En el mes de junio, el Instituto de Mecánica de la Academia China de Ciencias de Pekín anunció que el nuevo túnel de viento JF-22 había superado un "control de aceptación" y estaba listo para su uso. Los trabajos en ese túnel, que según se informa tiene alrededor de 167 metros de largo y con una "cabina de pruebas" de unos cuatro metros de diámetro, comenzaron en 2018.
El túnel es capaz de simular vuelos a velocidades de hasta 10 km por segundo, 30 veces la velocidad del sonido, y junto con otra instalación ya existente, situaría al país "años por delante" de Occidente, pronostican los expertos chinos.
La energía generada por el JF-22 podría alcanzar los 15 gigavatios, casi el 70% de la capacidad instalada de la mayor presa hidroeléctrica del mundo, la presa de las Tres Gargantas, en la provincia china de Sichuan, o más de siete veces la de la presa Hoover, en Nevada (Estados Unidos).
El video publicado muestra las maquetas de una nave espacial y de su nave nodriza con fuselaje en forma de dardo y ala delta. Además, la fuente también señala que durante esas pruebas fue simulado el concepto de un vehículo de lanzamiento de dos etapas.
En términos muy generales, los sistemas orbitales de dos etapas consisten en una aeronave de lanzamiento que primero eleva una nave espacial a una altitud muy elevada. A continuación, este vehículo se lanza al espacio utilizando su propio sistema de propulsión, normalmente un motor cohete.
Las principales ventajas que ofrece este tipo de diseños son una mayor flexibilidad e imprevisibilidad en comparación con los aparatos de lanzamiento tradicionales, no requieren tanta infraestructura estática y pueden operar desde cualquier base aérea o aeropuerto existente y suficientemente grande, con menos costes generales de formación.
Esto, a su vez, abre nuevas oportunidades y ventanas de lanzamiento y puede resultar especialmente útil en situaciones de conflicto en las que sea necesario sustituir rápidamente instalaciones espaciales destruidas, dañadas o inutilizadas.
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