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jueves, 18 de abril de 2013

Romanos Tradicionalistas contra Modernistas, El "gran Cisma" se gesta



[La Nación - 03-04-2013]
Primeras críticas de sectores tradicionalistas al papa Francisco
En medios especializados, cuestionaron su rechazo a los atuendos papales clásicos, su decisión de no usar el departamento pontificio y hasta su excesiva simpatía
Por Elisabetta Piqué  | LA NACION
ROMA.- Sigue la “luna de miel” entre el primer papa argentino y los medios de prensa escrita y televisiva. Pero comienzan a surgir en algunos sitios y blogs las primeras críticas en su contra, casi todas de parte de sectores tradicionalistas.
Tal como se había adelantado, en el marco de un ala conservadora de la Iglesia Católica son pocos los que digieren los gestos de ruptura del Pontífice argentino. Entre ellos, que el papa venido del fin del mundo, que se llama como el poverello de Asís, se resista a usar la vestimenta tradicional como la muceta (esa capa roja con la que rechazó salir al balcón central de la Basílica de San Pedro la noche del 13 de marzo, tras el habemus papam ) y los mocasines rojos. O su decisión de no ir a vivir al pomposo departamento del tercer piso del Palacio Apostólico, una virtual jaula dorada alejada del mundo real.
Tampoco cayó bien que el Papa optara por una simple cruz de hierro en vez de la cruz pectoral de oro pontificia y su preferencia por el título de “obispo de Roma” por sobre el de Papa.
El sitio Misa en Latín llama a Francisco “Papa piacione”, expresión que alude despectivamente a alguien que sonríe siempre y se lleva bien con todo el mundo, según destacó ayer en un artículo el Corriere della Sera. Cuando el padre Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede, anunció hace una semana que el Papa se quedaría a vivir “por el momento” en la residencia de Santa Marta, el hotel cuatro estrellas del Vaticano donde se alojaron los cardenales durante el cónclave y suelen vivir o parar eclesiásticos, pese a que el departamento pontificio estaba “listo”, el sitio Misa en Latín escribió: “Esperemos que no agregue su departamento del tercer piso del Palacio Apostólico a los Museos Vaticanos”.
Francisco también fue muy criticado por novedades que tienen que ver con la liturgia, a partir de la “bendición silenciosa” que, por respeto de los no católicos y no creyentes, les impartió a los periodistas de todo el mundo que recibió en audiencia el 16 de marzo.
Causó espanto, además, cuando les lavó los pies, el Jueves Santo, a dos musulmanes y a dos mujeres de la cárcel de menores de Casal del Marmo, de esta capital. El sitio tradicionalista Rorate Coeli recordó que al lavado de pies sólo deben admitirse “hombres seleccionados”, pero no mujeres ni musulmanes.
Tampoco cayó bien su histórica visita a Benedicto XVI, en Castel Gandolfo, y menos aún que el mismo Vaticano difundiera imágenes del encuentro entre un ex papa y el Papa, que causaron hasta temor a una Iglesia “bicéfala”. Criticaron, además, el hecho de que el Papa argentino no cante en las liturgias. Por otra parte, siempre en sitios tradicionalistas, lo acusaron de “populismo, pauperismo y demagogia”.
Más allá de las críticas, al cumplirse ayer el octavo aniversario de la muerte del beato Juan Pablo II, Francisco fue a rezar ante su tumba, que se encuentra en la capilla de San Sebastián de la Basílica.
Fue a rendirle tributo al amadísimo y carismático papa polaco a las 19 hora local (las 14 en la Argentina), luego del cierre del templo vaticano.
“El Papa se detuvo largo tiempo arrodillado en oración silenciosa ante la tumba del beato Juan Pablo II”, informó el Vaticano, que precisó que el Santo Padre también estuvo después brevemente en recogimiento ante las tumbas del beato Juan XXIII y de San Pío X.
Elegido papa el 16 de octubre de 1978, Karol Wojtyla murió el 2 de abril de 2005 después de una larga agonía que causó una gran conmoción. Juan Pablo II fue declarado beato el 1° de mayo de 2011, en tiempo récord, luego de que la Congregación para las Causas de los Santos aprobara un milagro por su intercesión.
Ahora hay otro milagro en estudio y por esto se cree que Francisco podría proclamar santo a Juan Pablo II en octubre próximo, a 35 años de su elección.
“Como la visita de ayer a la tumba de San Pedro y a las Grutas Vaticanas, también la visita de esta tarde en la Basílica expresa la profunda continuidad espiritual del ministerio petrino de los papas, que el papa Francisco vive y siente intensamente”, destacó el Vaticano.
“EL LLANTO NOS PREPARA PARA VER A JESÚS”
El papa Francisco dio misa ayer en la Casa Santa Marta, en presencia de miembros de la gendarmería vaticana, ante quienes habló de la importancia del llanto. En su breve homilía, comentó el pasaje del Evangelio sobre el encuentro de Cristo resucitado con María Magdalena. El Papa habló sobre la belleza del llanto, porque a veces “los anteojos para ver a Jesús son las lágrimas”.
La escena del Evangelio es aquella en la que Magdalena llora junto al sepulcro porque ya no está el cuerpo de Cristo. “Frente a la Magdalena que llora -concluyó Francisco- podemos también nosotros pedir al Señor la gracia de las lágrimas. Es una bella gracia. Llorar por todo: por el bien, por nuestros pecados, por las gracias. El llanto nos prepara para ver a Jesús”.
El diario The Republican Herald de Pottsville, Pennsylvania, Estados Unidos, Mar-30-2013, le brinda primera página a una nota sobre ese mismo respecto escrita por Nicole Winfield, editora de los temas de religión de la agencia AP.
Esta es la traducción al español del artículo de Winfield:
CIUDAD DEL VATICANO (AP) — El papa Francisco se ha ganado muchos corazones con su estilo sencillo y sus exhortos a ayudar a los más pobres del mundo. Sin embargo, ha conturbado a los católicos tradicionalistas que adoraban a su antecesor Benedicto XVI, quien restituyó parte de la pompa tradicional en la figura del pontífice.

