Irán emite orden de arresto contra el presidente de EE.UU. y varias decenas de personas por su papel en el asesinato del teniente general iraní Qasem Someilani.
El vicecanciller de Irán para Asuntos Jurídicos e Internacionales, Mohsen Baharvand, ha anunciado este lunes que el país ha identificado, hasta ahora, a unas 40 personas involucradas en el asesinato del excomandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán, el teniente general Qasem Soleimani, en un bombardeo estadounidense en Bagdad, capital de Irak.
Soleimani, considerado una de las principales figuras de la lucha antiterrorista, murió el pasado 3 de enero luego de que el presidente estadounidense, Donald Trump, ordenara su ejecución a través de un ataque con drones.
El fiscal general de Teherán, Ali Alqasimehr, por su parte, ha dicho al respecto, que Teherán ha emitido una orden de arresto y una notificación roja de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) contra “36 responsables políticos y militares de EEUU, y de otros Gobiernos” por su implicación en este “ataque terrorista”.
Estas personas, y sobre todo Donald Trump, ha proseguido el procurador general, se enfrentan a “cargos de asesinato y terrorismo”.
Además, Alqasimehr ha dejado claro que el Gobierno iraní continuará con el procesamiento de Trump, incluso después de que termine su mandato, ya sea este próximo mes de noviembre o dentro de cuatro años más.
La ya elevada tensión entre Irán y EE.UU. alcanzó su auge tras el asesinato del general Soleimani. Washington acusó, sin prueba alguna, al alto mando militar persa de supuestamente orquestar “ataques contra bases de la coalición, encabezada por EE.UU. en Irak.
Cuatro días después del ataque, Teherán tomó represalias y lanzó una serie de misiles balísticos contra dos bases iraquíes que albergan tropas estadounidenses.
Después de esta contundente operación, las autoridades iraníes advirtieron que pondrían “en marcha otros escenarios más potentes” ante cualquier nueva “estupidez” de EE.UU. y atacarían no solo todas las bases norteamericanas en la región, sino que también golpearían fuertemente al régimen de ocupación israelí, el principal aliado de EE.UU. en Asia Occidental.
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