU sobre el terror de que las supuestas tropas cubanas causan en Caracas, sin existir en realidad, hacen mermar la veracidad de los medios de comunicación estadounidenses. Las acusaciones de Washington contra Rusia calificando a este país como una "fuerza desestabilizadora" ni siquiera fueron tomadas en cuenta por Moscú. Recién hace varios días el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov declaró que cualquier intento de las acciones bélicas de EEUU contra Venezuela recibirá una respuesta rusa con "consecuencias graves". Washington sabe todo esto pues resulta que EEUU está atrasado en 20 años frente a Rusia en el desarrollo del armamento moderno.
Según varios estudios del Pentágono, le tomaría precisamente estos 20 años a Norteamérica para igualarse a Rusia en la creación de cohetes hipersónicos, misiles intercontinentales, nuevas armas ofensivas y tecnologías militares como SARMAT, Poseidon, Burevestnik, Avangard, Kinzhal o Tsirkon. Rusia renovó en los últimos 10 años el 70% de su armamento y sus tecnologías militares especiales.
Mientras que el Programa norteamericano, los Sistemas de Armamento del Futuro iniciado en 2003 fracasó en 2009 y fue cancelado por el Pentágono. Falló el proyecto del superhelicóptero Comanche perdiendo el fisco ocho mil millones de dólares, lo mismo pasó con un sistema antitanque con la pérdida de 22.000 millones de dólares, los siguió el carro blindado M2, M3 Bradley (mil millones de dólares). Precisamente esta superioridad de armamento ruso está obligando a Donald Trump a renegociar el Tratado de Armas Ofensivas de Alcance Intercontinental con Rusia.
EEUU está perdiendo también con China su lucha por mantener el dominio mundial y el control de los recursos naturales. Los minerales de Afganistán están explotados por China a pesar de la presencia de más de 17.000 tropas norteamericanas y más de 15.000 de contratistas. La inversión china en América Latina, América Central y el Caribe supera la de Estados Unidos, igual está sucediendo en África. Xi Jinping junto con Vladímir Putin están en proceso de cambiar estructuras mundiales del mundo con el propósito de hacer disminuir el control global de Washington.
Mientras China era productor de artículos de baja tecnología fue aceptada por EEUU, pero cuando China empezó a producir las tecnologías avanzadas y dominar el comercio global, Washington decidió parar este proceso y hacer volver a China al pasado, lo que en términos lógicos, sería imposible. El proceso judicial contra la corporación poderosa china especialista en la tecnología móvil 5G Huawei y la detención de uno de sus ejecutivos son manotazos de ahogado.
Norteamérica no podrá ganar la guerra tanto financiera como económica contra China. Para esto tendría que desestabilizar el sistema financiero de Hong Kong y en especial la bolsa de valores Shanghái-Shenzhen-Hong Kong Stock Connect a través de la cual está moviéndose el dinero chino. El movimiento 'Ocupy Hong Kong' que fracasó en 2014 fue creación de los servicios de inteligencia norteamericanos con el fin de desestabilizar China a través de Hong Kong. El Gobierno de China redujo en respuesta sus bonos del Tesoro norteamericano de 1,27 a 1,06 millones de millones de dólares. Tampoco los norteamericanos toman en cuenta la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda, que está promoviendo el Gobierno de Xi Jinping y que representa un atractivo para los inversionistas que miran hacia el futuro.
A la vez, esta Iniciativa está neutralizando la guerra financiera desatada por EEUU contra China. El incremento de la actividad de los buques de guerra norteamericanos en el estrecho de Taiwán tampoco está intimidando al Gobierno de Pekín ya que sabe perfectamente que en el caso de un conflicto, Norteamérica no defendería a Taiwán debido a la falta de consenso en la opinión pública estadounidense. Lo mejor que le queda hacer a Donald Trump y a sus halcones es dedicarse realmente a la economía de su país.
Los ingresos fiscales se están desmoronando mientras que los gastos del Gobierno están creciendo. El sistema de salud está en quiebra, según American Cancer Society. Cerca de 137 millones de norteamericanos tuvieron que recurrir a préstamos que en total llegó a 88.000 millones de dólares para pagar sus gastos médicos en 2018. La deuda de los estudiantes llega a 1,5 millones de millones de dólares, 42% de los cuales siguen pagando las personas después de su jubilación. La deuda de tarjetas de crédito supera 800.000 millones de dólares y la capital del tercer mundo, Nueva York, alberga el 14% de 582.000 desamparados estadounidenses.
Entonces, ya es hora para Trump de parar su intimidación (bullying) y empezar a reconstruir su propio país sin perder tiempo en vez de instruir a otros lo que deben o no deben hacer si es que quiere realmente que su 'América sea Grande Otra Vez'. El tiempo ya no está a su lado igual que la 'ruleta de la suerte'