La decisión de Francisco, de desatender una regla de la Iglesia y lavar los pies a dos jovencitas, una musulmana serbia y una católica italiana, durante el ritual del Jueves Santo, ha sido para esos tradicionalistas la gota que derramó el vaso: una evidencia de que el nuevo papa tiene poco o nulo interés en una de las prioridades de Benedicto: revivir las tradiciones anteriores al Concilio Vaticano II en la Iglesia.

Uno de los “blogs” tradicionalistas con más lectores, “Rorate Caeli”, reaccionó a la ceremonia del lavatorio declarando que había muerto el proyecto de ocho años de Benedicto para enderezar lo que el entonces pontífice consideró interpretaciones erróneas de las reformas modernizadoras del Concilio.

“Por ejemplo, ha llegado oficialmente el final de la reforma a la reforma”, deploró “Rorate Caeli” en su reporte sobre el ritual del Jueves Santo.

Un comentarista afín a esas ideas tradicionalistas en Argentina, el país natal de Francisco, es Marcelo González, quien reaccionó a la elección de Francisco con un artículo titulado “¡El Horror!”

González afirmó que Jorge Mario Bergoglio, el actual papa, no realizó prácticamente esfuerzo alguno como arzobispo de Buenos Aires por revivir la antigua misa en latín, una causa abrazada por Benedicto XVI y por los tradicionalistas.

“Enemigo jurado de la misa tradicional, no ha permitido sino parodias en manos de enemigos declarados de la liturgia antigua”, escribió González en la publicación Panorama Católico Internacional.

Prácticamente todo lo que ha hecho Francisco desde que fue elegido papa —cada gesto y decisión— ha disgustado a los tradicionalistas de un modo u otro.

