La situation en Siria© AFP/ John Cantlie
El acuerdo de EEUU y Rusia para poner bajo control internacional y destruir el arsenal químico sirio no pone fin al conflicto en Siria, compuesto por problemas mucho más graves que el de las armas químicas.
El país vive una escalada de violencia étnica y sectaria que amenaza con partirlo en pedazos. Continúa el conflicto entre la mayoría sunita (que supone un 74% y es el núcleo de la oposición siria) y los alauitas (que son el 11% y apoyan al régimen del presidente sirio, Bashar Asad). Al mismo tiempo, los salafitas (wahabíes o islamistas radicales) luchan contra los partidarios del movimiento islámico moderado, sufí.
La mayoría de los kurdos, que constituyen el 10% de la población siria, son también sunitas. Mientras, las comunidades kurdas persiguen sus propios objetivos, pues el llamado 'problema kurdo' es un fenómeno transnacional, de gran importancia en Turquía, Irán e Irak. En este contexto, la crisis en Siria, así como su posible desintegración, puede tener repercusiones negativas no sólo en Oriente Próximo sino también en otras regiones, incluida Rusia.
Esta no es la única razón por la que Moscú mantiene su firme posición respecto a Siria. Las autoridades de Rusia están en contra de la imposición de la democracia y de las presuntas intervenciones humanitarias sin la respectiva autorización del Consejo de Seguridad de la ONU. Moscú no está dispuesta a reconocer el 'excepcionalismo' estadounidense, proclamado por Obama.
Es evidente que Rusia tiene intereses económicos y geopolíticos en Oriente Próximo y en Siria en particular: además de negocios, está el uso del puerto sirio de Tartus, única base naval de la Armada rusa en el Mediterráneo desde tiempos de la Unión Soviética.
En la encrucijada
Los acontecimientos que se desarrollan en el mundo islámico son de gran importancia para Moscú, ya que los caminos de Oriente y Occidente se cruzan en la cultura rusa. Según el Kremlin, la interacción del islam y del cristianismo afecta al país, ya que la musulmana es la segunda religión más difundida en Rusia. La mayor parte de los musulmanes rusos habitan en el Cáucaso y del río Volga
Hasta hace poco, la amenaza proveniente de los islamistas rusos se asociaba con Chechenia. Tras el atentado perpetrado durante la maratón de Boston el pasado 15 de abril, cuyos presuntos autores fueron los hermanos Tsarnáev, de origen checheno, varios expertos volvieron a explicar la conducta de los chechenos por sus ideas separatistas, como era en los años noventa, y responsabilizaron a Rusia de contribuir al terrorismo al recurrir a la fuerza en repetidas ocasiones. Pero desde los tiempos de la guerra en Chechenia la situación en el Cáucaso ha cambiado. Ahora el islam radical desempeña un papel mucho más importante. Y los extremistas islámicos no se centran ya en Chechenia ni en la región del Cáucaso, su influencia crece en el delta del río Volga y el mar Caspio.
Actualmente Rusia se prepara para los Juegos Olímpicos de Invierno, que se celebrarán en la ciudad rusa de Sochi en 2014. No será una simple competición deportiva, se trata de un proyecto de especial importancia Rusia y para el presidente Vladimir Putin.
Según él, este evento demostrará la capacidad de la Rusia postsoviética y su creciente papel en el escenario internacional. Los Juegos Olímpicos 2014 pondrán de relieve el éxito de la política aplicada por Putin para superar el caos en el que se veía sumido el país tras la desintegración de la URSS.
A diferencia de otras sedes de Juegos Olímpicos, tales como Pekín, Londres o Vancouver, la seguridad de Sochi es mucho más vulnerable. Los islamistas del Cáucaso amenazan desde 2007 con perpetrar atentados en Sochi en vísperas o durante los Juegos Olímpicos.
Aunque muchos expertos no prestan gran atención a la organización ‘Emirato del Cáucaso’ que opera en Rusia, por su capacidad operacional este grupo terrorista ocupa el tercer puesto entre los movimientos yihadistas internacionales tras aquellos que actúan en el teatro de operaciones afgano-paquistaní y en África del Norte.
Los islamistas del Cáucaso participan en la guerra civil en Siria y muchos de ellos son militantes del ‘Emirato del Cáucaso’. Esta formación desempeña un importante papel entre los yihadistas extranjeros que ayudan a la oposición siria a combatir contra Bashar Asad. El grupo principal de mercenarios extranjeros, ‘Kataib al-Mujahirin’ (KaM), encabezado por Omar Al-Shishani, de origen checheno y supuestamente eliminado en septiembre pasado, incluía a unos 100 oriundos más del Cáucaso.
Voluntarios del Cáucaso del Norte han formado, según se supo en septiembre, un nuevo grupo, ‘Al-Muhajireen’, que actuaba en el norte de Siria. Antes, en agosto pasado, varios medios de comunicación de Tartaristán (república de la Federación Rusa, a orillas del Volga) informaron sobre la participación de sus ciudadanos en el conflicto sirio del lado de la oposición.
El primer director adjunto del Servicio Federal de Seguridad (FSB) de Rusia, Serguéi Smirnov, estimó hace un mes que unos 300 o 400 ciudadanos de Rusia participan en el conflicto sirio. “Esto tendrá su repercusión y representa una seria amenaza”, dijo Smirnov en una rueda de prensa celebrada en la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).
Además, nadie puede garantizar que los enemigos de Asad y los alauitas sustituyan la actual dictadura en Siria por un sistema democrático.
Desde estos criterios, la creciente influencia del islamismo en Oriente Próximo puede extenderse a Rusia, donde gran parte de la población es musulmana, y a países donde la población musulmana predomina y que tienen una frontera común con Rusia, tales como Azerbaiyán o Kazajstán.
El Cáucaso y la cuenca del Volga son vitales para la seguridad nacional y la identidad política de Rusia y es por eso que todas las razones expuestas obligan al Kremlin a mostrar máxima cautela.
*Serguéi Markedonov es doctor en Historia y profesor invitado del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, Estados Unidos
No hay comentarios:
Publicar un comentario