En su alocución, el mandatario Joe Biden dijo que su país tiene "la oportunidad de hacer cosas y unir al mundo como nunca antes lo había hecho, si somos lo suficientemente audaces y tenemos confianza en nosotros mismos".
Para lograr ese objetivo, el mandatario dijo que era necesario que hubiese "un nuevo orden mundial" ya que, en su opinión, el surgido después de la Segunda Guerra Mundial, con Washington a la cabeza, "funcionó bien", pero "se ha quedado sin energía".
Y sin sonrojarse, pese a encabezar el Gobierno de un país que impulsó el derrocamiento de líderes elegidos por el voto popular en decenas de naciones extranjeras, desde Chile en 1973 hasta Ucrania en 2014, Biden definió a Estados Unidos como el "defensor de la democracia del mundo", al que todavía estima un "faro" para la comunidad internacional.
Pese al tono grandilocuente de sus palabras, el discurso, realizado el día siguiente de la visita de Biden a Tel Aviv, en apoyo de Israel, tuvo una respuesta negativa en la prensa estadounidense.
Diarios como el New York Times y el Washington Post publicaron artículos señalando la hipocresía del Gobierno demócrata de apoyar la operación militar que lanzó Israel para resolver un conflicto de seguridad nacional, todo en nombre de la "paz mundial" y el derecho del país hebreo a defenderse, cuando antes criticó a Rusia por defender a sus ciudadanos rusófonos, y hasta respaldó financiera y militarmente a Ucrania.
También señalaron que se trataba de una retórica del presidente para evitar responsabilizarse del fracaso de la política exterior de su país y del orden mundial que capitanea, que no solo permitió a Israel, su mayor socio en la región, ignorar y empeorar la situación de los palestinos en Gaza y Cisjordania, sino que también ha generado inestabilidad en Oriente Medio con sus múltiples invasiones (Irak, Libia, Afganistán) y financiamiento de grupos armados (Siria).
Vale recordar que se conoce como orden internacional, u orden internacional basado en reglas, a la relación global estructurada a través de una serie de instituciones (como el Fondo Monetario Internacional) o foros (el G7) que son presentados como organismos multilaterales para la buena gobernanza mundial, pero que en la práctica existen para defender los intereses estadounidenses.
Por eso, estas supuestas reglas en que se basa la convivencia internacional son perfectamente moldeables a las necesidades norteamericanas, que en un momento puede imponer sanciones a Venezuela como castigo al Gobierno de Nicolás Maduro y al siguiente levantarlas si necesita de su petróleo barato.
Apuesta bélica y miedo a la multipolaridad
¿Pero por qué Biden utilizó un recurso tan poco frecuente como es un mensaje desde la Oficina Oval, es decir, el despacho del presidente en la Casa Blanca, el principal símbolo de poder institucional del país, para reclamar la construcción de un nuevo orden mundial? ¿Y por qué en este momento?
Parte de la respuesta la dio el mismo mandatario en el discurso, al afirmar que pese a que los conflictos en los que se involucra EEUU podían parecer "lejanos", eran "esenciales" para su seguridad nacional, asegurándole a los ciudadanos de cara a las elecciones del 2024 que era necesario seguir enviando miles de millones de dólares a Ucrania e Israel.
En ese sentido, Biden estaba simplemente reeditando el famoso discurso de George W. Bush sobre el "eje del mal", en la víspera de la invasión norteamericana a Irak, actualizado ahora para justificar el involucramiento de Washington en el conflicto entre Israel y Palestina, Ucrania y la situación en Taiwán, mientras defiende el aumento del gasto militar que su Gobierno pedirá al Congreso. Por ese lado, nada nuevo.
Pero por lo que sí resultan originales las palabras de Biden, señala el docente de relaciones internacionales David García, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es que reflejan explícitamente por primera vez la preocupación que está generando en Washington el advenimiento del multipolarismo, liderado por Rusia y China.
"Está claro que desde los tomadores de decisiones del más alto nivel en EEUU, hasta los asesores de seguridad de Biden y los funcionarios diplomáticos, todos en Washington están viendo con preocupación el crecimiento de China y Rusia no solo como potencias, sino como ejes de reordenamiento del tablero mundial que impulsan un nuevo sistema de distribución de poder más justo", precisa el experto.
"Estados Unidos ha llevado siempre sus valores e intereses a los foros internacionales, donde ha llevado la voz cantante, un fenómeno de dominación que, vemos, cada vez tiene menos adeptos", añade.
Vale recordar que el nuevo orden multipolar que impulsan Moscú y Pekín se basa en la idea de que ya no habrá una potencia central, como Estados Unidos, rigiendo los destinos de los países, sino que las naciones deben hacer valer sus intereses más allá de los deseos de Washington, ya sea en cuestiones económicas, de comercio o política internacional.
Este nuevo orden internacional ha ganado tracción especialmente en lo que se conoce como el sur global, que abarca a la mayoría de los países de Sudamérica, Asia y África, históricamente víctimas de las políticas colonialistas y rapaces del país norteamericano y sus socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Sobre ese tema precisamente giró el discurso del canciller ruso Serguéi Lavrov ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre, cuando realizó una férrea defensa del nuevo orden multipolar. El máximo diplomático ruso afirmó que "un nuevo orden mundial está naciendo ante nuestros ojos".
Biden, un gobernante sin poder
Para García, el hecho de que el discurso de Biden no haya ofrecido precisiones sobre cómo sería el reparto del poder en este nuevo orden mundial, sugiere que sus principios serían los mismos del "viejo orden mundial unipolar".
Es decir, el impulso de las economías de libre mercado para favorecer a las grandes multinacionales occidentales y la defensa del sistema democrático como excusa para intervenir en la política interna de los países que Washington considera no se alinean lo suficiente con sus intereses.
"Históricamente, los gobernantes han invocado el concepto de nuevo orden internacional para mantener zonas de influencias y defender los intereses propios. Cada vez que esos beneficios empiezan a estar en peligro, como pueden estarlo para Washington con la expansión en el tablero global de Rusia y China, es cuando se empieza a hablar de un reordenamiento. Pero las condiciones de EEUU son siempre las mismas y los beneficiados también", explica.
Más allá de la vaguedad conceptual de Biden, deliberada o no, para ocultar que se trata de la vieja política imperialista, García cree que el mandatario no cuenta ni con el poder político ni con el tiempo de gestión para proponer ninguna reestructuración global.
Le resta "solamente un año de Gobierno (y las encuestas para el 2024 no son favorables para su proyecto reeleccionista), por lo que es muy poco posible que EEUU esté en condiciones de proponer una nueva arquitectura global. Esto podría llegar a ser un proyecto ambicioso al comienzo de un gobierno, cuando se tiene mucho capital político y varios años, pero ciertamente no al final", concluye.
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