La noche del 13 de marzo, cuando se le eligió en el cónclave, Francisco salió al balcón central de la Basílica de San Pedro sin la “mozzetta”, la capa de terciopelo rojo y piel de armiño, usada por los anteriores papas durante actos oficiales. En vez de ello, vistió una sencilla túnica blanca. Ese gesto se convirtió en un símbolo del rechazo de Francisco a los atavíos del papado. Para algunos, representó además un desdén al pontificado de Benedicto XVI, dado que el papa alemán buscó revivir muchas vestimentas litúrgicas de sus antecesores.

Inmediatamente después, cuando los cardenales le juraron obediencia, Francisco no los escuchó desde una silla o pedestal, como hicieron otros pontífices. Permaneció de pie, al mismo nivel que los cardenales.

Ello seguramente lastimó a los tradicionalistas, quienes recuerdan con nostalgia los días en que los papas usaban la silla gestatoria, una suerte de trono portátil, sobre el que eran llevados en andas. Posteriormente, Francisco ha exhortado a “intensificar” el diálogo con el islam, un gesto que irrita a los tradicionalistas, los cuales consideran que un afán por estrechar las relaciones interreligiosas no es sino una señal de relativismo teológico.

Francisco seguramente echó sal sobre las heridas el Viernes Santo. Durante el vía crucis en el Coliseo, elogió la “amistad con nuestras hermanas y hermanos musulmanes”, en una ceremonia en la que recordó también las penurias de los cristianos en Medio Oriente.

El nuevo pontífice causó también azoro al rechazar la cruz pectoral que le ofreció, justo después de su elección, monseñor Guido Marini, el gurú vaticano en materia litúrgica. Durante el pontificado de Benedicto, Marini se convirtió en el símbolo de los esfuerzos de ese papa por restablecer los cantos gregorianos y la vestimenta con brocado de seda, típica de la época anterior al Concilio, durante las misas que oficiaba el sucesor de San Pedro.

Marini ha permanecido al lado de Francisco mientras el nuevo papa le imprime su propio sello a las misas, con vestimenta más sencilla y homilías improvisadas. Pero muchos esperan que el nuevo obispo de Roma nombre pronto a un nuevo maestro de ceremonias litúrgicas, más afín a sus prioridades de llevar a la gente común el mensaje de amor y servicio de la Iglesia, sin los ornamentos de su antecesor.

Ciertamente, ninguno de esos lujos de la alta jerarquía eclesiástica estuvo presente en el acto del Jueves Santo, dentro de la prisión de jóvenes de Casal del Marmo en Roma, donde el papa de 76 años se arrodilló para lavar y besar los pies de 12 reclusos, incluidas dos mujeres. El ritual revive el lavatorio de pies que Jesucristo les hizo a sus 12 apóstoles durante la Última Cena, antes de la Crucifixión, en una muestra de amor y servicio a ellos.

Las reglas litúrgicas indican que sólo pueden participar hombres en el ritual, dado que todos los discípulos de Jesús eran varones. No era raro que algunos curas y obispos pidieran excepciones para incluir a las mujeres, pero las reglas son claras.

Francisco, empero, es la cabeza de la Iglesia, de modo que, en teoría, puede hacer lo que le plazca.

“El papa no necesita permiso de nadie para hacer excepciones sobre la forma en que las reglas eclesiásticas se relacionan con él”, destacó el columnista conservador Jimmy Akin en el National Catholic Register. Pero Akin hizo eco a las preocupaciones planteadas por el abogado canónico Edward Peters, asesor del alto tribunal vaticano, quien dijo que Francisco ponía un “ejemplo cuestionable” simplemente al hacer caso omiso de las reglas de la propia iglesia.

“Es natural que la gente imite a su líder. Ese es el punto crucial del pasaje en que Jesús lava los pies de sus apóstoles. De forma explícita e intencional puso un ejemplo para ellos”, dijo. “El papa Francisco sabe que está sentando un ejemplo”.


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