Rusia denuncia que Estados Unidos presiona a Alemania para que abandone su cooperación con Moscú y cambie su política energética.
Alemania está bajo una tremenda presión de Estados Unidos, por la construcción del gasoducto Nord Stream 2 y exige a Berlín que revise su política energética hacia Moscú, denunció el domingo la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Maria Zajárova.
“El embajador de Estados Unidos en Berlín (Alemania), Richar Grenell, cada día amenaza al pueblo de Alemania y a las autoridades de ese país con que deben reescribir su política energética en relación con Rusia”, ha afirmado la vocera rusa, en declaraciones a la televisión pública Rossiya 1.
Obviamente, continúa Zajárova, es una ‘presión colosal’ sobre el Gobierno alemán para que elijan las fuentes de energía estadounidenses, abandonando la cooperación mutuamente beneficiosa con Rusia, explicó la funcionaria.
El jueves, un grupo de senadores estadounidenses presentó un proyecto de ley que ampliaría las sanciones estadounidenses contra el gasoducto Nord Stream 2. Según la agencia de noticias Bloomberg, las nuevas sanciones se impondrán a las compañías de seguros que trabajan con embarcaciones rusas al finalizar el proyecto.
Nord Stream-2 es un proyecto internacional para la construcción de un gasoducto que atravesará el fondo del mar Báltico desde la costa rusa hasta Alemania sin pasar por Estados de tránsito, como Ucrania, Bielorrusia, Polonia y otros países de Europa del Este y el Báltico.
La nueva tubería de 1200 kilómetros, básicamente siguiendo la misma ruta que Nord Stream, atravesará zonas económicas y aguas territoriales de cinco países, a saber, Rusia, Finlandia, Suecia, Dinamarca y Alemania. La capacidad del gasoducto será de 55 000 millones de metros cúbicos de gas al año. El proyecto se ha completado en un 93 % hasta la fecha.
El proyecto fue concebido para diversificar las rutas de suministro de gas ruso a Europa y elevar la seguridad energética. No obstante, EE.UU. y varios de sus aliados europeos, como Ucrania, Letonia, Lituania y Polonia, han expresado su rechazo a la construcción del gasoducto, alegando que un aumento de la dependencia europea del gas ruso “amenazaría la seguridad de la región”.
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